En los últimos días, las portadas de diversos medios internacionales contemplaron la posibilidad de una burbuja inmobiliaria en China, producto de la escalada de la deuda del grupo inmobiliario más importante del gigante asiático, Evergrande, la cual asciende a US$ 300,000 millones de dólares.
Más allá del impacto que tendría la quiebra de esta megaempresa en el mercado de viviendas chino llámese caída de precios, paralización de proyectos en construcción y pérdida de empleos directos e indirectos, es de especial preocupación su relación con por lo menos 290 acreedores de deuda – entre bancos, financieras e inversionistas institucionales a nivel mundial – haciendo que el peligro de una crisis financiera internacional se encuentre latente entre los mercados.
¿Cómo debería actuar China frente a esta posible crisis y que lecciones hacia futuro puede extraer de ella?
Un reciente artículo producido por el notable economista y profesor de la Universidad de Harvard, Kenneth Rogoff, aventura algunas respuestas para ello (ver artículo líneas abajo). En él no sólo recomienda al gobierno chino realizar un salvataje – que además está en condiciones de hacer – para evitar un contagio generalizado en los mercados financieros mundiales, sino a reflexionar respecto a reformas de mediano plazo direccionadas para evitar el afloramiento de estas posibles burbujas. Destaca por ejemplo la necesidad de una liberalización de los flujos de capital hacia el exterior, de manera que la inversión tenga incentivos a la diversificación fuera de los activos inmobiliarios chinos. Como sucede producto de casi todos los controles sobre la economía, las distorsiones e ineficiencias en el mercado no tardan en aparecer y por ende se puede observar como en algunas zonas urbanas de China hay un exceso de oferta y altas tasas de desocupación de viviendas.
Por último, no podemos dejar de mencionar cómo se vería afectado nuestro país si se concreta la crisis de Evergrande. Como ya se viene advirtiendo desde el sector minero (ver Lampadia: Recaudación minera se va casi a triplicar en marzo del 2022), el precio de los metales de los que somos principales exportadores, hoy en día en máximos históricos en más de una década, podrían verse afectados a la baja producto de un menor crecimiento en China por esta crisis. En ese sentido y teniendo en cuenta esta advertencia, en vez de empecinarnos en cambiar los esquemas tributarios a la minería como propone el ministro de economía Pedro Francke, deberíamos centrarnos en darle mayor predictibilidad y estabilidad jurídica a los inversionistas del sector, por ejemplo dándole luz verde a los megaproyectos paralizados en cartera como Tía María y Conga. La reactivación de estos megaproyectos podría ayudar a paliar caídas en los precios internacionales con una importante inyección en la producción paliando así una posible ralentización en el crecimiento chino. Lampadia
El dilema de la vivienda en China
Kenneth Rogoff
Project Syndicate
29 de septiembre, 2021
Traducida y comentada por Lampadia
El gobierno chino aún puede lograr aislar al mercado en general de la crisis financiera del gigante inmobiliario Evergrande. Pero el mayor desafío es reequilibrar una economía que ha dependido durante demasiado tiempo del hinchado mercado de la vivienda para generar empleo y crecimiento.
CAMBRIDGE – La inminente quiebra del gigante inmobiliario chino Evergrande, con una deuda de US$ 300,000 millones, ha afectado a los inversores mundiales. Los analistas se han centrado principalmente en si el gobierno chino logrará delimitar el problema, de modo que no se extienda a una crisis financiera más amplia al estilo occidental.
Dados los grandes bolsillos del gobierno, incluidos más de US$ 3 trillones en reservas de divisas, y su capacidad para dictar los términos de reestructuración sin largas demoras en los tribunales, pocos apostarían en contra de tal resultado. Pero concentrarse solo en la estabilidad financiera a corto plazo evita el desafío más grande de China: reequilibrar una economía que ha dependido durante demasiado tiempo de su enorme sector de inversión inmobiliaria para generar empleo y crecimiento.
La enorme participación de los bienes raíces y servicios relacionados en el PBI chino, un asombroso 25%, y solo un poco menos después de ajustar las exportaciones netas, es incluso mayor que la participación del sector inmobiliario en las economías española e irlandesa en su pico anterior a 2008. Debido a sus efectos en cadena en otros sectores, una desaceleración significativa en el sector inmobiliario de China podría recortar fácilmente entre un 5% y un 10% del crecimiento acumulado del PBI en los próximos años.
Además, el sector inmobiliario es, con mucho, el vehículo de ahorro más importante en una economía en la que los controles de capital limitan la capacidad de los ciudadanos para invertir en el extranjero. Cualquier caída significativa en los precios de los bienes raíces conduciría no solo a un descontento generalizado, sino también a un retroceso potencialmente significativo en el consumo de otros bienes y servicios.
