Mientras sucede
Milagros Leiva
Para Lampadia
“No gobernaré desde la Casa de Pizarro porque creo que tenemos que romper con los símbolos coloniales para acabar con las ataduras de la dominación que se ha mantenido vigente durante tantos años. Cederemos este Palacio al nuevo Ministerio de las Culturas para que sea usado como un museo”
Existió ese día. 28 de julio del 2021. En su primer mensaje a la Nación el presidente Pedro Castillo y su sombrero inseparable sacaban el primer conejo sorpresa: no despacharía en Palacio. Vladimir Cerrón y todos los seguidores del lápiz aplaudieron excitados. Limitado e improvisado, el nuevo gobernante se fue a vivir a Breña y despachó en penumbra. Lamentablemente para sus seguidores hoy se ha confirmado que Palacio seguirá siendo Palacio y que su anuncio fue un simple show para las galerías. Un show que supo a trago amargo por la improvisación, pero que auguró muy bien lo que sería este gobierno.
“El Gobierno del Perú ha nombrado al señor Richard Rojas García como Embajador en Venezuela. A su vez, el Gobierno de dicho Estado ha nombrado al embajador Alexander Yánez Deleuze como su Jefe de Misión en Lima”. Comunicado Oficial 022-21.
Cómo olvidar este día. 15 de octubre del 2021. Richard Rojas, el hombre jefe de campaña, el que había acompañado sin descanso durante nueve meses a Castillo, el que según narración propia fue quien dio la idea de no sacarse jamás el sombrero, podía dormir feliz. ¡Era embajador! Qué importaba que Panamá no hubiera aceptado sus credenciales, que importaba que el mundo diplomático observara estupefacto su nombramiento; Rojas cantaba “Alma llanera” a todo pulmón. El problema es que no contó con la astucia del fiscal que lleva su mismo nombre. Investigado como uno de los dinámicos del Centro, Richard Rojas tuvo que someterse a la audiencia donde el Poder Judicial le sentenció impedimento de salida por seis meses. Perú Libre habló de venganza, él apenas articuló palabra y el ministro de Justicia Aníbal Torres salió en defensa del sombrero palaciego y restó importancia diciendo que Rojas no había sido nombrado embajador (¿quiere decir que los comunicados de Cancillería son mamarrachos?) y que jamás existió resolución con firma presidencial. En cristiano: otro escándalo.
“Mi agradecimiento a Ricardo Belmont por sumarse al equipo del #GobiernoDelBicentenario. Su experiencia profesional y política estará al servicio del Perú, asumiendo la asesoría del Despacho Presidencial. Lograremos un buen trabajo, pensando siempre en el desarrollo del país”.
Existió este otro día. 18 de octubre del 2021. Ricardo Belmont sale y agradece al presidente haberlo elegido asesor, anuncia inversiones inimaginables, critica a la prensa, se ríe de los caviares. Pedro Castillo tuitea feliz. Escribe casi una pastilla para levantar la moral mientras cinco dinámicos están fugados y un reglaje a políticos y periodistas empaña su gobierno. Tres días después del tuit, el mismo Belmont que luchó por ser presidente en más de una oportunidad sale de Palacio y dice que no tiene resolución que mostrar, que el nombramiento como asesor solo ha sido de palabra. En resumen: Castillo seguirá sin asesor oficial, por ahora. Mañana quizá llamen a Andrés Hurtado, el popular Chibolín.
Si algo hemos aprendido en estos ochenta y seis días de gobierno es que reina el desmadre y la informalidad. Que cualquier nombramiento que no calce puede tener la explicación más surrealista y que cualquier escándalo será siempre una buena cortina para tapar la mediocridad. Para muestra los tres conejos que acabamos de recordar. La pregunta final es una sola: ¿Castillo es consciente de sus metidas de pata o sus conejos aparentemente improvisados son simples maniobras para distraer y ocultar que en efecto no está preparado para gobernar? Lampadia