Es muy importante que los peruanos conozcamos los desarrollos globales.
En Lampadia identificamos a Narendra Modi desde su campaña electoral y hemos seguido sus primeras acciones con mucho interés, pues el Primer Ministro que acabó con el control de la política india por parte del Partido del Congreso (controlado por la familia Gandhi) y ofreció un gobierno reformista de características muy ambiciosas.
Por ejemplo, su lema de campaña fue: “No red tape, only red carpet for investors” (Nada de tramitología, solo alfombra roja para los inversionistas).
Para entender el fenómeno indio desde una perspectiva peruana, recomendamos revisar nuestras anteriores publicaciones en los siguientes enlaces:
El cambio de timón (pro mercado) en la India
La visión de país y reformas que el Perú necesita
China e India, dos excelentes socios para el Perú
Hoy, un año después del inicio de la administración de Modi, el Financial Times de Londres ha publicado el siguiente análisis, que hemos traducido y glosado para nuestros lectores:
Narendra Modi: Una sola dirección
Por Victor Mallet y James Crabtree, Financial Times, 17 de mayo 2015
Traducido y glosado por Lampadia
Hasta sus mayores críticos admiran la energía de Narendra Modi. «Él exuda poder, autoridad y una energía infatigable. Ha cambiado las atmósferas del gobierno”, reconoce su opositor Jairam Ramesh.
Los líderes empresariales están maravillados con el estilo de vida casi monástico de Modi y su firmeza para transformar la India en una economía desarrollada que llegue a los niveles de China. «Todo el mundo le tiene miedo», dice un admirador.
Los críticos como Gandhi, dicen que Modi es un autócrata en deuda con las grandes empresas, que descuida a los pobres, desprecia la sociedad civil y se inclina a perseguir a las minorías musulmanas y cristianas.
«Está llevando la India hacia el camino de la democracia liberal”, dice Ramesh. «Es una operación de un solo hombre. Es una operación estilo Lee Kuan Yew [Singapur] y Xi Jinping [China]».
Muchos inversionistas, en cambio, dicen que disfrutarían tener un líder autoritario del mismo molde del difunto líder de Singapur. Su queja no es que Modi ha hecho demasiado, sino que no ha hecho lo suficiente.
Pocos niegan que Modi tiene éxito. La inflación está cayendo. El Banco Central ha recortado las tasas de interés, y podría seguir. El crecimiento ha superado el 6% anual. La mayoría de los economistas piensan que India superará a China y convertirse en la economía más grande y de mayor crecimiento del mundo.
El gobierno ha liberalizado las reglas de inversión extranjera en seguros y defensa. Ha alentado a los estados a flexibilizar las leyes laborales. Ha re-energizado la burocracia, abandonado subsidios al diesel, anunciado mayores inversiones públicas en infraestructuras y ha delegado más poder a sus 29 estados.
«El mayor desafío era restaurar la credibilidad en la economía», dice Jaitley.
La corrupción en los altos niveles ha desaparecido, afirma Jaitley: «La gente ya no tiene que pedir favores a los ministros”.
«Estábamos acostumbrados a sentir que corríamos con una sola pierna”, dice Anand Mahindra, del conglomerado industrial del mismo nombre. El gobierno ha organizado subastas transparentes para los derechos mineros y del espectro de telefonía móvil, terminando otra fuente de corrupción.
En otros aspectos, el récord es menos impresionante, como en saneamiento, salud y educación. Modi ha establecido metas muy ambiciosas: limpiar las calles, salvar el Ganges de la contaminación y proporcionar retretes. Se habla de transformar a la India en un centro (hub) de manufactura, instalando 100 gigavatios de capacidad de energía solar y construyendo 100 «ciudades inteligentes».
El endeudamiento de los grupos privados con bancos, que ya tienen carteras delicadas, es un problema. Jaitley dice que van a invertir «enormes cantidades en ferrocarriles e infraestructuras» para compensar. Pero se estima que India necesita recapitalizar su sistema financiero.
«Todavía hay demasiada burocracia», dice Marten Pieters, el jefe indio de grupo de telecomunicaciones Vodafone. «Se desperdicia demasiado tiempo en cosas totalmente inútiles».
En política exterior -apenas mencionada en la campaña electoral- Modi ha descollado. Invitó a los líderes de los países vecinos a su toma de posesión, ha supervisado un reajuste de la frontera entre India y Bangladesh, una sustancial ayuda de emergencia a Nepal por el terremoto y el apoyo a la nueva coalición de Sri Lanka que reemplazó al régimen pro-china, Rajapaksa.
También ha cortejado vigorosamente a las potencias globales y del Pacífico. «Es una cuestión de velocidad y escala», dice un diplomático indio. «Ese es el gran cambio. Modi quiere poner realmente a la India en el mapa mundial».
Modi sigue siendo un poderoso orador que ha demostrado capacidad de corregir errores. En medio de la inquietud acerca de su silencio sobre los derechos de las minorías, le aseguró a un grupo de cristianos que todos los indios podían adoptar cualquier religión que eligieran y dijo que su gobierno «no permitirá que ningún grupo religioso, ya sea que pertenezca a una mayoría o minoría, incite el odio contra los demás, abiertamente o de manera encubierta».
Pero Modi ya no es políticamente infalible. En la elección del estado de Delhi en febrero, sufrió una aplastante derrota, ganando tres de los 70 escaños.
Si bien el crecimiento económico seguirá acelerándose, incluso muchos de sus partidarios y asesores dicen que las reformas «Big Bang» nunca aparecerán.
Mahindra dice que los logros iniciales del gobierno sirven para enfocar la atención en la larga lista de temas pendientes. Él predice que los indios tendrán que «remangarse las mangas» para superar los obstáculos. «Modi no ha perdido su optimismo y energía», dice. Pero añade: «La gente se está dando cuenta ahora que la India es un país muy difícil de cambiar o transformar». Lampadia