¿No puede la maquinaria inmobiliaria china seguir funcionando a toda velocidad, dada la necesidad de albergar a los 1,400 millones de habitantes del país? Quizás. Pero China ha estado construyendo rápidamente casas y edificios de apartamentos durante décadas, no solo en sus ciudades de primer nivel, sino también en ciudades de tercer y cuarto nivel menos deseadas, donde los precios son mucho más bajos y las tasas de desocupación son altas.
Como resultado, la oferta total de viviendas de China, medida en metros cuadrados por persona, ya ha alcanzado los niveles de economías mucho más ricas como Alemania y Francia. Aunque la calidad media de la vivienda en China es menor y existe el potencial de mejora, el enorme nivel actual de producción inmobiliaria tiene que ser insostenible. Con la tasa de viviendas desocupadas en las zonas urbanas de China ahora en 21%, las autoridades comprenden plenamente la necesidad de trasladar los recursos productivos a otros sectores.
Pero diseñar una deflación lenta y controlada de la burbuja inmobiliaria de China no será fácil. Dado que el sector bancario ha prestado mucho a proyectos residenciales (Evergrande solo ha obtenido préstamos de casi 300 bancos y empresas financieras), una fuerte caída en los precios de la vivienda podría resultar dolorosa y provocar una cascada catastrófica en otros sectores. En principio, los bancos están protegidos por pagos iniciales sustanciales, que a menudo ascienden al 30% o más del precio de compra. Pero dado el auge épico de los precios de la vivienda en China en el siglo XXI, es posible que el 30% no sea suficiente cuando se produzca un colapso. (Después de la crisis financiera de 2008, los precios de la vivienda en EEUU cayeron un 36% y significativamente más en algunas regiones).
Además, hacer que la vivienda sea más asequible ha sido un objetivo importante del gobierno del presidente Xi Jinping, por lo que existen límites en cuanto a cuánto se puede esperar que los legisladores sostengan los precios.
Muchos creen que la crisis de vivienda de Evergrande es parte de la presión general del gobierno sobre la élite china, que ha incluido derribar a los gigantes de Internet, dificultando que los padres adinerados obtengan tutorías privadas para sus hijos e insistiendo en que las empresas devuelvan mucho más a sus comunidades. De acuerdo con esta línea de pensamiento, los legisladores siempre pueden volver a calibrar si sus esfuerzos por controlar la deuda inmobiliaria, y Evergrande en particular, resultan demasiado desestabilizadores. Pero como bien sabe el gobierno, esto corre el riesgo de hacer que la eventual reversión del boom inmobiliario y de la construcción sea aún más dolorosa.
Las desaceleraciones inmobiliarias, incluso las crisis financieras relacionadas con el sector inmobiliario, no suelen ocurrir por sí solas, sino en el contexto de una economía en desaceleración. La economía china salió rugiendo de la pandemia y durante un tiempo fue la envidia del mundo, gracias en parte a la estrategia de cero COVID del gobierno. Pero el futuro parece mucho menos prometedor. Además de los vientos en contra del envejecimiento de la población y la desaceleración del crecimiento de la productividad, la variante Delta está resultando mucho más difícil de contener.
Además de todo eso, la avalancha casi diaria de nuevos decretos gubernamentales ha hecho que sea extremadamente difícil para el sector privado planificar el futuro. La incertidumbre política resultante frenaría el crecimiento incluso sin los otros problemas. En tal entorno, una desaceleración del mercado de la vivienda puede amplificar significativamente cualquier recesión económica, como mostré en un artículo de 2020 con Yuanchen Yang de la Universidad de Tsinghua.
Después de casi cuatro décadas de extraordinaria expansión económica, no se debe subestimar la capacidad de las autoridades chinas para mantener el crecimiento a pesar de todos los obstáculos. Sin embargo, a pesar de lo impresionante que ha sido China en la construcción de carreteras, puentes y casas, su auge de la construcción de bienes raíces está llegando a su fin y no hay razón para esperar un aterrizaje suave.
Los reguladores financieros chinos aún pueden lograr aislar al mercado en general de la crisis de Evergrande y convencer a todos de que este es un caso anómalo. Pero dada la dependencia excesiva de China del sector inmobiliario para el crecimiento durante décadas, en particular durante las recesiones generales, es posible que los mayores desafíos estén por venir. Lampadia
Kenneth Rogoff, profesor de Economía y Políticas Públicas en la Universidad de Harvard y ganador del Premio Deutsche Bank en Economía Financiera 2011, fue el economista jefe del Fondo Monetario Internacional de 2001 a 2003. Es coautor de This Time is Different: Eight Centuries of Financial Folly y autor de The Curse of Cash.