Rafael Venegas
Director Independiente de Empresas; Senior Advisor de Spencer Stuart
Para Lampadia
Esta frase que seguramente es muy conocida por los abogados le pertenece al político, orador y gran historiador romano Cornelio Tácito. Lo interesante es que a pesar de que tiene casi dos mil años, sigue muy vigente en todo el mundo y últimamente con mucho énfasis en nuestro país. La traducción literal al español es ¨Cuantas mas leyes existan, más corrupta será la república¨ o mas directo ¨a más leyes más corrupción¨. Un indiscutible hecho que creo nadie puede objetar.
En nuestro país los últimos congresos han generado una enorme cantidad de leyes y han modificado la constitución a su antojo y sin el debido proceso. Pero esto no solo ocurre en el congreso, también sucede en cualquier organismo del estado, ya que la emisión de nuevas reglas, procedimientos, disposiciones, ordenanzas y cualquier tipo de normativa, que en su mayoría son absurdas e inaplicables, es cosa de todos los días. Esto que en su gran mayoría es hecho adrede por los burócratas, hace tan complejo su cumplimiento lo cual es aprovechado para crear espacios apropiados para la corrupción.
Sabemos que este vicio afecta a casi todo el mundo y desde tiempos inmemoriales. Lo que es distinto son las magnitudes y las modalidades en cada país. La corrupción no es sólo un problema moral, sino también económico y muy grande. Se estima que el monto anual que se pierde por la corrupción globalmente supera los tres trillones de dólares. Mas del 2% del PBI global.
La corrupción se define como ¨el abuso del poder para beneficio propio¨ y se presenta en todos los frentes y a todo nivel. Desde un empleado público del nivel mas bajo, hasta el mas alto servidor público del país (el presidente de la república, el primer ministro, el dictador de turno y hasta el rey). Casi todos cobran por hacer uso del poder temporal que se les ha confiado.
Hay muchas formas de corrupción, pero haciendo un esfuerzo de clasificación, podríamos agruparlas en tres tipos.
El primero es la ¨gran corrupción¨, que es el abuso del poder de alto nivel para beneficiar a uno o a unos pocos (los corruptos), en perjuicio de muchos (el país). Aquí se incluye el fraude y malversación en las compras a gran escala, especialmente en los sectores de defensa y salud, así como también los proyectos de infraestructura pública. También se incluye el lavado de activos, la evasión fiscal, el contrabando a gran escala y la cartelización de precios.
El segundo tipo es la ¨corrupción hormiga¨, que es el abuso diario de los funcionarios cuando interactúan con ciudadanos que requieren hacer uso de algún bien o servicio público. Estos funcionarios incluyen a los burócratas de oficinas públicas, la policía, los fiscales, los jueces, los reguladores y cualquiera que ostente algún tipo de poder. Aquí se paga (soborna o coimea) por apurar o demorar trámites, por exonerar o reducir multas o castigos, por inventar o archivar denuncias o juicios, por conseguir citas médicas o hasta camas en hospitales, por obtener certificaciones, por aprobar velozmente o denegar la inscripción de partidos políticos, etc. Toda una industria y para muchos un modus vivendi.
El tercero tipo es la ¨corrupción política¨, que es el mal uso del poder para la manipulación de instituciones, normas, procedimientos públicos y hasta para modificar o adecuar leyes en beneficio propio o para cumplir con ¨encargos contratados¨. Aquí también se incluye la cleptocracia (robo de fondos públicos), el tráfico de influencias y el clientelismo, modalidad muy usada en el Perú.
En todos estos casos hay dos frentes que participan y que hacen posible la transacción ilegal. Si uno de ellos no participa no hay transacción y por lo tanto no hay corrupción. Pero si ambas partes están de acuerdo y se concreta la transacción ilegal, ambos son igualmente culpables de corrupción y deben recibir sanción.
Los tres tipos de corrupción existen hace muchos años en el Perú lo cual genera un gran perjuicio económico y sobretodo una profunda crisis moral. A pesar de esto, nunca se ha enfrentado el tema con convicción y firmeza y siempre se ha quedado en falsas promesas o fracasados intentos. El problema es que en los últimos años este mal ha crecido desmesuradamente. Prueba de esto es que desde 1985 hasta hoy día, los seis presidentes que han gobernado en ese periodo han estado involucrados en temas de corrupción y están presos o denunciados esperando juicio. Lo propio sucede con jueces, congresistas, gobernadores, alcaldes, militares de alto rango y hasta empresarios privados. ¡Una verdadera vergüenza nacional!
