Pablo Bustamante Pardo
Director de Lampadia
Cuando analizamos el primer gabinete de ministros del recién inaugurado gobierno de Pedro Castillo, sentimos la sensación de que se han abierto las puertas más oscuras y han salido los jinetes del apocalipsis.
1. Incapacidad y desenfoque
Este conjunto de gentes, más allá de sus obvias incapacidades para la gestión pública, se muestra insensible a los verdaderos deseos y esperanzas de los peruanos, ver en Lampadia: Lo que pide ‘El Pueblo’.
La última encuesta de Datum, de la semana pasada, confirma lo mismo:
- el 57% considera que los miembros del gabinete no serán capaces de liderar los ministerios
- solo el 5% de los ciudadanos considera prioritaria la formación de una asamblea constituyente
- el 76% rechaza el nombramiento de Bellido como primer ministro
- el 67% considera que el gobierno está restringiendo la libertad de prensa
- el 55% considera que Castillo privilegia los intereses de su partido antes del bienestar y unión de los peruanos
2. Agravio a nuestra historia y a los prohombres que forjaron nuestra nacionalidad
En su mensaje de inauguración, el presidente Castillo pretendió desconocer y tergiversar 700 años de nuestra historia, adorando falsos ídolos y pasando por alto los grandes aportes de tantos hombres y mujeres que forjaron nuestra nacionalidad con sacrificios y entrega personal.
Hace más de 100 años, Víctor Andrés Belaunde nos habló de ‘la síntesis viviente’, para explicar la identidad peruana y el mestizaje fundado en valores.
Cuando en 1914, Belaunde exclamó “¡Queremos patria!”, reclamaba la valoración de las tradiciones que formaron a nuestro país. Posteriormente Basadre, con su “promesa de la vida peruana”, hablaba de “un ideal de superación individual y colectiva” que debía ser obtenido por el desarrollo integral del país, “la explotación de sus riquezas, la defensa y acrecentamiento de su población, la creación un mínimum de bienestar para cada ciudadano y de oportunidades para ellos”.
Para Belaunde, la promesa implicaba también la formación de un espacio donde existiera una identidad y una tradición común que no excluyera sino integrara las diversas culturas locales. Esta promesa no era un ideal que debía construirse después de arrasar con el pasado, sino que debía estar arraigado en la historia y en la cultura del país para poder proyectarse hacia el futuro.
Desde estas páginas rechazamos todo intento de segregar nuestra historia y de injuriar el legado de los forjadores de nuestra nacionalidad. El Perú sigue siendo un país en construcción, tenemos mucho que mejorar y consolidar, pero ello no es óbice para deslegitimar nuestros esfuerzos de integración, y menos para plantear rupturas estructurales.
Hace algunos años estuvo en el Perú un importante miembro del gobierno chino, que nos dio una clase de historia explicando como la China afirmaba que tenía una sola historia, a pesar de haber pasado por el antiguo imperio, la ocupación extranjera, el comunismo estatista y la revolución de mercado.
¿Qué se pretende con ese afán desintegrador?
3. El desprecio a nuestras instituciones militares, policiales y diplomáticas
Con los nombramientos en el gabinete, de personajes vinculados al terrorismo y las guerrillas, se está agraviando las tradiciones de nuestras Fuerzas Armada y Policiales, que hasta hace pocos años debieron entregar sus vidas para darnos la paz que todos reclamábamos.
Otro acto inaceptable es el nombramiento de un guerrillero indultado por la dictadura de Velasco Alvarado, como canciller. Un insulto a los valores que representa el cuerpo diplomático en nuestra historia.
4. Ruptura con nuestros aliados y acercamiento a las satrapías empobrecedoras de Cuba y Venezuela
En lugar de fortalecer nuestras alianzas con los países que junto con nosotros se han integrado al concierto internacional, como el camino para alcanzar la prosperidad y el bienestar general, el gobierno de Castillo pretende asociarnos con los llamados países de Alba recreando Unasur, el fracasado instrumento de política regional de Chávez.
No queremos ser parte de los países que regresionan y empobrecen a sus poblaciones. Veamos la performance de Venezuela:
El Perú tiene un gran potencial de desarrollo. Este gobierno de negacionistas, y vendedores de sebo de culebra no solo impedirá que continuemos con nuestro progreso, pretende llevarnos de regreso a los peores años del siglo XX, en los que nos impusieron el pensamiento de la izquierda, que después de hacernos perder 30 años, nos dejó exánimes.
- En 1990 los ingresos del Estado habían colapsado al 3.8% de un PBI minúsculo,
- la pobreza llegaba al 60% de la población y
- las empresas más grandes facturaban menos de US$ 600 millones al año, cuando las de Ecuador lo hacían por encima de US$ 1,500 millones.
Insistimos en mostrar las evidencias de la prosperidad de los peruanos, para que los ciudadanos reclamemos la presencia de los hombres más capaces y la aplicación de las políticas públicas de la prosperidad, especialmente en momentos como los actuales: Ver en Lampadia: La prosperidad sin precedentes del Perú.