En Lampadia estamos siguiendo el desarrollo de India desde la campaña política de su actual Primer Ministro, Narendra Modi. En esta ocasión hemos glosado el exigente artículo sobre India de Martin Wolf que reconoce lo que ha significado que un país tan grande y complejo, haya podido mantener una democracia (la más grande del mundo) en convivencia pacífica.
Por décadas, la India estuvo encerrada muy cerca de políticas comunistas que devinieron en un empobrecedor proteccionismo y reglamentarismo que según Wolf, adolece de un nivel de informalidad laboral que llega al 98% (no es un error, solo el 2% se considera formal). Su desarrollo antes de Modi, bajo la dirección de la dinastía de los Gandhi, solo logro crear una suerte de islas de excelencia, como el caso de Bangalore en manufactura y tecnología, Bollywood en la cinematografía y una élite de científicos y tecnólogos.
En cuanto a la economía de India, Wolf se presenta contradictorio: por un lado califica a su gobierno como continuista, si bien reconoce una oposición política inhibidora de las más importantes reformas, pero al mismo tiempo destaca como positivas sus perspectivas de corto y largo plazo.
En el Perú estamos muy lejos de India, debemos seguirla más de cerca, será un factor decisivo en la evolución de la economía global como indicamos en: Una mirada a los motores de la economía global (El mundo está mejor de lo que nos informan).
India: Una luz en la sombría economía mundial
Por Martin Wolf
Publicado en Financial Times
15 de marzo de 2016
Traducido y glosado por Lampadia
El país ha pasado de un socialismo con entrada restringida a un capitalismo sin salida.
La capacidad de esta enorme y pobre nación de sostener una democracia viva ha sido una de las maravillas políticas del mundo. Sin embargo, su rendimiento económico no ha estado a la altura de lo que pudo haber sido. Sin embargo, la India es ahora la economía grande de mayor crecimiento en el mundo.
Es difícil juzgar lo que está sucediendo en términos de resultados y políticas. Cuatro conclusiones. En primer lugar, el partido nacionalista Bharatiya Janata del gobierno del Primer Ministro hindú, Narendra Modi, en el poder desde 2014, representa la continuidad en lugar de la transformación a favor del mercado que muchos partidarios ingenuamente esperaban. En segundo lugar, las perspectivas de corto plazo parecen favorables en relación tanto con el pasado inmediato y con lo que está ocurriendo en casi todas partes. En tercer lugar, la performance a medio plazo también parece estar avanzando decentemente, siempre que el gobierno ponga en práctica las reformas que se han esbozado. Sin embargo, en cuarto lugar, también se enfrenta a riesgos, externos e internos. El éxito no debe darse por sentado.
Consideremos el carácter del gobierno. Está centralizado en la oficina del primer ministro. Su orientación es más hacia la gestión de los mercados y proyectos que hacia políticas. No ha mostrado ninguna inclinación radical hacia la privatización o reestructuración de los ineficientes monopolios públicos. Se sigue gastando grandes sumas de dinero en subsidios ineficientes. Para ser justos, la cámara alta, que no controla el gobierno, hasta ahora ha bloqueado toda la legislación del gobierno orientada a hacer lo correcto.
Cuando el gobierno llegó al poder, la economía estaba sufriendo de una rápida inflación y de un déficit fiscal considerable. Gracias a la caída de los precios del petróleo, la inflación ha bajado a menos del 6 %. El déficit fiscal del gobierno central bajará a 3.5 % el próximo año. La economía sólo creció un 5.3 % en 2012-13. Se prevé que alcance el 7.5% en 2015-16.
Los resultados parecen satisfactorios. ¿Seguirá siendo así? Probablemente, porque el Banco Central debería ser capaz de recortar las tasas de interés por debajo de 6.75% en los próximos meses. Sin embargo, el optimismo a corto plazo debe ser calificado: en primer lugar, las exportaciones, estancadas desde hace años, ahora están cayendo; en segundo lugar, el crecimiento del crédito se ha desacelerado fuertemente; y, en tercer lugar, la inversión bruta se redujo de 39 % del PBI en 2011-12 a 34.2 % en 2014-15. Esto es de vital importancia y al menos se ha estabilizado.
India puede sostener el crecimiento actual en el medio plazo. Según el FMI, su PBI per cápita (ppp), es sólo de 11 % con respecto al de EEUU (el de China es 25%). Esto indica un amplio margen para un rápido crecimiento que los ponga al día. Las mejoras están en camino. Ellas incluyen una acelerada inversión en infraestructuras; una mayor apertura a la inversión extranjera directa; una administración más eficaz; la consolidación y recapitalización de los bancos del sector público; un buen código de quiebras; libertad a los estados para competir en las políticas a favor del crecimiento; prestación de asistencia pública por medio del sistema de identificación por medio de un número único; y, no menos importante, mejoras en los impuestos sobre bienes y servicios.
Sin embargo, la India no debe ser complaciente. El país ha pasado de un socialismo con entrada restringida a un capitalismo sin salida: el cierre de empresas y el despido de los trabajadores es extremadamente difícil. Esta última es una razón por la que los puestos de trabajo en el sector privado suman el 2% de la población activa. Los mercados de tierra, trabajo y capital están muy distorsionados. La alta protección en las fronteras restringe la capacidad de participar en cadenas globales de valor. Importantes mercados de productos no son competitivos. Incluso el sector de tecnología de la información parece estar perdiendo dinamismo. La calidad general de la educación es deficiente. En general, todavía se necesita una enorme cantidad de cambios. Es probable que al final, la creciente presión de la clase media, impulse las muy necesarias reformas.
El último riesgo se deriva del «Tea Party» del BJP con sus elementos chauvinistas e intolerantes. Los musulmanes representan el 14 % de la población. Uno de los milagros de la post-independencia de India es la forma en que la gente, dividida por religiones, castas y opiniones, ha logrado vivir lado a lado, democráticamente y mayormente en paz. Este es un logro extraordinario. Para que esto dure, los s políticos deben recordar que gobiernan para todos los indios, incluyendo aquellos que no les gusta o con los que están en desacuerdo. La tolerancia de las diferencias es importante en todas las democracias. En una tan grande y compleja, como la India, esto es verdaderamente vital. Lampadia