Claudia Navas
Analista de riesgos de Control Risks para Perú
Para Lampadia
Como cada año, en Control Risks realizamos un mapa de riesgos o RiskMap a nivel mundial. En el 2022, los seis riesgos globales para los negocios girarán alrededor de:
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el gran reposicionamiento geopolítico;
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el incremento de estados frágiles y disfuncionales;
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un ambiente más diverso y complejo de amenazas de seguridad como resultado del COVID-19;
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crecientes amenazas cibernéticas descontroladas; y
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riesgos asociados al cambio climático y a
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la sostenibilidad empresarial.
Éstos también se manifestarán en Perú, por lo cual es fundamental que el sector empresarial se asegure de estar preparado y contar con los análisis y planes de mitigación necesarios para blindar sus operaciones de cambiantes y complejos escenarios de riesgo.
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Perú en el ajedrez geopolítico
Para Control Risks, el mundo experimentará un reposicionamiento geopolítico en la medida en que Estados Unidos, China y la Unión Europea se redefinen como superpoderes, no sólo en lo que representan sino también en dónde y cómo lo harán. América Latina probablemente será un territorio de disputa, especialmente teniendo en cuenta el desafío global de la transición energética y las oportunidades y recursos apetecidos que ofrece la región para materializarla. Pese a la falta de un norte claro del gobierno del Presidente Pedro Castillo (en particular en lo que tiene que ver con su política exterior) las visitas del expresidente boliviano Evo Morales y sus aliados, dan cuenta de que la izquierda latinoamericana ve que el Perú podría tener rol fundamental en ese reposicionamiento geopolítico, en afianzar los lazos de la región con China y retar aquellos establecidos con Estados Unidos.
Para las empresas, esta dinámica las tocará en varios aspectos. Desde asegurar el suministro de energía, garantizar la resiliencia de la cadena de suministro, lograr la sostenibilidad, brindar un liderazgo basado en valores compartidos, garantizar la seguridad y acelerar el crecimiento más allá de la pandemia. La geopolítica dará, entonces, forma a las oportunidades y a los riesgos para los negocios en todos los frentes.
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Fragilidad estatal
La pandemia exacerbó la ya limitada capacidad de los estados de responder a choques externos y manejar retos domésticos. Esto es particularmente relevante en América Latina y en el Perú, uno de los países más afectados por la pandemia en la región. Pese a las grandes promesas de Castillo de cerrar las brechas sociales y económicas del Perú (particularmente en las zonas rurales), la ineficiencia del Estado de proveer bienes y servicios a lo largo y ancho del país aún es un tema por resolver. Lo que implica que el sector privado estará aún más solo navegando en medio de la incertidumbre política y las crecientes demandas sociales, mientras la criminalidad y activismo se acrecientan frente a un estado que seguirá siendo lento e ineficiente.
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Amenazas de seguridad a partir del COVID y los talibanes
La perturbación económica y social que causó el COVID-19 profundizaron divisiones que -actualmente o en el pasado- activaron conflictos y alentaron el extremismo violento como aquel que perpetran los talibanes, o en la región, grupos armados como los grupos residuales de las FARC o el ELN. La carrera a la presidencia del Perú, marcada por “el terruqueo” y una profunda polarización política, da cuenta de que las divisiones que otrora llevaron y mantuvieron al país en vilo del terrorismo, permanecen vivas. A nivel global y en el Perú, la crisis también distrajo y restó valor a los esfuerzos de gobiernos contra el terrorismo y la criminalidad transnacional. En el país, esto se ve reflejado en el aumento de los cultivos de coca -alcanzando niveles históricos en 2020- en parte debido a menores esfuerzos en materia de erradicación asociados a la inestabilidad política y a la gestión de la crisis sanitaria. Pese a que las amenazas de crimen y terrorismo en el Perú aún son limitadas (comparadas con estándares regionales), éstas permanecen latentes y pueden activarse si el gobierno no tiene la capacidad o la voluntad política suficiente para anticiparlas. Las empresas se verán entonces aún más expuestas al crimen y la inseguridad.
