Cuba no tiene cuando mejorar. La dictadura cubana, no solo le quita la libertad a sus ciudadanos, como vimos el año pasado en que a sangre y fuego apagaron la insurrección libertaria que brotó en varias ciudades de la empobrecida isla caribeña.
La mala calidad de los servicios públicos es clamorosa, empezando con el abastecimiento de agua que se reparte en camioncitos destartalados tarde, mal y nunca.
Otro problema social grave, típico de todos los regímenes comunistas, es el desabastecimiento de bienes esenciales, que en el caso de Cuba se agrava constantemente.
Líneas abajo compartimos un artículo de The Economist sobre el desabastecimiento de los ajos en Cuba, muy apreciados por su gastronomía.
En Cuba por supuesto no hay estadísticas confiables, pues están groseramente manipuladas por los comisarios comunistas. Por ejemplo, siguen apareciendo relativamente bien ranqueados en el Índice de Desarrollo Humano. La verdad es que, en Cuba, al igual que en Venezuela, todos son pobres excepto los jerarcas del gobierno y los miembros de los padres del partido comunista.
Es increíble que el gobierno de Castillo y Perú Libre, pretendan llevar a los peruanos a la miseria que crearon todos los regímenes comunistas de los últimos 100 años.
Los peruanos no quieren gobiernos farsantes, corruptos ni incapaces. Los peruanos quieren trabajar y que sus hijos sean ciudadanos del mundo desde el Perú, con sus familias, sus amigos, su comida y sus tradiciones. Lampadia
Aplastante decepción
La escasez y el aumento de los precios apuntan a problemas mayores en la isla comunista
The Economist
6 de enero de 2022
«Si quieres ganar dinero en Cuba, compra ajo”, dice un agricultor de la provincia de Artemisa, en el occidente de Cuba. El ajo, conocido como «oro blanco» por su valor, es fundamental para el sazón o condimento único de la comida cubana, que a menudo tiene que prepararse con unos pocos ingredientes mezclados con imaginación. Sin embargo, como ocurre con tantas cosas en la isla comunista, es escasa. La falta de fertilizantes y pesticidas dificulta especialmente el cultivo. Y se recolecta solo una vez al año, en enero.
Cada año, los vendedores de ajo en las calles de La Habana venden bombillas de mochilas, como si vendieran bolsos de lujo falsos o productos electrónicos. El precio del ajo tiende a subir alrededor de noviembre y diciembre, antes de que llegue más al mercado (negro). Un jubilado en una parte de la capital se queja de que una bombilla ahora cuesta 25 pesos (1 dólar) y 450 g (1 libra) cuesta 240 pesos, cuatro veces el precio de septiembre.
Otra forma de conseguir los bulbos es a través de ajeros o revendedores de ajo. Pagan a los agricultores de ajo entre 50,000 y 100,000 dólares para comprar toda su cosecha y luego la revenden a una red de otros revendedores, que a su vez venden a revendedores más pequeños, etc. Los capos de Ajero obtienen tanto efectivo de estas transacciones que los bancos, especialmente los pequeños en las provincias, a veces tienen que cerrar al público mientras procesan los sacos de dinero que se depositan. “Se puede reconocer a los grandes revendedores por sus coches”, suspira el agricultor de Artemisa.
Beneficiarse del ajo no es nada nuevo. En 1986, Fidel Castro, el entonces dictador de Cuba, descubrió que un agricultor de ajo ganaba 50,000 dólares al año, diez veces el salario de un cirujano local en ese momento, vendiendo en forma privada lo que le sobraba después de cumplir con su cuota para el sistema agrícola estatal. Indignado al ver que la gente se estaba comportando como «capitalistas disfrazados», cerró los mercados de agricultores privados donde se vendía.
Pero la pandemia ha agravado la escasez de productos básicos en Cuba, junto con fertilizantes, fungicidas, semillas y suministros para animales. Miles de conejos murieron el verano pasado en un brote de enfermedad hemorrágica. Los cerdos pueden ser los siguientes; el país está en alerta máxima tras un brote de peste porcina africana en la República Dominicana. El año pasado, el gobierno propuso comer conejillos de indias, un alimento popular en algunas partes de América del Sur, pero la idea fue ampliamente ridiculizada. Por otra parte, los cubanos no pueden vivir solo de ajos. Lampadia.