EDITORIAL DE LAMPADIA
Absurdamente, el país está entrando en niveles de confrontación y disonancia que nos están acercando a una crisis política que puede ser difícil de manejar. Nuestros ciudadanos merecen algo mucho mejor de lo que les estamos dando.
Los partidos políticos de gobierno, en el Ejecutivo y el Parlamento, se están dejando condicionar por actitudes y personajes que no están a la altura del momento histórico que tenemos que consolidar. Los partidos menos representativos, liderados por el Frente Amplio, aderezan la situación con los peores ingredientes y, una buena parte de los comentaristas políticos y medios de comunicación, sin entender las circunstancias de la vida nacional, exacerban las contradicciones como si se tratara de los preparativos de un carnaval.
El Perú se acerca a su bicentenario en un desorden y desorientación inaceptables e innecesarios. No hay ningún condicionante estructural que nos impida consolidar un gobierno que nos lleve al desarrollo integral, en lo social, económico, institucional y político, y que establezca un ambiente de armonía conducente a brindar mejores oportunidades de vida a todos nuestros ciudadanos.
Tenemos retos al desarrollo y frenos al bienestar, pero también tenemos las oportunidades y capacidades para superarlos, según presentamos líneas abajo.
¿Cómo podemos salir de esta trampa que nos envuelve más cada día?
En primer lugar debemos respetar el voto ciudadano expresado antes de la polarización política de la segunda vuelta, polarización que se ha extendido absurdamente durante los primeros meses del nuevo gobierno.
El 10 de abril pasado, nuestros ciudadanos optaron en gran mayoría por profundizar el desarrollo de nuestra economía de mercado y rechazaron los cantos de sirena de la ‘refundación’ de la República.
Debemos superar las huellas de las diatribas de la segunda vuelta electoral que excedieron todo nivel de civilidad y que han dejado una cola de prejuicios y animosidades, que deben parar en seco.
Poner por delante del juego político, la convergencia programática de los partidos de gobierno, tanto de Peruanos por el Kambio, como de Fuerza Popular.
Este proceso solo puede ser liderado por el Presidente de la República, don Pedro Pablo Kuczynski, con los gestos y llamados correspondientes y, debe ser correspondido por doña Keiko Fujimori en su calidad de líder del mayor partido político del país y primera fuerza congresal.
Ambos deben ser acompañados por primeros colaboradores, el Primer Ministro, don Fernando Zavala y la Presidente del Congreso, doña Luz Salgado.
Se debe explicar a la ciudadanía el gran destino que nos espera, nuestros retos, nuestras capacidades y la naturaleza de los frenos que hoy impiden la acción conjunta de los peruanos en pos de iniciar nuestro tercer centenario en las mejores condiciones posibles.
Tenemos que superar el trauma político de la censura de un Ministro de Educación ya gastado en la contienda política e instalar aires de renovación y profundización de la reforma educativa, un reto reclamado por todos los ciudadanos.
Posteriormente, desde esta plataforma, se deberá convocar a las demás fuerzas comprometidas con la consolidación del desarrollo y la democracia, así como a los líderes de la clase dirigente, para emprender una gran gesta nacional por el bienestar general.
Este gobierno del bicentenario no puede fracasar. Si no podemos superar estos aciagos momentos, no somos dignos de la patria que nos dieron nuestro padres fundadores. Es ¡Ahora o Nunca!
Nada es imposible para los peruanos de buena voluntad. Juntos podemos hacerlo. Como dijo el Presidente de la República en el acto de investidura: “Firme y feliz por la Unión”.
Para dar contenido a esta invocación, presentamos líneas abajo, la enumeración de nuestros retos, capacidades, oportunidades y frenos:
Nuestros mayores retos son:
- Compartir una visión positiva de futuro.
- Crear un ambiente de armonía y confianza en nuestras capacidades.
- Recuperar la salud de nuestra economía.
- Lograr un ritmo acelerado de disminución de la pobreza y la desigualdad.
- Promover niveles de inversión pública y privada que superen el 25% del PBI.
- Cerrar las brechas acumuladas en educación, salud, infraestructuras y tecnología, a lo largo de. las últimas cinco décadas.
- Prepararnos para que la ‘cuarta revolución industrial’ nos ponga en el lado de los ganadores.
Nuestras oportunidades y capacidades son:
- Aprovechar nuestro infinito y diverso potencial productivo que genere empleo de calidad para muchos peruanos, y recursos económicos que financien la superación de todos nuestros retos.
- Tenemos inmensas potencialidades en el desarrollo de la minería, la forestería, energía, agro-exportaciones, pesca, turismo, bio-negocios y servicios.
- Gente trabajadora, resiliente y creativa.
- Una de las mejores geografías del planeta, con una extraordinaria diversidad y toda el agua que podemos necesitar.
- Una historia milenaria y una cultura diversa en todas sus expresiones.
- Probada capacidad de recuperación económica y social que pocos países pueden mostrar.
- Logros extraordinarios que nos hacen ambicionar la capacidad de ser un país desarrollado.
- Una clase media emergente y pujante.
- Una revolución gastronómica que nos hace sentir orgullosos de la peruanidad.
- Un sector rural que se ha dinamizado más allá de lo que hoy reconocemos.
Nuestros frenos al bienestar general:
- Una clamorosa falta de comunicación para que nuestros ciudadanos entiendan nuestros logros, potencialidades y capacidades.
- Una clase política que no sale de las trifulcas de plaza.
- Una clase dirigente, empresarios, intelectuales, académicos y líderes sociales que no optan por ver la brecha entre nuestro potencial de desarrollo y una coyuntura que debiera llamarnos a la acción en pro de movilizar el país hacia la ‘gesta del desarrollo’.
- Un nivel de conflictividad social más político que social, que nos está llevando a la parálisis de nuestra vida económica.
- Un Sistema Judicial y Policía Nacional que están lejos de imponer el ‘imperio de la ley’.
- Una burocratización del Estado y una selva regulatoria que oprime a los ciudadanos e inhibe el desarrollo empresarial.
- Capacidades discrecionales absolutas y ausencia de segundas instancias en los gobiernos regionales y locales que impiden el desenvolvimiento de ciudadanos y empresas, y crean espacios propicios para la corrupción.
- Actividades económicas ilícitas como el narcotráfico, la minería y la tala ilegales, el contrabando armado, el sicariato y la imposición de cupos por parte de mafias que se reproducen a lo largo y ancho de la República, que corroen todas nuestras instituciones.
- Niveles inmensos de informalidad.
- La impunidad generalizada ante todo tipo de crímenes y selectiva en relación a la conflictividad social.
Esperamos que estas líneas contribuyan a la reflexión nacional para que asumamos el reto que planteó Nicolás de Piérola hace cien años: “Nuestros padres nos hicieron libres, nos toca a nosotros hacernos grandes”. Lampadia