Fernando Cillóniz B.
Gobernador Regional de Ica
Ica, 13 de setiembre de 2017
Para Correo Ica y Lampadia
Todo el mundo conoce el refrán… “del amor al odio hay solo un paso”. Pero ¿qué significa – realmente – el famoso refrán? ¿Qué vincula a una situación con la otra, a pesar de estar – cada cual – en las antípodas? ¿Es que se puede pasar del amor al odio, así como así… de buenas a primeras?
La respuesta es sí. Veamos – si no – lo que está pasando en la Beneficencia Pública de Chincha. De buenas a primeras… la institución ha dejado de ser beneficencia… y se ha convertido en maleficencia. Pero ¿qué pasó? ¿Por qué – aparentemente, sin ton ni son – la institución emblemática de los pobres de Chincha, ha pasado del bien al mal?
Muy sencillo… hay un ton y un son que la han aletargado. El ton y el son que ha producido este letargo… tienen nombre y cargo. El nombre es Alberto Oliva, y el cargo… Congresista de la República. La pregunta es ¿qué hace un Padre de la Patria en la gestión – por lo bajo – de una institución asistencial, tan importante para la gente pobre? ¡Clientelismo político pues… ese es el tema!
Estamos ante un grave atropello. Los testimonios de los funcionarios removidos recientemente son – recontra – comprometedores. El directorio ha dejado de funcionar con la fluidez de siempre. Las nuevas designaciones de cargos administrativos se están haciendo de manera arbitraria. Cero meritocracias. Los típicos emisarios – “del padrino” – están requiriendo información de obras – léase nichos – que están por hacerse, y relaciones de cargos – con remuneraciones asignadas – para ver cómo repartir la torta entre “los ahijados”.
¿Y los pobres… que son la razón de ser de la institución? Mal… muy mal. Los niños desamparados, los indigentes, los menesterosos… a quienes la beneficencia asistía con comida, vestido, medicinas, techo, y – hasta – sepultura están sufriendo las consecuencias. ¡No hay derecho!
Aunque – de hecho – lo va a negar, Oliva ha puesto recientemente a 3 – de los 5 – directores de la Beneficencia Pública de Chincha. Al presidente y vicepresidenta… ambos en representación del Ministerio de la Mujer, y a la representante del Ministerio de Vivienda. Obviamente, las resoluciones de nombramiento provienen del Ministerio de la Mujer y del Ministerio de Vivienda… como corresponde.
Pero lo que Oliva no puede negar, es que los personajes en cuestión son “sus patas”. El común denominador es la Universidad Inca Garcilaso de la Vega – filial Chincha – donde Oliva era el mandamás, hasta que fue elegido congresista.
Y ¿qué vela tengo yo en este entierro? Pues la tengo; 2 directores de la beneficencia son designados por el Gobierno Regional… uno en representación de la Dirección Regional de Salud, y otro de la Dirección Regional de Educación. De modo que no solo tenemos injerencia en la gestión de la beneficencia, si no – también… y, sobre todo – responsabilidad.
En realidad, no es la primera vez que Oliva hace gala de su “poder” congresal. La designación de “su pata” Renzzo Sotelo como Prefecto de Ica, fue patética. Sí… Renzzo con doble “Z”. Pero le salió el tiro por la culata. Aquel badulaque que dijo – públicamente – que el epicentro del Terremoto del 2007 no fue en Pisco, sino en Chincha; y que la intensidad del sismo no fue de 7.9° sino 8.3°, duró – gracias a Dios – muy poco en el cargo. Habló tanta insensatez en tan poco tiempo que – como tenía que ser – su resolución de destitución salió sin siquiera un “gracias” de por medio.
Pues bien… así estamos. He aquí mi opinión crítica… y mi protesta. ¡Pobres… los pobres de Chincha! La Beneficencia Pública está siendo avasallada. Veremos en qué termina todo este embrollo. Pero ahí estaremos nuestros directores y el Gobierno Regional para luchar – en minoría – contra el clientelismo político. Eso que tanto hace Oliva… pero que tanto le molesta cuando alguien se lo enrostra. Lampadia