En las economías de mercado que funcionan, las empresas toman inversiones arriesgadas. Cuando salen bien, se quedan con los beneficios. Y cuando salen mal, se tragan las pérdidas. Si las pérdidas son muy grandes, van a la quiebra y cierran las puertas. Así es como el capitalismo elimina las malas ideas del sistema y se queda con las buenas. De hecho, este es uno de los mecanismos que aseguran que el sistema capitalista es superior a todos los otros sistemas económicos que han existido hasta ahora.
En algunos países, muchas empresas viven del favor del estado, de la regulación del BOE, de la influencia política, de la protección de los amigos del sector público. Esto viene a colación porque el pasado viernes, en España, la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría anunció que el Estado pagará unos 1.350 millones a una empresa privada que intentó construir un almacén de gas que acabó saliendo mal (un almacén bautizado como proyecto Castor que generó terremotos en las costas de Alcanar y Vinaròs). En vez de perder el dinero invertido y enfrentarse a la quiebra, que es lo que dictarían las reglas del mercado libre, el Estado compensará las pérdidas a esta empresa. Y no lo hará con dinero que la señora Soraya y sus colegas pondrán de su propio bolsillo. Lo hará con los impuestos que el Estado expropiará a los contribuyentes durante los próximos 30 años. ¡Sí! Lo habéis leído bien: ¡30 años!
Esta es una demostración más de que la española no es una economía de mercado sino que más bien es lo que César Molinas bautizó como “capitalismo castizo”: un capitalismo en que algunas empresas utilizan el poder del Estado para robar el dinero del contribuyente en beneficio propio. Un capitalismo en que, en lugar de ir a la quiebra y dejar lugar a quien pueda hacer las cosas mejor, algunas empresas consiguen sobrevivir y enriquecerse gracias al favor político.
Molinas asegura que muchas de estas relaciones se forjan en el Palco del Santiago Bernabéu. ¿El Palco del Santiago Bernabéu, dice usted? ¡Caramba! ¡Qué casualidad! Resulta que la empresa rescatada ayer por el Estado y que recibirá 1.350 millones de euros es una empresa que se llama Escal UGS y está participada en un 66,7% para ACS. ¿Y quién es el propietario de ACS? Pues (sorpresa, sorpresa) don Florentino Pérez, amo y señor del Real Madrid. ¡Miren qué casualidad! ¡Al final resultará cierta la sospecha de Molinas y que el Palco del Bernabéu es el epicentro del capitalismo castico español!
El espectáculo ministerial del pasado viernes es una nueva demostración que el sistema económico español no tiene nada que ver con un modelo económico liberal de mercado sino más bien con un sistema en el cual unos cuantos listillos consiguen, a través de relaciones incestuosas con el poder político, parasitar las rentas de los ciudadanos.