Publicado por The Washington Post, el 22 de agosto del 2014
Por Aki Peritz, ex analista de contraterrorismo de la CIA, y coautor de “Encuentra, Arregla, Termina: Dentro de las campañas antiterroristas que mataron a Bin Laden y devastaron Al-Qaeda.”
Traducido y compendiado por Lampadia
Antes de que el mundo sea testigo de la fuerza y brutalidad del [nuevo] Estado Islámico (ISIS) a través del video la semana pasada que muestra el asesinato del periodista estadounidense James Foley, un video adicional reveló otras formas de destrucción que el grupo terrorista está empeñado en infligir.
Este video anterior muestra un gran edificio de color canela con un minarete elevándose en la bruma del día. Después de diez segundos, hay un flash y una fuerte explosión. El minarete y el edificio desaparecen en una nube de humo. Y así, la supuesta última morada del profeta Jonás – el del gran pescado –fue reducida a escombros.
El Estado Islámico ha ido consolidando su control fanático en las tierras que ha conquistado. Además de las innumerables crueldades infligidas, como las expulsiones forzadas de los cristianos y otras minorías, ejecuciones en masa y el asesinato de líderes religiosos, también ha sido el causante de la destrucción del patrimonio cultural iraquí.
Desde que capturó parte del norte y oeste de Iraq en junio, ISIS ha volado sistemáticamente los sitios del patrimonio en los alrededores de Mosul, como el centenario altar a Seth (el tercer hijo de Adán y Eva), la Mezquita del profeta Jirjis y el Santuario Awn al-Din. A una hora al oeste de Mosul, en el pueblo de Tal Afar, ha demolido al menos tres santuarios chiíes y tres mezquitas.
Lugares bíblicos e históricos de Irak han sufrido enormes daños en la última década de la guerra. Por ejemplo, el Museo Nacional de Bagdad y Archivos Nacionales fueron saqueados después de la invasión de Estados Unidos, mientras que las tropas estadounidenses entre los años 2003 y 2004 utilizaron parte de la antigua Babilonia como helipuerto y reservorio de combustible. Pero la diferencia es que el ISIS hace un esfuerzo deliberado por destruir los espacios culturales de Irak. El grupo incluso se jacta de ello; una reciente edición de su revista en línea en idioma inglés, Dabiq, incluye una muestra fotográfica que da cuenta de los lugaresdestruidos por sus combatientes en los alrededores de Nínive. Y lo que no destruyen, lo saquean; el Sunday Times informó recientemente que el ISIS está saqueando los sitios arqueológicos y extrayendo un «impuesto» a los contrabandistas que mueven los artefactos robados.
El apetito de destrucción de ISIS estaría justificado por su adhesión a la cosmovisión salafista; sus miembros quieren volver Islam a lo que ellos perciben como la forma en la que los seguidores de las primeras generaciones de Mahoma actuaban y se comportaban. Los salafistas rechazan explícitamente «innovaciones» posteriores al séptimo siglo sobre el comportamiento y la interpretación del Corán – que, llevada al extremo, significa que todas las otras formas de la fe islámica son corruptas y deben ser borradas.
Esta no es la primera vez que grupos radicales se deleitan con la demolición sistemática del patrimonio de una nación. La destrucción de estatuas antiguas de Buda en Bamiyán, Afganistán, en 2001, por los talibanes es otro trágico ejemplo. Pero una mejor analogía de la destrucción cultural a escala industrial [y de impacto desconocido] es la de la Revolución Cultural (1966-76) de China. La juventud china, impulsada por la visión de Mao Zedong, formó unidades de la Guardia Roja en todo el país. Se les animó a acabar con los «cuatro antiguos» de la sociedad china: las viejas costumbres, los viejos hábitos, la vieja cultura y el pensamiento antiguo.
[Además de los asesinatos masivos de intelectuales y profesores universitarios] los Guardias Rojos destruyeron templos, mezquitas, sitios de patrimonio, arte y bibliotecas, convirtiendo gran parte de su cultura de 5,000 años de edad en cenizas. Sólo la intercesión de los funcionarios de alto rango podían detener las demoliciones. Por ejemplo, la razón por la cual la Ciudad Prohibida de Beijing no fue muy dañada es porque el primer ministro Zhou Enlai desplegó tropas para protegerla.
A lo largo de la historia, vemos que pequeños gruposse organizanpara tratar de detener o mitigar la destrucción cultural. En el libro de Robert Edsel «The Monuments Men» (y en la película de George Clooney con el mismo título), un grupo de voluntarios trata de rescatar los bienes culturales de los nazis durante la Segunda Guerra Mundial.
Hay también, quienes tratan de preservar la civilización desde dentro. Cuando Al-Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) y sus aliados tomaron la mitad de Malí en el 2012, conquistaron Tombuctú, una ciudad de gran erudición islámica. Fanáticos del AQMI arrasaron varias capillas en la ciudad, y declararon que los textos centenarios eran malos y deberían ser incendiados. Pero unos pocos bibliotecarios y un guardia de seguridad decidieron arriesgar sus vidas para protegerunos 28,000 textos del peligro, hasta que el gobierno de Malí y los paracaidistas franceses volvieron a tomar la ciudad a principios de 2013.
El presidente Obama declaró el miércoles que Estados Unidos «seguirá haciendo lo que se deba para proteger a nuestro pueblo» del ISIS y que «vamos a estar vigilantes, y vamos a ser implacables.» Pero además de su campaña de ataques aéreos, los Estados Unidos deberían identificar y ayudar a aquellos lo suficientemente valientes para frenar las pérdidas culturales irredimibles que se están infligiendo. Por desgracia, es difícil proteger construcciones tales como mezquitas, monasterios, iglesias, tumbas, santuarios y sitios arqueológicos – aunque los residentes han hecho esfuerzos para proteger algunos lugares – pero hay que trabajar con quienes están dispuestos a lo que sea para protegerlos bienesque se puedan salvar en la zona de conflicto. La administración también debe trabajar con el Gobierno Regional de Kurdistán, Turquía y la Unión Europea para albergar las colecciones que puedan salvarse. Ellos están borrando rápidamente el patrimonio cultural de Iraq, sin mayor resistencia.
Sin duda, parece un poco cruel enfatizar el rescate de bienes y objetos en lugar de centrarse exclusivamente en los riesgos para la gente que tanto ha sufrido. Sin embargo, por una razón u otra, ningún actor político que pueda traer una fuerza abrumadora a la mesa está retando efectivamente al ISIS – ni las tribus sunitas (todavía), ni el gobierno en Bagdad, ni los iraníes y los Estados Unidos, a pesar de la campaña aérea limitada, y el secretario de Defensa, Chuck Hagel que llama al grupo «una amenaza para todos los países estables en la Tierra.»
En el Libro de Jonás, Dios ordena al reacio profeta a viajar a la ciudad asiria de Nínive para informarle a su Rey ya sus habitantes de la destrucción que viene debido a su maldad. La Mosul moderna está construida sobre los restos de la antigua Nínive, y los malvados ahora gobiernan la ciudad de nuevo. Necesitamos valientes, modernos “Monument Men” (y mujeres) en Irak para detener el daño que el ISIS está infligiendo a diario en uno de los primeros borradores de la civilización humana.