Después de una histórica elección, el recién elegido presidente de Argentina, Mauricio Macri, heredará una economía en ruinas, una débil moneda y un arbitraje internacional por deudas en miles de millones de dólares. Aunque el camino por delante será difícil, muchos observadores esperan que las políticas de centro-derecha con una inclinación pro-empresarial de Macri distancien al país de las de su predecesora, Cristina Fernández de Kirchner.
Después de 12 años de gobiernos peronistas bajo Fernández y su difunto esposo, Néstor Kirchner, la primera orden del día será un acuerdo sobre la deuda potencial, el legado de la crisis económica del 2001 que provocó un default (no pago) de US$ 100 mil millones de dólares de deuda soberana, el más grande de la historia. Una prolongada batalla legal y la falta de liderazgo de Fernández obligaron al país a caer de nuevo en default el año pasado.
Macri ha prometido reimpulsar la tercera economía más grande de América Latina, que estaría cayendo nuevamente en una recesión, poniendo fin a las restricciones proteccionistas a la importación, la reducción de impuestos sobre las exportaciones agrícolas y ganaderas, el control de precios y eliminando la tasa de cambio oficial que está inflando el peso argentino.
Pero la gran polémica nacional en los días previos a la toma de mando de Macri se ha limitado a una disputa entre él y Kirchner. Comenzó con un desacuerdo acerca de dónde se llevaría a cabo la ceremonia de inauguración. Macri quería tomar el juramento del cargo en el Congreso y luego recorrer los dos kilómetros al icónico palacio presidencial, la Casa Rosada, para recibir la banda presidencial y el cetro de Kirchner.
Kirchner, sin embargo, insistió que todo el asunto se podría hacer en el Congreso, en consonancia con la Constitución y la tradición que ella y Néstor propusieron. Acusó a Macri de querer faltarle el respeto. Sin embargo, Macri, decidido a tener su momento de gloria, llevó el asunto a los tribunales, argumentando que Kirchner dejaría de ser presidente a la medianoche.
El tribunal falló a su favor, por lo que el país tuvo tres presidentes en cuestión de horas: Kirchner hasta la medianoche, el presidente del Senado entrante, Federico Pinedo, hasta la ceremonia de inauguración y Macri a partir de entonces.
Después de todo el enredo, Cristina Kirchner se negó a asistir a la ceremonia de su sucesor. La ausencia del mandatario saliente en la ceremonia es la primera desde el fin del régimen militar en 1983.
Sin embargo, no es el primer problema que estaría causando la Kirchner. Según Macri, la acusa de causar tantas dificultades como sea posible para el gobierno entrante:
- Aprobó la delegación de miles de millones de dólares de gasto a los gobernadores provinciales, que presenta un gran problema para el país que ya tiene severas restricciones financieras.
- Cambió el presupuesto para el próximo año, con un aumento del gasto en el Congreso, el poder judicial, las fuerzas militares y sus populares planes sociales, como Fútbol para Todos, un programa que muestra gratis los partidos de fútbol, junto con mensajes políticos.
- Nombró a una serie de nuevos embajadores y además, algunos de sus aliados, entre ellos Alejandro Vanoli, el presidente del Banco Central, se niegan a dimitir.
- Se ha negado a entregar la cuenta de Twitter de la Casa Rosada, apoderándose de ella y cambiándole el nombre a CasaRosada2003-2015.
La revista de The Economist fue uno de los muchos medios de comunicación que mostraron su desacuerdo con el último recambio presidencial, describiéndolo como «muy incómodo, incluso para los estándares argentinos» y le atribuye la culpa a Cristina Kirchner. Primero pone el foco en que no respetó la decisión de Mauricio Macri de hacer la toma de atributos en la Casa Rosada y luego enumera algunas decisiones de la ex presidente que influirán en el nuevo gobierno, sobre todo las económicas. «Las primeras semanas de Macri serán una prueba de su capacidad política: por las duras medidas que tomará debe culpar, y con razón, a su predecesora», concluye el artículo.
Cada vez es más evidente que los mandatarios latinoamericanos que hicieron comparsa con Hugo Chávez y las ideas del socialismo del siglo xxi, aplicando programas masivos de asistencialismo y enfrentando la inversión privada, solo querían capturar el poder de sus países para crear gobiernos eternos, ya sea mediante el fraude, como en Venezuela y Brasil, o mediante cambios constitucionales que permitieran la reelección permanente, como en la misma Venezuela, Ecuador y Bolivia. En Argentina, los peronistas recurrieron a la reelección conyugal y planeaban la filial, pero el desastre económico y los insoportables niveles de corrupción a los que llegaron, no lo hicieron posible. Hoy se expulsó a los Kirchner, Dilma Rousseff está a punto de ser vacada, Maduro cuelga de hilos, Correa ya perdió el liderazgo y Evo Morales, cual excepción, se encamina a una quinta reelección, pero con muchas resistencias.
La batalla por recuperar a Argentina de su desastre económico, social, político y de corrupción, que lidera Macri recién empieza. La ausencia y boicot de la Kirchner es un claro símbolo de las profundas divisiones sociales y políticas que aún existen y que estarán determinadas a impedir que Macri logre promulgar unas muy necesarias reformas económicas. Esperemos que logre unir al país y encaminarlo a una senda de recuperación económica y política. Lampadia