Raúl Delgado Sayán
22.04.2019
Para Lampadia
Todos los países del mundo aspiran a tener un crecimiento y desarrollo sostenido que garantice sus actividades con eficiencia y productividad, y buscan por todos los medios posibles el lograrlo promoviendo la ingeniería y la construcción, preferentemente propias, que permita lograr adelanto tecnológico; cerrar brechas de infraestructura que combatan el aislamiento, la baja eficiencia y lograr competitividad; garantizar la satisfacción de las necesidades básicas de la población con la debida infraestructura y tecnología en sectores como: vivienda; salud; educación; transporte; agua y saneamiento; industria; minería; energía; entre otros. Es una gran verdad que la ingeniería es el pilar en el cual se sustenta el desarrollo, crecimiento y bienestar de un país.
Donde quiera que uno físicamente se encuentre, sea en la ciudad, el campo o medio semi-rural si despliega su visión en 360 grados, va a ver alrededor suyo que todo lo que signifique progreso, ha sido realizado con participación de la ingeniería. Si ve carreteras, ferrocarriles, puertos, canales, túneles, aeropuertos, ellos han sido tarea de ingenieros y que decir de plantas de diverso tipo de generación de energía convencionales y no convencionales, y todos los sistemas de transmisión en alta y baja tensión que nos permiten a los humanos el disfrutar del principal combustible del presente y el futuro. Por cierto, también la extracción, producción y refinación de hidrocarburos que mueven máquinas, equipos y los medios de transporte que llevan todo tipo de personas y carga. El agua, elemento fundamental para la vida de los humanos y la disposición cuidadosa de residuos sólidos y líquidos. Las ciudades donde vivimos y trabajamos en todo tipo de actividades, que requieren de edificaciones y habilitación urbana para una gran acumulación de personas; los productos industriales o de consumo, alimentos, medicamentos, aparatos eléctricos, que además los adquirimos de grandes establecimientos comerciales (diseñados por arquitectos e ingenieros), irrigaciones y represas que garanticen el regadío de los productos de panllevar que nos alimenten o embarcaciones pesqueras artesanales o industriales. La lista sería interminable.
La Ingeniería es en suma la actividad del mundo real que diseña y construye todo aquello que produce, genera y transforma constituyendo la base de prácticamente las actividades representadas en el PBI de un país y las atraviesa horizontalmente a todas ellas; es decir cualquier actividad que quiera crecer necesariamente tendrá que invertir en ampliar su infraestructura y/o mejorar equipos y facilidades logísticas que optimicen sus costos y los vuelvan más competitivos. Los sectores como agricultura, pesquería, minería, industria, comercio y servicios en general están vinculados en su crecimiento a actividades de ingeniería y construcción. El termómetro de la sostenibilidad del crecimiento en años futuros se mide por el crecimiento del sector construcción ya que el crecimiento del mañana se construye en el hoy y es un síntoma saludable y optimista cuando el índice de crecimiento del sector construcción llega hasta incluso duplicar el índice general de crecimiento del PBI.
Un estimado muy general del activo patrimonial del país en todos los rubros antes mencionados debe sobrepasar el billón de dólares (un millón de millones), siendo que el 80% de ello corresponde a inversión nacional con un altísimo componente y presencia de la ingeniería y construcción peruana. Es también un hecho evidente que, sin descartar la importante colaboración de la ingeniería extranjera con la nacional, la no dependencia absoluta de una nación en términos de desarrollo tecnológico y crecimiento depende de una ingeniería fortalecida y prestigiada por gobiernos e iniciativa privada del propio país.
El gran pensador y literato mexicano, Carlos Fuentes, refiriéndose a la globalización tenía una cita muy importante: “No hay globalidad que sirva si no hay localidad que valga”. También Don Felipe Ochoa, un reputado ingeniero y consultor mexicano afirmaba lo siguiente de su propio país: “México no puede seguir siendo un país llave en mano”. Junto con las universidades (cimiento de la formación de los ingenieros), los institutos de investigación, y las empresas de ingeniería y construcción conforman la base del trípode que constituye la reserva tecnológica de un país y constituye el patrimonio tecnológico de una nación. Los desarrollos modernos que apenas en décadas o lustros cambian la forma de vida de las personas son productos de la ingeniería. La ciencia descubre lo que ya existe, mientras que la ingeniería transforma y crea lo que aún no existe para generar bienestar y calidad de vida en la población, combatir y ayudar a desterrar la pobreza.
He querido que este último capítulo de la serie que he denominado “Ingeniería para los No Ingenieros” sea un homenaje a esta profesión tan fundamental para países que esperan lograr y mantener un alto estadio de desarrollo y calidad de vida. Permítanme terminar con una reflexión final: “Si la reencarnación existiera y me tocara el turno de regresar a la Tierra, le pediría al Altísimo si por favor me concediera el talento para ser ingeniero y que nuevamente me envíe al Perú, donde hay tanto por hacer en beneficio de nuestros semejantes, para continuar construyendo un país grande para todos”. Lampadia