Jaime Spak
Para Lampadia
La semana pasada leí un interesante artículo escrito por Sebastián Edwards, un economista chileno que radica en Estados Unidos.
Me pareció tan interesante, que voy a usar parte de lo que escribió para explicar a qué se refiere con el suicidio chileno y como este fenómeno se puede comparar con el Perú.
Inicia su artículo preguntándose ¿cómo el país de más exitoso crecimiento económico de los últimos 30 años en América Latina haya decidido en los últimos años por abrumadora mayoría destruir la institucionalidad que lo convirtió en un referente en la región?
Habrá todo tipo de especulaciones, pero en realidad en Chile se venía cultivando un discurso que negaba el progreso que se había logrado y empezaron a demonizar el mercado, a los empresarios, al lucro y todo lo que estaba intrínsecamente relacionado con el crecimiento.
Si analizamos el crecimiento en Chile, las cifras no engañan:
- La inflación en 1973 era de 500%, en 1990 bajó a 10% y en el siglo XXI fue debajo del 5%.
- El ingreso per cápita entre los años 1975 y 2015 se cuadruplicó, alcanzando los US$ 23,000.00 el más alto en América Latina.
- La pobreza se redujo del 45% al 8%.
- La esperanza de vida subió de 69 a 79 años.
- El hacinamiento en viviendas se redujo de 56% a 17%.
- La clase media aumentó de 23% a 64%.
- La pobreza extrema se redujo de 34% a 2%.
- La educación superior se multiplicó por cinco y los ingresos de la clase social C y D se multiplicaron por ocho.
- Si bien los ingresos de la gente de mayor poder adquisitivo crecieron en un 30%, el de la gente más pobre creció en 145%.
Puedo seguir con más ejemplos, y luego de ello uno se pregunta, por qué un país que ha crecido de una manera tan impresionante, opto por el camino de las protestas.
Pues bien, en Chile se ha producido un síndrome de depresión que los llevo a odiar lo que habían conseguido.
Ha sido un problema psicológico.
En lugar de compararse con el lugar en donde se encontraban antes, se comparan con los que están más arriba.
Es decir, como si una persona exitosa que ha logrado una mejora en su calidad de vida, solo se fija en lo que tiene el vecino y no valora lo que ha logrado.
A pesar de lograr la disminución de desigualdad de ingresos, y de ser líder en el desarrollo humano de las Naciones Unidas, se enquistó en la sociedad una élite política, de intelectuales populistas, progresistas y hasta conservadoras, y convenció al país que el problema era la desigualdad.
Empezaron a comparase con Suecia y Noruega sin reparar que en aquellos países no existe la baja productividad de los chilenos, ni el nivel de corrupción, eficiencia estatal, ingreso per cápita y libertad económica.
Entonces se empezó a instalar la idea de derechos sociales, y la población empezó a exigir al Estado que les provea de los recursos que les faltan para vivir mejor.
Es decir, en lugar de hacer que el Estado se dedique a trabajar por la educación, seguridad, salud e infraestructura optaron por una nueva constitución para volver a un Estado omnipotente.
Y ese Estado se volvería más corrupto, más ineficiente y esa élite que ha capturado en su propio beneficio, trata de convencer a la población que lo hacen por “justicia social “.
¿No encuentran un parecido con lo que sucede en el Perú, con la cantaleta de la asamblea constituyente, obviando todo lo conseguido en nuestro país en el mismo lapso?
Que se logra con esto:
- Huida de capitales.
- Disminución de inversión extranjera.
- Aumento del gasto fiscal.
- Crecimiento de deuda externa e interna.
- Inestabilidad política.
- Preocupación del futuro.
- Huida de la gente joven que no ve posibilidades de crecimiento en su propio país.
El suicidio chileno ha sido muy similar al que sucedió con Argentina, un país que hace un siglo estaba en camino a ser un país del primer mundo, y que a raíz de la llegada del peronismo ha ido en caída libre hasta convertirse en un país impredecible.
¿Deseamos eso para el Perú?
La respuesta cae de madura, pero para ello es urgente que se unan las mentes brillantes y retomen el camino del crecimiento.
Pero lo más importante es que a diferencia de los chilenos, los peruanos lo hagan viéndose a sí mismos y no a países que en estos momentos están gobernados por populistas de izquierda que están llevando a sus países a la peligrosa pendiente de la inestabilidad.
Los peruanos deben hacer una evaluación de donde están las fallas estructurales, para darle a la gente emprendedora todas las herramientas, para que puedan seguir creciendo y que algún día nos convirtamos en ese país poderoso que todos anhelamos.
El Perú tiene los mejores recursos de toda Sudamérica.
Es necesario que creamos en nosotros mismos y ahuyentar a aquellos advenedizos que desean llevarnos a un suicidio económico.
Se necesita un cambio profundo y la inyección de una dosis de optimismo, para evitar esa depresión que pueda convertirse en un suicidio político. Lampadia