A propósito de la reciente discusión acontecida en el plano político acerca de la ampliación de la Ley de Promoción Agraria por 10 años más, consideramos oportuno republicar el siguiente artículo que realizó una crítica a los esfuerzos provenientes de la izquierda política el año pasado para eliminar dicho régimen laboral, responsable del extraordinario desarrollo de las agroexportaciones.
¿Cómo puede entenderse que los representantes de las izquierdas y afines, así como representantes de alto nivel del gobierno, propongan una norma que produciría una disminución sustancial del empleo formal rural?
Nuestras izquierdas tradicionales y sus desorientados socios en la política y en los medios, que privilegian la implantación de sus concepciones políticas anti desarrollo y anti modernidad, sobre cualquier otro objetivo, se preparan ahora para asestar un golpe definitivo al desarrollo de la población rural.
Esta vez, bajo el aparente comando del ministro de Trabajo, Christian Sánchez, y con la complicidad del diario La República, se pretende desnaturalizar uno de los sectores más pujantes de la economía, y que más beneficios ha traído al trabajador del campo, nuestra estrella de las agro-exportaciones.
El objetivo de la hipócrita campaña (hipócrita pues va en contra de los trabajadores más pobres, que supuestamente se pretende defender), es la eliminación del llamado Régimen Agrario. Algo que, más allá de malograr varias condiciones favorables a la revolución del agro peruano, eliminaría la posibilidad de mantener contratos laborales temporales para el sector.
La flexibilidad laboral en el campo es absolutamente necesaria para mantener la demanda de empleo formal en el sector agro-exportador, pues, la naturaleza de sus ciclos productivos demanda sustanciales variaciones del volumen de mano de obra durante el año. De eliminarse el régimen actual, no sería viable continuar con una serie de sembríos. El personal que se viene contratando para los períodos de cosecha, que son los de mayor demanda de empleo, tendría que pasarse a planillas de servicios permanentes, algo imposible de sustentar económicamente. Además, no se podría seguir incrementando la frontera agrícola en búsqueda de nueva producción y exportación.
Por lo tanto, la eliminación del régimen agrario supondría, desfavorecer nuevas inversiones, parar una buena parte de las operaciones actuales, y cortar la dinámica de empleo en el sector rural. Hablando claro, se perderían empleos en el campo, donde más se necesitan, empleos formales que cumplen con los mejores estándares laborales del mundo, comprobado así por las severas y minuciosas exigencias de los mercados globales.
Esto nos lleva a la pregunta inicial:
¿Cómo puede entenderse que los representantes de las izquierdas y afines, así como representantes de alto nivel del gobierno, propongan una norma que produciría una disminución sustancial del empleo formal rural?
Lampadia respondió esto hace buenos años. Resulta que el sustrato político de las izquierdas tradicionales es el ‘pos-extractivismo’. Una propuesta alocada que pretende llevar al país a un régimen de lo que llaman la ‘buena vida’, y que conlleva decisiones dramáticas sobre la orientación productiva y socio-económica del Perú.
El pos-extractivismo, plantea reducir nuestra producción de minerales, pescados, madera, y alimentos, entre otros, a un mínimo volumen que solo sirva para sobrevivir. El caso de los alimentos (que da sustento a la oposición al régimen agrario), es especialmente ridículo. Se pretende que no exportemos alimentos, o sea, no se necesitaría mantener un régimen promocional de la producción agrícola. Todo lo contrario, esa forma de pensar lleva a parar la agro-exportación.
Increíblemente, los supuestos defensores de los pobres pretenden que estos, que están mayormente concentrados en el área rural, se contenten con producir alimentos para el mercado local. O sea, en vez de producir para los inmensos mercados globales, que pagan muy buenos precios, en el secuestro del mercado interno, serían condenados a la pobreza eterna.
Ver en Lampadia más información sobre los absurdos planteamientos del pos-extractivismo:
La agro-exportación es una de las mayores oportunidades de desarrollo del país:
- Es una de las industrias de mayor valor agregado.
