Como afirmó el presidente de China, Xi Jinping en el Foro de Davos 2017 (ver en Lampadia: Davos 2017 en defensa de la globalización y libre mercado, «Encontrar un ‘chivo expiatorio’ en medio de la prolongada y difícil situación económica resulta fácil, pero encontrar soluciones prácticas no lo es. La actual situación económica mundial es el resultado de varios factores, de una gobernanza económica global inadecuada y de un desarrollo que no se quiere reconocer. Obviamente estos problemas no serán resueltos nunca alejándose de la globalización».
Los beneficios de la globalización económica superan por mucho sus costos, especialmente para los países emergentes. Sin embargo, fenómenos políticos como el Brexit y discursos aislacionistas (ganar – perder) como los de Donald Trump parecerían indicar que la globalización se está revirtiendo. Un artículo de Angus Deaton, Nobel de Economía 2016, para la revista Fatal Attraction – The Year Ahead, 2017, del 16 de este mes, que glosamos líneas abajo, recordó como la globalización representó fuentes de generación de riqueza para el mundo y sacó a muchos millones de la pobreza. “Lo primero que debemos entender cuando pensamos en la globalización es que ha beneficiado a un enorme número de personas que no forman parte de la élite mundial. A pesar del continuo crecimiento demográfico, el número de personas que son pobres en todo el mundo ha disminuido en más de mil millones en los últimos 30 años. Los beneficiarios incluyen a personas que ya no son consideradas pobres en India, China, Vietnam, Tailandia, Malasia, Corea del Sur y México, entre otros países.”
Fuente: 123rf.com
La integración comercial y financiera ha integrado efectivamente los mercados globales y ha producido inmensos beneficios para la humanidad en su conjunto, como una gran disminución de la pobreza global y de la desigualdad entre los países más ricos y los más pobres. En los últimos 40 años se ha duplicado la población mundial y se ha formado una clase media global de 3,000 millones de personas y hoy los más pobres tienen mejores condiciones de vida que nunca antes, con mayor esperanza de vida, mejor alimentación y mejor salud. Se estima que en 20 años podamos superar completamente la pobreza, sin tomar en cuenta los daños que pueda causar la ola anti globalización.
Estamos mirando al lado equivocado. Como indica Deaton “El llamado a frenar la globalización refleja la creencia de que ha eliminado puestos de trabajo en Occidente, enviándolos hacia el Este y el Sur. Pero la mayor amenaza para los empleos tradicionales no es el chino o el mexicano; es un robot. Es por eso que la producción manufacturera en los Estados Unidos continúa aumentando, incluso a medida que disminuye el empleo en la industria manufacturera.”
Por lo tanto, nuestro enfoque debe ser la gestión rápida de cambio tecnológico para que beneficie a todos. Es crucial mantener la apertura. En un mundo cada vez más interdependiente, el libre comercio, la inversión extranjera y una mayor movilidad de las personas, elementos de la globalización económica, son las condiciones para el crecimiento económico. Ningún país puede desarrollarse solo. La globalización económica no puede eliminarse. La cuestión es cómo volverla más inclusiva, asegurarse de que sus beneficios sean compartidos y comunicar adecuadamente los resultados.
Debemos prepararnos para defender el libre comercio y la globalización, para así proteger el crecimiento económico y la superación de la pobreza en países emergentes como el Perú. Lampadia
Superando el miedo al ‘cuco’ de la globalización
Según sus críticos, la globalización lleva a un aumento inexorable de la desigualdad de ingresos y riqueza: los ricos se enriquecen y los demás se quedan con nada. Pero lo primero que necesitamos entender acerca de la globalización es que ha beneficiado a un enorme número de personas que no son parte de la élite global.
Atracción Fatal – El año que viene, 2017
Project Syndicate
16 de Enero de 2017
Traducido y glosado por Lampadia
Mientras entramos al 2017, la globalización se ha convertido en una palabra sucia. Muchos lo ven como una conspiración de las élites para enriquecerse a expensas de todos los demás. Según sus críticos, la globalización conduce a un aumento inexorable de la desigualdad de ingresos y riqueza: los ricos se hacen más ricos y todos los demás no obtienen nada.
Si bien hay algo de verdad en este punto de vista, este es más erróneo que correcto. Y entenderlo mal tiene consecuencias: como mínimo, se vuelve un chivo expiatorio; más preocupante aún es que las malas políticas son capaces de empeorar nuestros problemas reales.
Lo primero que debemos entender cuando pensamos en la globalización es que ha beneficiado a un enorme número de personas que no forman parte de la élite mundial. A pesar del continuo crecimiento demográfico, el número de personas que son pobres en todo el mundo ha disminuido en más de mil millones en los últimos 30 años. Los beneficiarios incluyen a personas que ya no son consideradas pobres en India, China, Vietnam, Tailandia, Malasia, Corea del Sur y México, entre otros países. En el mundo rico, todos los grupos de ingresos se benefician, porque los bienes (desde teléfonos inteligentes hasta ropa y juguetes para niños) son más baratos. Las políticas encaminadas a revertir la globalización sólo conducirán a una disminución del ingreso real a medida que los bienes se vuelvan más caros.
