Cuando las tropas iraquíes lograron expulsar a los combatientes de ISIS de Tikrit, se pensó que este era el comienzo del fin del grupo extremista que en el 2014 sorprendió al mundo con amenazas exacerbadas y una ofensiva inesperada que pronto le permitió tomar la estratégica ciudad de Mosul (la segunda en importancia en Iraq) e incluso llegó a las puertas de Bagdad.
Esta esperanza se desvaneció pronto. A fines de mayo, los yihadistas lanzaron una campaña en dos frentes con un éxito inusitado: en Iraq, se hicieron de la provincia de Anbar y de su capital, Ramadi; en Siria, derrotaron a las fuerzas del dictador Bashar al-Asad y asaltaron la histórica ciudad de Palmira. Los cables internacionales estallaron: “ISIS controla ahora un territorio del tamaño de Italia”.
A pesar, de estar bajo un constante bombardeo aéreo, perder cerca de 10 mil combatientes (sus mejores tropas) y de un duro revés en Kobane (la ciudad kurdo-siria en la frontera con Turquía) a la que no pudo tomar tras someterla a un asedio inclemente, el ISIS ha demostrado en los últimos meses su resistencia y dominio sobre el campo de batalla. Por si esto fuera poco, en Libia milicias que han jurado lealtad al autonombrado Califato de Irak, Siria y Levante operan en diversas regiones, al igual que lo hace el criminal Boko Haram en Nigeria, que le ha ofrecido su apoyo. Los ataques en Túnez, Francia y Dinamarca demuestran que sus éxitos militares le siguen sumando partidarios en todo el mundo.
El Califato parece empoderado, mientras que las ciudades y territorios que controla se ejecuta la persecución y asesinato de las minorías cristianas y musulmanas chiitas, de las mujeres, la destrucción de los legados culturales de la humanidad, se instala el terror, la intolerancia y la aplicación de una interpretación del Islam cada vez más reñida con los preceptos de esta fe y con el respeto por los derechos humanos. Un video propalado hace unos días por la BBC mostraba como los habitantes de Mosul son sometidos a una serie de vejaciones, en especial las mujeres. En el reportaje se ve la voladura de una Mezquita Chií del siglo XIV y como son confiscadas las propiedades de cristianos y otras religiones. El terror es el método de gobierno de esta dictadura teocrática, que se ha hecho de un importante armamento y fuentes de dinero.
Los avances del Califato parecen haber sorprendido y confundido a los débiles líderes occidentales que no esperaban una reacción de este tipo. Tras meses de afirmar que se estaba debilitando a los yihadistas y a punto de lanzar una ofensiva sobre Mosul, se ha tenido que reenfocar las prioridades. Se han buscado a los responsables de esta situación y el blanco predilecto ha sido el ejército irquí. El secretario de Defensa de Estados Unidos, Ashton Carter, no fue nada diplomático al señala que las fuerzas armadas iraquíes «no habían demostrado una voluntad para pelear». Una pobre manera de lavarse las manos.
Es la segunda vez que ante una ofensiva de ISIS, el ejército iraquí se repliega en desbandada, primero en Mosul y ahora en Ramadi. Preocupante, pues los líderes occidentales que están rehuyendo tomar acciones más efectivas, creían que este cuerpo estaba en condiciones de hacer frente a los yihadistas y derrotarlos.
Como se pregunta la BBC “¿Se trata entonces de una falta de voluntad del ejército iraquí o está fallando la estrategia de la coalición internacional? Barack Obama había indicado previamente que ISIS no estaba ganando, que sus victorias eran un ‘revés táctico’. Pero tal como señala el corresponsal en asuntos de seguridad de la BBC, Frank Gardner, ‘la incómoda realidad es que la coalición tampoco está ganando».
Es cierto. Por el momento no se avizora un triunfador en esta contienda. Al final del día, sin embargo, quien controla el terreno es el Califato, un territorio que sigue expandiéndose.
Es por ello que los analistas afirman que “con cada victoria y cada avance ISIS se acerca a convertirse en un ‘Estado funcional’, dice Gardner. Y esto, agrega, es una señal del fracaso de algunas de las potencias mundiales que se embarcaron con mucha renuencia en la reacción contra ellos. ‘Me parece que la estrategia de la coalición contra ISIS siempre ha sido algo inexistente’, dice Charlie Winter, analista del Quilliam, un centro de estudios contra el extremismo con sede en Londres. ‘Desde el principio se dedicó a bombardear las posiciones de ISIS con la esperanza de matar a algunos de sus líderes, acabar con algunas unidades de artillería, esas cosas (… ). Pero aparte de eso, ha sido un sonado fracaso´”, agrega.
Por su lado, los Kurdos han conseguido derrotarlos y no han permitido que avancen sobre su territorio. Es justamente esa la táctica que mejor ha resultado, actuar sobre el terreno, con fuerzas que luchan valientemente, a veces en inferioridad de condiciones, pero con apoyo aéreo de los Estados Unidos. Así se han conseguido algunas victorias importantes.
El dilema de la coalición anti Califato pasa por responder a este problema: ¿quién pondrá las fuerzas terrestres? Los Chiíes, financiados y entrenados por Irán, están dispuestos a hacerlo, pero esto genera el recelo de los suníes y de las naciones que los albergan como Arabia Saudita, por ejemplo. Los Kurdos están dispuestos a pelear, pero no mucho más allá de su territorio. Nadie quiere armar y apoyar a las tropas sirias de Al-Asad. Así, todos miran a la primera potencial militar del mundo: Los Estados Unidos, que desde que incumplió su amenaza de intervenir en Siria por el uso de armas químicas, luego de ser confrontado por Rusia (que tiene una agenda alejada de la paz global), quiere manejar las cosas a control remoto.
Obama ha sido claro al respecto. No desea que soldados norteamericanos combatan en el terreno. Hace unos días autorizó el envío de 450 nuevos instructores militares a Iraq, los que ya suman 3,100. Sin embargo, no tienen autorización para luchar. Ha prometido, además mejor armamento y logística para que los irquíes expulsen al ISIS de su territorio, pero la amenaza de estos asesinos, va mucho más allá de Iraq.
La promesa de Obama retirarse de Iraq y Afganistán, más la sombra de Vietnam y el ‘síndrome de Chamberlaine’ (creer que se puede lograr la paz sin actuar y confrontar), parecen atar a Obama. Como ha señalado El País de España, que bajo esta perspectiva, afirma que “los militares [en Irak] son asesores (advisers en inglés), según la terminología del Pentagono. Es una palabra con ecos históricos inquietantes. La guerra de Vietnam comenzó con unos centenares de advisers estadounidenses en los años 50, con el presidente Dwight Eisenhower. Con John F. Kennedy, que llegó a la Casa Blanca en 1961, subieron a 16,000. Cinco años más tarde eran medio millón”.
Mientras las indecisiones continúan el ISIS se hace fuerte y este estratégico territorio, lleno de riquezas culturales, históricas y económicas claves para la economía mundial, sigue sojuzgado por uno de los movimientos más atávicos y crueles que ha engendrado la humanidad. ¡Cómo se extraña la visión y el liderazgo de un Winston Churchill! Lampadia