Fausto Salinas Lovón
Desde Cusco
Para Lampadia
Sendero Luminoso causó la muerte de por lo menos 70,000 personas al desatar su sanguinaria aventura terrorista en 1980 y pretender tomar el poder “desde el campo hasta la ciudad”. Su accionar fue subrepticio, nocturno, alevoso y aun en el campo, después de ajusticiar policías, maestros, autoridades o dirigentes comunales, se “escondía detrás del pueblo” y simulaba ser parte de él. Esta cifra corresponde a la Comisión de la Verdad y Reconciliación y, aún cuando para muchos es una cifra discutible que ha sido hallada por estimaciones estadísticas antes qué por conteos oficiales, nos da cuenta de las graves consecuencias sociales y morales de la aventura política iniciada por un fanático profesor universitario seducido por el maoísmo. Esta cifra incluye también los muertos del MRTA y los que se atribuyen a la represión policial y militar.
La amenaza terrorista empezó a desmoronarse a partir setiembre de 1992, con la caída del sanguinario cabecilla Abimael Guzmán, el desarmado de la cúpula senderista a partir de ese año y en abril de 1997, con la liberación de la Embajada del Japón secuestrada por el MRTA por parte del Comando del Ejército denominado “Chavín de Huantar”. A partir de ese momento, el terrorismo dejó de ser una amenaza para la gobernabilidad del país y se convirtió en un problema de seguridad focalizado en los valles del Huallaga y el VRAE, donde el senderismo se convirtió en el brazo militar del narcotráfico. Desde entonces, se han capturado o abatido a sus mandos: en 1999 a Feliciano, en los años siguientes a los camaradas Clay, JL, Piero y Rubén. El 2012 a Artemio y este mismo año, a uno de los Quispe Palomino, el Camarada Raúl.
Sin embargo, el terrorismo no desapareció como irresponsablemente cantó victoria el fujimorismo con fines electorales el año 2000. El auge económico de las primeras dos décadas del siglo 21 nos hizo olvidar que estaba allí, como siempre, infiltrado “escondido detrás del pueblo”.
Sus mandos medios quedaron. Sus simpatizantes quedaron. Los hijos y las viudas resentidos de sus caídos quedaron larvando el resentimiento más abyecto contra “el sistema” que los abatió. Sus cuadros se volvieron a esconder “en el pueblo” y “en el campo”. Comenzaron a infiltrar instituciones, gremios y lo que es más serio, la mente de los peruanos hasta hacerlos olvidar sus crímenes y atrocidades. Hoy Sendero Luminoso no se reduce a sus rezagos en el VRAEM o al Movadef y sus satélites. Es más que eso y le ha declarado la guerra al país, nuevamente. Ya no desde la clandestinidad, incendiando las ánforas en Chusqui (Cangallo – Ayacucho) como lo hizo en 1980. Ahora ha tomado todas las ánforas necesarias, las actas, los padrones, las autoridades electorales y ha llegado al poder, sin haber soltado un solo disparo.
- ¿Ha existido mayor afrenta a la moral del país en toda su historia?
- ¿Existe mayor enemigo para nuestro país que este, que originó la muerte de más de 70,000 compatriotas?
- ¿Esta afrenta es un mero episodio aislado que nuestra democracia pop del tweeter y los influencer sin historia querrán relativizar?
- ¿Es este un hecho fortuito de una democracia débil que se puede corregir?
- ¿No estamos acaso ante un ataque permanente a la nación? ¿No es esta una guerra que el Perú enfrenta desde 1980, que no ha cesado y que hoy se desenvuelve en un plano distinto?
Ninguna felonía grupal, individual o traición que registra nuestra historia ha tenido la magnitud de esta afrenta que consumió DOS DÉCADAS de nuestra historia, que destruyó nuestra moral, que nos puso al borde de la ingobernabilidad y que hoy, desde el poder, está poniendo los cartuchos para dinamitar el edificio institucional de nuestro país.
No hay mayor afrenta moral al país que la complicidad con Sendero Luminoso.
Por ello, creo que el CONGRESO está demorado en su verdadera y tal vez única tarea. La VACANCIA de PEDRO CASTILLO. Insistir en mantener en el gabinete a autores materiales de actos terroristas no es un error político que se corrige con la censura, no es una afrenta que se limpia con la interpelación, no es solo una provocación que se resuelve denegando la confianza. Es la evidencia que faltaba para mostrar la permanencia de esta grave afrenta moral. La Constitución lo llama “incapacidad moral permanente”. El sentido común lo llama: VACANCIA. Lampadia