A mi parecer el crecimiento de la corrupción de los últimos años en nuestro país se debe principalmente a tres factores claves: la tremenda falta de valores éticos y morales, el gran deterioro del sistema de justicia y la vergonzosa y escandalosa impunidad. Si no hay firmeza, transparencia y celeridad en la investigación, acusación, proceso judicial y sanción, no hay ninguna posibilidad de detener esta peste, que seguirá creciendo.
Como el combate y derrota de este mal se ve como muy difícil o casi imposible, la gran mayoría de personas ya ¨tiraron la toalla¨ y piensan que debemos aprender a vivir con él. Tal vez hay algo de razón en este razonamiento, pero felizmente existen ejemplos reales de éxito de la lucha y derrota de la corrupción en países que tuvieron un escenario de corrupción igual o peor que el nuestro.
Transparencia Internacional (Coalición Contra la Corrupción), procesa y publica desde hace varios años un Índice Anual de Percepción de la Corrupción. En el se califica a 180 países, desde los mas limpios de corrupción, hasta los más corruptos. En el ranking del 2019 mas de dos tercios de los países no tenían nota aprobatoria (mayor a 50/100), siendo el promedio 43/100. Es decir, el mundo está ¨jalado¨ en el combate contra la corrupción. Los cinco países mas limpios son Nueva Zelanda, Dinamarca, Finlandia, Singapur y Suiza y los cinco mas corruptos Somalia, Sudan del Sur, Siria, Yemen y Venezuela. El Perú aparece en el puesto 101 con nota desaprobatoria de 36/100.
Lo interesante de este ranking, es que se pueden ver los resultados de las políticas que aplican los países (si es que suben o bajan en el ranking). Los casos de Singapur y Hong Kong son dos grandes ejemplos de una efectiva aplicación de normas anticorrupción. Mientras que Venezuela es un claro ejemplo de deterioro al caer muchos puestos ubicándose como el quinto país mas corrupto con una nota de 16/100 en el 2019.
Tanto Singapur como Hong Kong sufrían de gran corrupción en los años sesentas/setentas y estaban muy mal ubicados en el Ranking de Transparencia (como lo está hoy Perú). Sin embargo, en el 2019 están entre los países mas limpios de corrupción del mundo. Singapur está en el puesto cuatro (85/100) y Hong Kong en el doce (77/100). Entonces esto nos confirma que sí es posible combatir exitosamente contra la corrupción.
¡Si se puede!
¿Cómo lo lograron? Ambos lo hicieron casi con la misma receta, ya que Hong Kong utilizó las medidas implementadas en Singapur como modelo, pero diez años después. Ambos programas se basan en:
(1) Voluntad y compromiso político de muy largo plazo.
(2) Autoridad independiente y autónoma, con legislación ad-hoc y línea de reporte directa a la máxima autoridad del país.
(3) Absoluta firmeza en la aplicación de la norma, sin miramientos ni excepciones.
(4) Personal operativo de primer nivel y uso intenso de la tecnología y
(5) Cero Impunidad.
Ambos gobiernos crearon sus respectivas autoridades autónomas. La CPIB (Corrupt Practices Investigation Bureau) en Singapur y la ICAC (Independent Commission Against Corruption) en Hong Kong. Las historias de ambas son muy interesantes y aleccionadoras y tal vez serán contenido de otro artículo.
Como mencioné antes la corrupción no solo impacta negativamente la moral de la población, sino que también hace un daño terrible a la economía del país y de los ciudadanos. Como ejemplo les menciono que Singapur tenía un PBI per cápita de $450 en 1965, cuando inició su lucha contra la corrupción. Actualmente este indicador supera los $70 mil. En comparación, el Perú tenía casi el mismo PBI per cápita que Singapur en 1965 y hoy es $7 mil; 10 veces mas pequeño. Gran diferencia que grafica de alguna manera el impacto tan negativo que tiene la corrupción en el país.
Las historias de lucha y derrota de la corrupción de Singapur y Hong Kong son un vivo ejemplo que esto es posible de lograr, así se tenga este mal enquistado en nuestra sociedad. Por lo tanto, no debemos rendirnos y pensar en acostumbrarnos a vivir con corrupción, sino que hay que demandar a nuestros gobernantes que no se queden en lindas promesas y que hagan copy/paste de estos programas exitosos.
¡Otro sueño! Lampadia