Carlos E. Gálvez Pinillos
Expresidente de la SNMPE
Para Lampadia
Ya estamos prontos a cumplir un año con la pandemia del COVID 19 y no hemos aprendido, ni mejorado nada. Para marzo 2020, cuando se declaró oficialmente la emergencia sanitaria en el Perú, nadie analizó ni evaluó debidamente la situación, nadie en el gobierno estableció una estrategia y peor aún, sin el menor dimensionamiento del problema, alcance e implicancias, decretaron una cuarentena de 15 días, que duró muchos meses. Una disposición efectista pero irracional ¡existo, porque doy órdenes! Mientras se disponía el uso de mascarillas y del distanciamiento social, simultáneamente se enviaba a la gente de menores recursos, en transporte masivo, a hacer colas para recibir un bono que les llegó tarde, mal y en muchos casos, nunca. El monstruo de la corrupción se alimentó transfiriendo dinero a las municipalidades, etc.
En pocos días se dispuso la paralización de toda la economía, sin ningún criterio, sin análisis costo/beneficio. Dominados por la ideología, nadie estudió la tabla Insumo/Producto nacional, no definieron las actividades esenciales, ni aquellas que contribuyen a su funcionamiento. En suma, no había un ministro de economía que defina el funcionamiento adecuado de las actividades necesarias, para que nuestro sistema económico sufra lo menos posible, mientras controlábamos y combatíamos la pandemia.
El Perú demostró que, entre la regionalización y los gobiernos municipales, se había convertido en la versión actualizada de “La Torre de Babel”, pues mientras el gobierno general no sabía qué hacer y menos, mostrar alguna capacidad para disponer medidas racionales, paralelamente, los “reyezuelos sub-nacionales” dispusieron su control territorial, impedían el libre tránsito nacional, (no faltó un loquito, en La Molina, que quiso usar a las FFAA para que nadie entre al distrito sin su permiso).
Por otro lado, mientras contábamos con un Estado lleno de dinero, producto de la tributación del sector privado, pero no usado debidamente por los sucesivos gobiernos, el sector salud no contaba con una estructura adecuada que le permita un adecuado manejo de la atención primaria, menos con un equipo profesional honesto que defina y ejecute la estrategia sanitaria. En febrero de 2020, el MINSA determinó el uso de pruebas moleculares para definir un cerco sanitario, pero cambiaron a la ministra y el reemplazante optó por las pruebas rápidas y sin criterios adecuados.
El país contaba en ese momento con menos de 200 camas UCI y se fijaron el objetivo de contar con 5,000 camas UCI. No obstante, a la fecha, con menos de 1,700 pacientes, ya hemos saturado la capacidad instalada. Ha transcurrido casi un año y “hemos armado hospitales para las fotos de Vizcarra”, que hoy en la segunda ola, no existen. No tenemos respiradores, las empresas han donado plantas de oxígeno y el Estado ha llegado a declinar tales donaciones. Hay que resaltar, que mientras el 6 de mayo 2020, el presidente Piñera recibía en Santiago un avión de su Fuerza Aérea, con un primer lote de 117 respiradores, de un total de 500, en el Perú, Vizcarra y su ministro Zamora, andaban “como perro tras de su cola”, sin comprar pruebas moleculares, sin importar respiradores mecánicos, ni querer recibir oxígeno o plantas de oxígeno en donación de las empresas, al punto que a fines de julio 2020, la empresa privada entregó 30 respiradores fabricados por la Marina de Guerra del Perú.
Hoy tenemos las mismas debilidades y no hay lecciones aprendidas en aplicación.
Ahora, con las vacunas, somos el país que más tarde ha reaccionado a la necesidad de compra. Ni siquiera se toma decisiones de gobierno para traer el primer lote de un millón de estas en un avión de la Fuerza Aérea, tampoco de la empresa aérea privada que ofreció un avión y hasta para contratar los servicios logísticos de despacho de China al Perú, se requiere que el sector privado contrate el servicio y pague por éste.
La empresa privada, siempre ha estado en la primera línea para resolver los problemas del país, pero desde el aparato de gobierno, tal como decía mi abuelita, “ni se ponen ni se encluecan”, no toman decisiones, no ejecutan, no gestionan y al llenarse de “oenegeneros”, no tienen la menor idea de lo que es gerenciar. En conclusión, mientras todos los países del mundo están en plena vacunación, aquí pasan las semanas y nadie se ha planteado siquiera un plan comunicacional para invocar a la población a vacunarse, al punto que, hemos pasado de 22% en agosto 2020, a 48% a la fecha, que no quiere vacunarse.
Mención singular merece, que la ex-ministra de economía que le pagó a la ONG COVAX Facility US$50 millones para que nos ayude a conseguir vacunas, se haya ido a trabajar con ellos a Ginebra. (Ahí si no hay puertas giratorias, ni se trata de corrupción…). Debiéramos contar con una publicación detallada de los sucesivos ministros, que cierran contratos con ONGs, BID, Banco Mundial, entre otros y al término de su función, se van contratados por ellos.
¿Nadie le ha dicho a la “generación equivocada”, que fruto de sus marchitas de protesta, se ha triplicado el número de hospitalizados por COVID en sólo un mes de maduración de los contagios ahí generados y que producto de su gracia, ya no hay camas UCI disponibles en el Perú? ¿Que el gobierno no está trabajando un plan serio de pruebas moleculares y formación de cercos sanitarios, ni está agilizando la importación y aplicación masiva de vacunas? ¿Que no hemos aprovechado para progresar en la masificación de cuentas bancarias electrónicas, para posibles depósitos por bonos de forma bancarizada? Ojalá no se les ocurra volver a imponer las mismas medidas absurdas que no funcionaron en la primera ola, aunque por la prohibición de circular en vehículos privados los días domingo, ya me dan qué pensar.
Debiéramos dar a conocer estos hechos, a todos aquellos que reclaman más Estado. No nos confundamos, necesitamos un Estado pequeño, pero fuerte, ágil en la gestión y simple en su estructura, que use los recursos públicos en resolver las necesidades básicas de la población más necesitada y reduzca la burocracia que tenemos enquistada y que cada día destruye valor para la sociedad.
Bien decía Ronald Reagan, que; “El gobierno no es la solución a nuestros problemas, sino que, el gobierno es el problema.” Lampadia