- Intensiva en mano de obra en el área rural.
- Crea encadenamientos productivos que demandan empleo indirecto e inducido.
- Altamente tecnificada en todo su proceso productivo y logístico.
- Lleva nuestras fabulosas frutas y hortalizas a los mercados más exigentes del mundo.
- Pone en la mesa de los consumidores más ricos del mundo, frutas y hortalizas frescas, algo impensable hace pocos años.
- Mantiene condiciones productivas, laborales y de gestión, del más alto nivel global, fijadas por los requerimientos de los compradores en el exterior.
- Dado su alto valor relativo en los mercados globales, las agro-exportaciones sifonean recursos económicos de los bolsillos de los consumidores más ricos, a los sustentos de vida de los productores más pobres, como nuestros agricultores
- Es un sector de alta productividad.
Veamos el privilegio del Perú, que hoy produce las mejores frutas y hortalizas del mundo, en comparación con los países dedicados a producciones masivas y mecanizadas, de alimentos commodities:
Como se ve en el cuadro, el Perú produce frutas y hortalizas de exportación en 180,000 hectáreas, prácticamente por el mismo valor de unos US$ 2,600 millones, que los productores de alimentos commodities en 2´570,000 hectáreas. Esa es la productividad de las agro-exportaciones peruanas. Así es como el Perú puede traer del exterior una gran riqueza, que como veremos luego, tiene impactos positivos múltiples, incluyendo especialmente una importante demande de empleo formal y de calidad, en los sectores más pobres del país.
Este desarrollo se da en competencia con otros países de la región, que también han dinamizado sus exportaciones agrícolas. En este espacio, el Perú tiene que cuidar su posicionamiento.
Veamos ahora algunos elementos de la información preparada por Apoyo Consultoría para AGAP y COMEXPERU: Impacto de la Ley de Promoción del Sector Agrario (Ley 27360).
1. Crecimiento de la producción
En los últimos cinco años, la exportación de uvas creció de US$ 368 millones a 652, la de paltas de US$ 136 millones a 581, la de arándanos de ‘cero’ a US$ 361 millones, etc., etc. Llegando a posicionarnos como uno de los mejores y mayores exportadores de frutas y hortalizas frescas.
2. Crecimiento del empleo
3. Evolución de la productividad
4. Formalización del empleo
5. Disminución de la pobreza
6. Crecimiento del número de exportadores
7. Evolución de las remuneraciones
8. Crecimiento de ingresos comparados
Del estudio se destacan además los siguientes elementos
- Aumento de los salarios del sector agrario, estos han pasado de un promedio de S/ 658 en el 2004 a más de S/ 1,400 en el 2017.
- Incremento del empleo asalariado de 19% de la PEA agrícola a 24%, y en la costa alcanza el 56%.
- Inclusión de la mujer rural a la economía formal, incrementado en casi 8 veces la participación de la mujer en las actividades del sector.
- El poder adquisitivo de los trabajadores ha crecido a un ritmo de 3.4% por año en promedio desde el 2004.
- El desarrollo del sector agrario es un factor fundamental de la disminución de la pobreza en las zonas rurales.
- La demanda laboral del sector depende del ciclo natural de las plantas, en época de cosecha la necesidad de contratación puede ser de 2 a 3 veces superior que las necesidades del resto del año.
Como ejemplo de los beneficios laborales desarrollados en el Perú rural, podemos ver los establecidos por una empresa representativa del sector:
La verdad es pues todo lo contrario de lo que se viene difundiendo desde el Ministerio de Trabajo, centrales sindicales, el diario La República, y por parte de los acólitos del pos-extractivismo.
Las agro-exportaciones son una de las joyas productivas desarrolladas por peruanos que hoy deslumbran al resto del planeta. Esperamos que el gobierno se informe mejor sobre esta realidad y ejerza su liderazgo en consecuencia. Lampadia