Mientras occidente, sin ‘acumen’, sigue jugando con gestos inocuos
(acumen = agudeza, perspicacia, ingenio – RAE).
Pablo Bustamante Pardo
Expresidente de IPAE
Director de Lampadia
“En 1994, estaba quedándome medio dormido en una mesa redonda que se celebraba en San Petersburgo, Rusia, cuando un hombre fornido y de baja estatura, con cara de ratón, que parecía ser la mano derecha del alcalde, empezó a hablar. Dijo que Rusia había entregado de forma voluntaria “inmensos territorios” a las antiguas repúblicas soviéticas, entre ellas zonas “que históricamente han pertenecido siempre a Rusia”. Se refería “no solo a Crimea y el norte de Kazajstán, sino también, por ejemplo, al área de Kaliningrado”. Rusia no podía abandonar a su suerte a esos “25 millones de rusos” que habían pasado a vivir en el extranjero. El mundo debía respetar los intereses del Estado ruso “y del pueblo ruso como gran nación””.
Aquel hombretón irritante se llamaba Vladímir V. Putin.
Timothy Garton Ash, fue testigo de los planteamientos públicos de Putin en 1994, pero ‘no había que preocuparse’.
Estos fenómenos no salen de la nada, muchas veces son perfectamente predecibles. Pero expresiones comunes como ‘no te preocupes’, ‘no pasa nada’, ‘seguro que cambia una vez a cargo’, etc., llevan a descuidos en todo tipo de planos.
Pues nadie hizo caso de esta advertencia. Ver en Lampadia: Putinismo – Los descuidos pueden producir monstruos.
Hoy compartimos el enlace al último artículo de The Economist sobre las afrentas de Putin: Vladimir el envenenador de calzoncillos – Lo que significa la muerte de Navalny para Rusia, Putin y el mundo.
Esa falta de ‘acumen’ de nuestros líderes globales y nacionales trae, una y otra vez, tanto en el mundo como en nuestro país, esa suerte de torpe ingenuidad que no permite anticipar situaciones de pérdida y de derrota en muchos aspectos de nuestras vidas.
Lo de Putin es escandaloso, tiene amenazados a todos los rusos, ha asesinado a varios opositores políticos, como el reciente caso de Alexei Navalny, e invade países y regiones a su única conveniencia. Él es uno de los culpables de que en el siglo XXI no nos estemos acercando a la paz y armonía global.
La sapiencia y perspicacia de Winston Churchill, son el ejemplo perfecto del buen líder, que más allá de saber mandar o encantar, debe saber advertir los peligros del futuro y ayudar a optar por los caminos del bienestar. Lampadia