Jaime de Althaus
Para Lampadia
Las bombas de tiempo dejadas por el populismo de izquierda de Rafael Correa siguen estallando. En el trasfondo de la “muerte cruzada” decretada por Guillermo Lasso, están unos desequilibrios engendrados por la “revolución ciudadana” que el presidente Lasso nunca pudo corregir porque el congreso no le aprobó las reformas que ofreció para resolverlos y porque el movimiento Pachacuti se movilizó para impedir la reducción de los subsidios a los combustibles, entre otros cambios.
Recordemos que Correa se benefició del explosivo boom de los precios del petróleo, que usó para generar un incremento desmesurado del gasto público, que pasó de un 26% del PBI en el 2006 a un 47% del PBI en los años 2013-2014.[1] Incrementó subsidios a los combustibles e hizo, sí, obra pública, pero desincentivó la inversión privada, oprimiéndola. Le ocurrió ya a partir del 2015 lo mismo que ahora está sufriendo Bolivia: cuando los precios del petróleo empezaron a caer, ya no había como solventar ese gasto, y la deuda pública empezó a crecer para financiarlo. Así, el endeudamiento externo pasó de un 15% a un 62% del PBI[2] entre 2010 y 2021. Y el 2022 habría cerrado en un nivel cercano al 70%,[3] sin contar las ventas anticipadas de petróleo a la China por montos superiores a los 10 mil millones de dólares y el crédito del Banco Central Ecuatoriano al gobierno.
Pese al mayor endeudamiento, el gasto público ha tenido que ir reduciéndose a la mala, bajando de aquel 47% a un 38% el 2021,[4] reduciendo básicamente inversión pública. Ello, sumado a una débil inversión privada, ahogada por regulaciones, rigideces y costos no salariales inducidos también durante el periodo de Correa, determinó que la economía no creciera o creciera muy poco.
Para corregir esos desequilibrios y volver a crecer a tasas relativamente altas, Guillermo Lasso planteó una serie de reformas tales como la reforma laboral, mayor flexibilidad, facilidades para inversiones, reforma de la seguridad social, concesionar carreteras y la administración de empresas públicas. La asamblea nacional solo le aprobó la reforma tributaria, porque subía los impuestos a los ricos. Los subsidios a los combustibles, que según el economista Albornóz Guarderas llegan a 4% del PBI, apenas pudo reducirlos en una fracción porque la movilización indígena lo impidió.
De modo que entre un congreso en el que apenas tenía 12 parlamentarios y en el que el correísmo tenía la primera mayoría, y el movimiento indígena Pachacuti, Lasso simplemente no pudo aplicar su programa y por lo tanto no pudo resolver ni el problema fiscal ni tampoco reiniciar una corriente caudalosa de inversión privada. No pudo desactivar las bombas de tiempo que dejara Rafael Correa, que por ahora no puede postular, pero buscará que alguno de sus peones llegue al poder para cosechar los votos de un descontento que él mismo sembró años atrás. Lampadia
[1] Banco Central de Ecuador,Estadísticas
[2] https://datosmacro.expansion.com/deuda/ecuador#:~:text=En%202021%20la%20deuda%20p%C3%BAblica,euros60.471%20millones%20de%20d%C3%B3lares%2C.
[3] Información del economista Vicente Albornoz Guarderas
[4] Banco Central de Ecuador, Estadísticas