El llamado a frenar la globalización refleja la creencia de que ha eliminado puestos de trabajo en Occidente, enviándolos hacia el Este y el Sur. Pero la mayor amenaza para los empleos tradicionales no es el chino o el mexicano; es un robot. Es por eso que la producción manufacturera en los Estados Unidos continúa aumentando, incluso a medida que disminuye el empleo en la industria manufacturera.
Por lo tanto, nuestro enfoque debe ser la gestión rápida de cambio tecnológico para que beneficie a todos – no es fácil, pero tampoco es imposible. Los aranceles y las guerras comerciales no harán nada para ayudar.
Es cierto que la globalización ha alimentado una mayor desigualdad de ingresos. Pero gran parte de este aumento debe ser bienvenido, no condenado. No hay nada inherentemente malo en la desigualdad. El que sea malo depende de cómo se produce y que hace.
En la India y China, la globalización ha traído consigo una mayor desigualdad de ingresos, ya que proporcionó nuevas oportunidades -en la manufactura, en los puestos de back-office y en el desarrollo de software- que han beneficiado a millones de personas. Pero no a todo el mundo. Esa es la manera cómo funciona el progreso; mientras que nos gustaría que todos prosperaran en tándem, estas situaciones son increíblemente raras. Despreciar este tipo de desigualdad es desprestigiar el progreso.
En los países ricos también, parte del aumento de la desigualdad refleja mejores oportunidades, debido a la transición de un mercado nacional a otro global. Aquellos con un talento excepcional y las innovaciones ahora tienen acceso a todo el mundo para ser exitosos. No es un crimen hacerse rico compartiendo talento con más gente o haciendo cosas nuevas que beneficien a todos.
Por supuesto, hay un lado oscuro de la desigualdad. Los ricos tienen una gran influencia política, y a menudo pueden reescribir las reglas para beneficiarse a sí mismos, a sus empresas o a sus amigos. En los Estados Unidos, esto no es un gran problema en las elecciones presidenciales, que permanecen abiertas; pero sí es un problema enorme para el Congreso, donde nuestros «representantes» están tan limitados por la necesidad de recaudar dinero que es poco probable que sean elegidos, o permanezcan elegidos, sin el apoyo de los intereses ricos.
Esto no quiere decir que los legisladores sean corruptos, sino que, como ha argumentado Lawrence Lessig de la Escuela de Derecho de Harvard, la institución es corrupta e incapaz de representar a las personas que no tienen la influencia que el dinero proporciona. Sin embargo, no es obvio que la mejor solución es reducir la desigualdad, en lugar de cambiar la forma en que se financia la política. La gente rica debe comprar yates, establecer fundaciones, o convertirse en filántropos, no comprar el gobierno, que debe ser retirado del mercado.
Más generalmente, la desigualdad que resulta de la «búsqueda de rentas» – enriquecerse en las espaldas de otros y no aportar nada de valor a la economía – es el verdadero ‘cuco’. Ejemplos clásicos incluyen a banqueros que presionan al gobierno para debilitar la regulación, y luego – cuando los bancos fallan – dejando a los contribuyentes con un lío costoso. Los rescates resultantes han dado impresionantes sumas de dinero público a personas que ya eran fabulosamente ricas.
Por ejemplo, Fannie Mae y Freddie Mac -las enormes agencias financieras respaldadas por el gobierno estadounidense- utilizaron su fuerza política para hacer imposible que el Congreso las reglamentara, mientras pagaban a sus accionistas privados y alimentaban la crisis de vivienda. Asimismo, el lobby ‘de las granjas’ gana miles de millones cada año en subsidios. Se alienta a las compañías farmacéuticas a que presionen a los gobiernos para que aumenten los precios o amplíen las extensiones de patentes de los productos existentes, en lugar de fabricar nuevos medicamentos. Los magnates inmobiliarios cambian el código de impuestos a su favor.
Estas actividades realmente producen menos que nada, porque frenan el crecimiento económico. Cuando la forma más fácil de hacerse rico es mediante el robo legalizado, entonces la innovación y la creatividad pierden relevancia.
Arlie Russell Hochschild de la Universidad de California en Berkeley escribió sobre la gente que está enfurecida por ver a otros «cortar camino» delante suyo. Esta ira es injustificada cuando es la reacción de, por ejemplo, los blancos americanos que, acostumbrados al privilegio racial, se enfrentan a un mundo más igualitario. La ira justificada es hacia un gobierno que enriquece intereses especiales a expensas de todos los demás. En una economía de crecimiento lento o cero tal robo legalizado es intolerable.
El crecimiento depende de la globalización y de la desigualdad legítima. No podemos ignorar a quienes están sufriendo, pero debemos asegurarnos de que nuestras «soluciones» no empeoren el problema. Los verdaderos monstruos son los buscadores de rentas que han capturado tanto de nuestro gobierno. La desigualdad que han producido es la desigualdad que necesita ser eliminada. Lampadia