En las elecciones del pasado domingo, los líderes de la oposición en Venezuela, la coalición de la Mesa de Unidad Democrática (MUD), ganaron más del doble de escaños que los socialistas en la Asamblea Nacional, castigando al gobierno del presidente Nicolás Maduro por la profunda crisis económica, política y social del país.
El que el gobierno venezolano haya tenido que reconocer la derrota no lo hace democrático ni respetuoso de la voluntad popular. El proceso electoral ha estado plagado de eventos anti democráticos, no se permitieron observadores, se acosó a la oposición, se dieron amenazas desde la cúpula del poder, se alargó la hora de la votación, se manipularon votaciones en las cárceles, etc. Todo esto con el afán de evitar que la oposición tome la mayoría calificada, cosa que parece logró el gobierno.
Fue la primera vez en 16 años que el movimiento «chavista», llamado así por el ex presidente del socialismo del siglo XXI, Hugo Chávez, pierde la mayoría en la asamblea de 167 miembros y da a la oposición una plataforma para erosionar aún más el poder de Maduro. La oposición se ha comprometido a usar su nueva mayoría en la legislatura de Venezuela para liberar a los opositores encarcelados por el gobierno chavista, pero también dijeron que no desmantelarían las políticas de bienestar populares.
El presidente de la Asamblea, quien fue elegido a dedo por Chávez (pero carece de su carisma y astucia política) aceptó rápidamente la derrota en un discurso a la nación en las primeras horas del lunes, calmando los temores de una posible violencia. Consciente de que la victoria se debió más al descontento público con Maduro que al apoyo de la oposición, secretario ejecutivo de la MUD, Jesús Torrealba, instó a los venezolanos a enterrar sus diferencias.
«Comenzó el cambio Venezuela, hoy tenemos razones para celebrar, el país pedía un cambio, ese cambio comenzó hoy», Torrealba, quien fue burlado por Maduro como un «mal Shrek» durante la campaña, dijo a sus seguidores en un discurso de victoria.
El secretario ejecutivo de la MUD añadió que los resultados le envían un mensaje claro al Gobierno de que el país está cansado de «vivir las consecuencias de un fracaso». «Venezuela puede estar tranquila. La unidad sabrá administrar el triunfo y no llegará a atropellar a nadie. Hoy esto cambió y ahora la Asamblea tiene una dirigencia del pueblo. Esta victoria es real para aquellos que han sido perseguidos, encarcelados e inhabilitados», subrayó.
El preso político más conocido en Venezuela es Leopoldo López, quien fue sentenciado a casi 14 años, acusado abusivamente en 2014 de promover la “violencia política”. Pero la oposición tiene una lista de lo que dicen ser más de 70 presos políticos.
¿Qué tan grande es la mayoría?
Según la información publicada por el CNE en su página de internet, la opositora Mesa de Unidad Democrática obtuvo 109 curules en el voto lista y nominal, a los que hay que sumar tres diputaciones por las circunscripciones indígenas. Esto significa que podrían, en teoría, despedir a ministros después de un voto de censura.
El oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela se quedó en 55 de los 167 curules de la Asamblea Nacional. En porcentaje, el CNE informó que la oposición logró un 65.27% de los votos emitidos y el oficialismo un 32.93%.Con dos tercios, la oposición podría tratar de hacer modificaciones a las instituciones, como a los tribunales, ampliamente vistos como pro-gobierno. Incluso con sólo una mayoría simple, la oposición puede ejercer control sobre el presupuesto, dar marcha a investigaciones que podrían afectar al gobierno y aprobar la ley de amnistía.
Con 112 diputados de un total de 167 la oposición puede proceder a elaborar leyes orgánicas, aunque éstas todavía tienen que ser firmadas por el presidente. También puede designar a los poderes Judicial y Electoral, pero a través de un complejo procedimiento. Pero lo más crucial es la posibilidad de reformar la Constitución o convocar a una Asamblea Constituyente.
Sin embargo, todavía tendrían que negociar con Maduro. Este es uno de los retos más importantes ya que el presidente venezolano no aceptará muchos de los cambios. Por lo pronto, ya anunció que rechazará la anunciada ley de amnistía, considerada una prioridad por la nueva mayoría de la oposición en la Asamblea Nacional. «No aceptaré ninguna ley de amnistía. Me podrán enviar mil leyes pero los asesinos de este pueblo tienen que pagar», declaró Maduro.
La caída de Maduro
Maduro, cuyo gobierno ha sustituido a Cuba como el adversario más vocal de América Latina contra los Estados Unidos, culpó el resultado de las elecciones a una «guerra económica» llevada a cabo por líderes empresariales y otros opositores en el extranjero con el fin de sabotear la economía y lo llevan hacia abajo. «En Venezuela, ganó la contrarrevolución, no la oposición», agregó en su discurso el lunes.
Muchos venezolanos no han comprado este argumento, sin embargo, culpándolo por la inflación más alta del mundo, la escasez desde la leche hasta los medicamentos y una moneda devaluada que cotiza en el mercado negro a casi 150 veces su tasa oficial.
La persistencia de Maduro con los controles de divisas y de precios complejos han contribuido a distorsiones económicas de Venezuela, pero, a diferencia de Chávez, también ha tenido que lidiar con una caída en el precio de la única exportación significativa de Venezuela, más del 95% de ellas: el petróleo.
La derrota del gobierno fue otro gran golpe para el bloque latinoamericano de gobiernos de izquierda después, especialmente después de las elecciones presidenciales de Argentina el mes pasado. Esperemos que los gobiernos ideologizados de la región sigan esa tendencia centro-derechista hacia democracias más libres y economías más prósperas. Lampadia