La crisis en Venezuela los ha llevado a un caos generalizado. La escasez de alimentos y medicinas y los constantes saqueos son la expresión más clara de la crisis humanitaria que se ha venido fraguando durante un largo tiempo. La actividad económica está disminuyendo drásticamente y la inflación sigue aumentando al galope, creando un ciclo vicioso que es reforzado por la parálisis política, la falta de electricidad y la prepotencia política del agonizante régimen del ‘socialismo del siglo XXI’.
La población de Venezuela sufre actualmente una grave crisis de inflación. La tasa de inflación real de Venezuela es un gran misterio, dado que el gobierno rara vez publica los números oficiales. Sin embargo, según el Fondo Monetario Internacional (FMI), Venezuela cerrará el año con una inflación del 475.8%. Esos números exorbitantes se empequeñecen frente a las perspectivas: El FMI cuadruplica las cifras para el 2017.
A medida que el país se aproxima a los niveles de hiperinflación, la compra de artículos cotidianos (cuando están disponibles) utiliza tantos de billetes que los negocios han empezado a abandonar el conteo y están pesando el dinero. Cajas y bolsas de billetes se están convirtiendo en una molestia para los dueños de tiendas que tienen que encontrar lugares para almacenar sus ingresos.
Esta situación nos hace recordar a los peruanos nuestra propia historia. En la década de 1970, la dictadura militar de Velasco y Morales Bermúdez iniciaron una de las mayores inflaciones de la historia de la economía mundial. Una de las mayores en dos aspectos, por su incidencia y su duración. La hiperinflación peruana descalabró a nuestra sociedad por más de 20 años y en un solo año llegó a generar un aumento de precios de 7,482% (1990).
Para recordarles un poco a los más jóvenes que no sufrieron de esta situación, ésta es una pequeña descripción de la inflación (Ver en Lampadia: La tragedia de los servidores del Estado):
En economía, la inflación se define como un aumento sustancial, persistente y sostenido del nivel general de precios a través del tiempo. Otra forma de definirlo es como la disminución del valor del dinero respecto a la cantidad de bienes o servicios que se pueden comprar con dicho dinero.
En otras palabras, si a principios de año tu ingreso fijo como maestro era de 1,000 soles al mes, tu poder de compra te permitía adquirir bienes por valor de 1,000 soles. Pero si la inflación anual era de 50%, al final del año, los mismos bienes habían subido de precio con la inflación a 1,500 soles, pero no tu ingreso. Por lo tanto, ya no podías comprar las mismas cosas. Solo podías comprar por 1,000 soles, o sea dos tercios (1,000/1,500) de las cosas que podías adquirir a inicios de año.
Hasta ahora, mientras el bolívar se hundía, el gobierno se negaba a imprimir billetes de mayor denominación. El billete de 100 bolívares (el de más alta denominación) vale menos de diez centavos de dólar. Hace unas semanas, el gobierno ya ha solicitado a varias compañías de impresión de moneda que presenten propuestas para billetes de mayores denominaciones: 500 – 1,000 – 5,000 – 10,000, y quizás de 20,000 bolívares. El pedido es que los billetes estén listos a tiempo para los aguinaldos de Navidad.
Exacerbando la situación, el 40% de los venezolanos no tienen cuentas bancarias y a un tercio de los trabajadores se les paga en efectivo. Con tanto efectivo en el país, parecería que obtener dinero en efectivo sería bastante fácil, pero esa no es la situación. De hecho, el Banco Central de Venezuela publicó un estudio que muestra una disminución en los cajeros automáticos disponibles. Los cajeros automáticos que antes se recargaban cada pocos días, ahora se están reponiendo cada pocas horas.
Además, Nicolás Maduro, anunció que el salario mínimo subiría de manera integral 40 % a partir del 1 de noviembre. Éste es el cuarto ajuste al alza que el Ejecutivo ordena en lo que va de año, tiempo en el que se ha profundizado la crisis económica. Ver en Lampadia: La dictadura de Maduro lleva a Venezuela al borde del abismo.
La inflación de Venezuela es una de las alarmas más claras del estallido social. Es una historia cuyo originada por las malas políticas monetarias y la mala regulación del mercado libre. En 2013, el gobierno depreció su moneda a un tercio del valor original con el fin de reducir los costos de exportación y fortalecer los negocios domésticos.
Al hacer las importaciones más caras, el gobierno motivó a los consumidores a comprar productos nacionales. Sin embargo, también aseguró que el país exportara más e importara menos, lo que redujo el suministro de productos para comprar, al tiempo que aumentaba la cantidad de dinero que los consumidores tenían que comprar. La devaluación de la moneda puede parecer que protegía a las empresas nacionales, que sienten menos presión para competir, pero también aumentó los costos de los materiales, lo que causó un resultado neto de reducción de la producción. Esto se debe a que a medida que la oferta de bienes cae mientras aumenta la oferta de divisas para ofertarlos, los precios suben.
Devaluar el bolívar frente al dólar ha detenido la importación de muchos productos de los que el pueblo venezolano dependía para vivir. Los fabricantes estadounidenses tienen poco incentivo para negociar contra una moneda tan devaluada. También ayudó a expulsar al dólar estadounidense del país, lo que ha llevado a la escasez de productos básicos como papel higiénico, arroz, café y medicinas.
Esta crisis ha generado una oleada migratoria, producto de la invivible situación que se está sufriendo en Venezuela. El año pasado, 7,307 venezolanos solicitaron asilo en Estados Unidos, una cifra casi 150% superior a la del año anterior, según los Servicios de Ciudadanía e Inmigración estadounidenses (USCIS). Desde principios de 2014, Venezuela ha estado entre los 10 países cuyos ciudadanos piden más asilo en Estados Unidos, también según los USCIS.
Según la Dirección Nacional de Migraciones de Argentina, la cifra de venezolanos que pidieron residencia aumentó 55.57% entre 2013 y 2014, para convertirse en la procedencia que más ha crecido. Por otro lado, en Colombia, la inmigración venezolana también va en ascenso, con un aumento de 13% en 2015 respecto al año anterior, según la oficina de migración de ese país. Ver en Lampadia: Dictadura socialista sigue agravando crisis humanitaria
Los planes del gobierno de Nicolás Maduro sólo han generado un creciente sufrimiento de la población. La realidad habla por sí sola: el modelo político y económico de Venezuela es insostenible y solo los llevará a la miseria de una espantosa crisis humanitaria que no tiene cuando acabar. Lampadia