Comentario de Lampadia
Cuando Lula accedió al poder liderando al PT (Partido de los Trabajadores) después de tres intentos, logró amainar la desconfianza nombrando funcionarios reputados y predecibles en el ministerio de Finanzas y en el Banco Central. Luego de la mano del súper ciclo de los commodities corrió la ola de la abundancia hasta convertirse en lo que Tim O’Neill, de Goldman Sachs, llamó los BRIC (Brasil, Rusia, India y China), a los que luego se agregó Sudáfrica (BRICS).
De ellos solo siguen en pie India y China (BRICS). Brasil pensó que había llegado al Olimpo y que solo tenía que regalar más dinero a los pobres en un asistencialismo desenfrenado (ver en Lampadia: Luces y sombras de la visita de Lula al Perú). La verdad es que Brasil cayó en importantes desbalances económicos que se hicieron insostenibles por el cambio en las condiciones de la economía global, en una soberbia desmedida y en circuitos de corrupción que terminaron por arrasar toda la confianza de los brasileños, que así pasaron rápidamente del Cielo al conocido infierno de las políticas económicas del empobrecimiento.
Curiosamente, contrario a los días de su inauguración, el gobierno del PT, se juega sus últimas cartas de la mano de nombramientos que solo acrecientan, esta vez, la desconfianza en la recuperación de su economía. Ver el siguiente artículo de The Economist sobre la renuncia del Ministro de Finanzas. Lampadia
La preocupante renuncia de Levy, Ministro de Finanzas
The Economist
Diciembre, 2015
Traducido y Glosado por Lampadia
Cuando Levy (a la izquierda de la foto) tomó el ministerio de finanzas hace un año, se enfrentaba a un reto imposible. Tenía que cerrar un enorme déficit presupuestal, evitar la perdida del rating de grado de inversión y revertir el fuerte intervencionismo en la economía que practicó su jefe, Dilma Rousseff, durante su primer período como presidente (2011 – 2014). Para hacer las cosas más difíciles, Brasil estaba cayendo en la peor recesión en décadas. Un inmenso escándalo de coimas destruyó la credibilidad del partido de gobierno, el izquierdista Partido de los Trabajadores (PT). La aprobación de Rousseff ha caído desde entonces a un solo dígito y enfrenta un proceso de destitución por romper las leyes de la contabilidad presupuestaria. Muchos otros ministros hubieran tirado la toalla mucho antes, pero Levy duró hasta este diciembre, cuando renunció y fue reemplazado por Nelson Barbosa (a la derecha de la foto).
Este cambio puede convertir una situación terrible en algo aún peor. Sugiere que Levy habría perdido la discusión interna en el gobierno sobre si la austeridad es la cura para la enferma economía brasileña, y la perdió, no porque el remedio era malo, sino porque era políticamente inmanejable.
Levy y su equipo hicieron ‘todo lo que se les pidió’, le dijo a un periodista horas antes de hacer pública su renuncia. Sería más cierto decir que trató valientemente, pero falló. Apodado ‘manos de tijeras’ después de su primer puesto como oficial del tesoro entre 2003 y 2006, se las arregló para cortar gastos discrecionales en 2015 por 70,000 millones de reales (unos US$ 18 mil millones). Sin embargo, sin la cooperación del Congreso, que no tiene ningún interés de ayudar a un presidente poco popular, solo pudo hacer poco con el 90% del gasto. El pasado 16 de diciembre, Fitch fue la segunda agencia de crédito en degradar la deuda brasileña a la categoría de ‘basura’.
La tarea de Levy se hizo más dura con la recesión, pues se espera que en 2015 el PBI caiga en 3.5%, colapsando los ingresos tributarios. El déficit presupuestal pasará de un altísimo 6.5% del año pasado a uno aún mayor de 9.5% para el 2015. Levy argumentó que sólo con un programa de austeridad se podía recuperar la confianza de los inversionistas, controlar la inflación y evitar alzas adicionales de los tipos de interés.
Rousseff solo le creía a medias. Su compromiso con la austeridad se debilitó más por el avance de la propuesta de destitución de su mandato en el Congreso en diciembre. Para sobrevivir tiene que coquetear con el ala izquierda de su base, que imputa las políticas de Levy como neoliberales descorazonadas y que exigen más gasto fiscal para impulsar la economía.
Esto explica la opción por Barbosa. A pesar de que él dejó el primer gobierno de Rousseff en 2013 y se volvió crítico del gasto descontrolado, y de su ocultamiento, se le ve más manejable que su antecesor. Él fue instrumental en la formulación de una nueva matriz económica de estímulos monetarios y fiscales diseñados para reiniciar el crecimiento después de la crisis financiera global. Rousseff la adoptó durante su primer mandato, pero la llevó más allá de lo previsto. Barbosa también promovió una propuesta desastrosa para el presupuesto del 2016 que incorporaba un alto déficit fiscal primario (antes del pago de intereses), que gatilló la degradación del rating del crédito brasileño por Standard & Poor’s en setiembre pasado. La propuesta fue cambiada posteriormente a instancias de Levy, pero ya no se pudo reversar la degradación crediticia.
Ahora que Barbosa tiene el cargo de Levy, promete continuar sus políticas: “Nuestro mayor reto es fiscal”, indicó en una conferencia de prensa luego de su nombramiento. Los mercados no están tan seguros. Tanto el real como la bolsa de Sao Paulo cayeron con la noticia de la renuncia de Levy.
Incluso si Barbosa es sincero, las reformas fiscales son improbables hasta que el drama de la destitución se supere en los próximos meses. La prioridad uno, dos y tres es derrotar contundentemente la propuesta de destitución, dice un congresista del PT. Efectivamente, la propuesta ha servido como un tónico para los desmoralizados seguidores de Rousseff. Por primera vez en el 2015, las demostraciones públicas a favor del gobierno fueron mayores que las de los opositores. Solo después de derrotar a los ‘hambrientos por un golpe’, dicen los seguidores del PT, puede el gobierno volver a enfrentar el déficit fiscal y a gobernar el país, acompañado con un reenergizado base Congreso.
La pregunta es si Rousseff tendrá la energía para superar los problemas fiscales de Brasil, o si será arrastrada a mayores grados de irresponsabilidad. Los augurios no son promisorios. El nombramiento de Barbosa parece un intento de mediar entre la ortodoxia de Levy y las demandas de las bases izquierdistas. No parece tener más probabilidades de éxito que las anteriores maquinaciones fallidas de la presidenta. L