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Amenazas cibernéticas descontroladas
En 2022, el aumento de las amenazas cibernéticas a nivel mundial se convertirá en una cuestión de supervivencia para las organizaciones. Para las empresas, apropiarse de la defensa contra estas amenazas es clara como el agua: están solas. Los estados no logran disuadir el comportamiento agresivo a medida que proliferan las capacidades cibernéticas ofensivas entre un número creciente de actores estatales y no estatales. A esto se suma la tendencia de colaboración que avanza rápidamente entre los estados y los ciberdelincuentes en varias jurisdicciones. Estas crecientes capacidades disruptivas avanzan en paralelo con un área disponible cada vez más grande para perpetuar ataques, en la medida en que el mundo avanza rápidamente hacia la digitalización.
Aunque subestimadas, las amenazas cibernéticas son un problema creciente en el Perú que merecen mucha más atención del gobierno y del sector privado. Según la empresa de ciberseguridad ESET en su reporte sobre las amenazas cibernéticas y la seguridad corporativa en 2021 en América Latina, el Perú concentró el 30% de las detecciones de ransomware a nivel empresas en Latinoamérica durante 2020, siendo la más alta seguido por México, Venezuela, Brasil y Colombia. Perú también se destaca en la región por amenazas de spyware y la proliferación de las amenazas informáticas en torno a minería de criptomonedas. Esto resalta la importancia de que las empresas deban darle más peso y atención a crecientes y cambiantes amenazas cibernéticas.
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Cambio climático
Eventos naturales a causa del cambio climático representarán crecientes riesgos operacionales para las compañías. Muchas empresas han respondido a estos eventos de manera táctica, y en la medida que llegan. Sin embargo, la presión sobre las empresas para que desempeñen su papel en la lucha contra el cambio climático será más intensa, y la necesidad de estar preparados para su impacto es fundamental, de la mano con un número ilimitado de partes involucradas que afrontan los mismos riesgos. El riesgo operativo impulsado por el clima se encuentra ahora en el centro de cualquier estrategia eficaz de mitigación de riesgos a largo plazo. La contaminación del aire, del agua, del suelo, la erosión y la deforestación son las principales amenazas ambientales en el Perú, además de las capacidades institucionales limitadas para atender grandes desastres, aunado a que varias regiones y municipalidades del país aún carecen de planes de manejo de desastres y riesgos ambientales. Esto implica que las empresas deberán no sólo estar preparadas sino, además en algunos casos, dinamizar la coordinación interinstitucional a nivel local para mejorar la preparación y mitigación de riesgos asociados al cambio climático.
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Sostenibilidad corporativa
El escrutinio alrededor del cumplimiento de estándares ambientales, sociales y de gobernanza (ESG, por sus siglas en inglés) se está expandiendo más allá de Estados Unidos, Asia y Europa. En Perú, la implementación de criterios ESG es aún deficiente, pese a que los riesgos son muy altos teniendo en cuenta, entre otras, las profundas brechas de género, étnicas, y urbano-rurales que aún persisten. La victoria de Castillo expresó el sentimiento de una gran parte de la población peruana de que éstas y otras brechas se cierren, y el rol de sector privado en este proceso podría ser fundamental. La falta de liderazgo y claridad por parte del gobierno de Castillo representa una oportunidad perdida para alinear al sector privado en torno a ESG y a sus promesas de cambio. Esto implica que las empresas deberán esforzarse aún más para asegurar que están actuando en beneficio de las comunidades del entorno donde operan, sobre todo teniendo en cuenta una mayor exposición a riesgos reputacionales y de integridad bajo un gobierno que opera bajo incentivos populistas.
Ver video aquí: https://youtu.be/nqzjrj6LGn0
Lampadia