Fernando Cillóniz B.
CILLONIZ.PE
Ica, 22 de enero de 2021
Para Lampadia
Sólo el Estado debe comprar, distribuir, y aplicar las vacunas contra el COVID 19. Eso dijo la periodista Juliana Oxenford en una reciente entrevista televisiva. Incluso, agregó – la Primera Ministra, felizmente, había aclarado el asunto, y ninguna farmacia, clínica, o empresa privada iba a poder vacunar a ningún peruano contra el virus de marras. Sólo el Estado lo hará… ¡qué alivio! –. Palabras más, palabras menos… eso fue lo que dijo la periodista.
Bueno pues… resulta muy preocupante que muchos peruanos piensen como Juliana Oxenford. – ¿Qué les pasa? – me pregunto. ¿Acaso el Estado peruano está preparado para acometer una misión tan descomunal como la vacunación de todos los peruanos… costa, sierra y selva; norte, centro y sur; hombres y mujeres; primero a los mayores de 65 años, y luego los menores; niveles socioeconómicos A, B, C, D y E; médicos y enfermeras; policías y militares… a todos? ¡Ese Estado que ni siquiera es capaz de comprar mascarillas, suministrar oxígeno a los pacientes COVID, ni de dotar de agua a la población para lavarse las manos! ¿Alguien en su sano juicio cree que ese Estado fallido por donde se le mire, va a vacunarnos a todos, de manera eficiente y oportuna? ¡Por favor… pisen tierra!
Obviamente, el tema de la gratuidad del servicio tiene mucho que ver en el asunto. Soñar no cuesta nada. Pero igual… sabiendo de la clamorosa inoperancia del Estado ¿qué de malo tendría que la gente que pudiera pagar por una vacuna – voluntariamente – lo hiciera? ¿Acaso, eso no sería un alivio para el Estado? ¿Qué de malo tendría que empresas o instituciones privadas – por conveniencia propia o por lo que sea – vacunasen a sus trabajadores por cuenta de ellas? ¿Acaso, eso no sería otro alivio para el Estado?
¡Qué problema! Aparte del Coronavirus, pareciera que estamos contagiándonos – también – del virus del estatismo. Ese virus que yo creía extinguido – y para siembre – después del pernicioso estatismo de los años 70´s y 80´s… y sus secuelas de escaseces y colas, acaparamiento y corrupción, hiperinflación, pobreza y terrorismo, desempleo, narcotráfico, y todo lo demás.
Pero no… el virus del estatismo está vivito y coleando. Y no sólo políticos populistas y demagogos han caído en sus garras. Hay muchos jóvenes – que ciertamente no vivieron las “décadas perdidas” de los 70´s y 80´s – que apuestan por el estatismo para alcanzar el bienestar y progreso de nuestra población. Incluso – aunque parezca mentira – muchos periodistas y académicos están en esa onda.
En general, yo diría que la política, el periodismo, y la academia – mayoritariamente – apuestan por la vuelta del estatismo en nuestro país. Ellos son los que proponen una nueva constitución para que el Estado haga las veces de gran empresario. Ellos son los que plantean aumentar los impuestos para agrandar el Estado. – ¿Qué les pasa? – me vuelvo a preguntar. ¿No les basta con mirar a Venezuela para saber a dónde nos llevaría el estatismo?
Felizmente, hay un Perú silencioso – que sale muy poco en la prensa – que mayoritariamente condena el estatismo. Me refiero a los miles – y millones – de microempresarios que detestan la burocracia y la corrupción en el Estado. Me refiero también a los peruanos que deploran los bloqueos de carreteras y el vandalismo callejero, y que piden sanciones severas para los perpetradores de tales delitos. Incluso, me refiero a los que mayoritariamente – al momento de ser encuestados – responden a favor de las inversiones privadas. Es decir, del empleo formal en las empresas e instituciones privadas. Y que se manifiestan en torno a la importancia de la minería y su rol dinamizador de la economía regional y nacional.
Felizmente – repito – ese Perú silencioso y mayoritario va a contrarrestar los efectos perniciosos del virus del estatismo. Estatismo nunca más… así se llama la vacuna que – a diferencia de la del COVID – está disponible en nuestro país desde hace 30 años. Lampadia