Pablo Bustamante Pardo
Director de Lampadia
Una buena manera de evaluar el crecimiento de los ingresos es apreciar el crecimiento del gasto per cápita. El siguiente cuadro de la Encuesta Nacional de Hogares del INEI, muestra la evolución del gasto real promedio per cápita mensual para las áreas de residencia, regiones naturales y dominios que agrupan a nuestros ciudadanos.
Como podemos apreciar en el siguiente cuadro, entre el 2011 y el 2022, los ingresos reales de los habitantes del Perú rural, a diferencia del conjunto nacional, han aumentado notoriamente:
En el mismo período, el conjunto de la población del Perú, solo creció 1.2%, pues como muestra el mismo cuadro, este ha caído poco a poco, durante los últimos diez años, en que se dejó de promover la inversión privada y el crecimiento de la economía. Ver los detalles en el cuadro siguiente:
También podemos apreciar que mientras los ingresos de la población de la costa en conjunto cayeron en 5.0%, la de la selva en conjunto crecieron 5.8%.
Todo esto demuestra, una vez más, que nuestro modelo de economía social de mercado, bajo la orientación de la Constitución de 1993, ha sido pro crecimiento, pro inversión y, por lo tanto, esencialmente pro pobre.
Ya lo ha indicado así el Banco Mundial hace un par de semanas, afirmando que la reducción de la pobreza de 60 a 20% de la población, se debió en un 85% al crecimiento de la economía.
A estas alturas de la historia, las relaciones causa-efecto del crecimiento de la economía y de la inversión, con la reducción de la pobreza y el aumento de los ingresos de los peruanos, está muy clara y ha sido demostrada mil veces. Pero los enemigos del Perú, aquellos que sabotean el crecimiento de la economía, frenando o parando la inversión privada, tienen otra agenda, la agenda de la captura del poder.
Poder, que como hemos visto en Cuba, Venezuela y Bolivia, no es siquiera para un manejo mediocre de la economía.
¡NO! ese poder que buscan las izquierdas latinoamericanas, no es para instalar economías redistributivas.
¡NO! ese poder que persiguen los marxistas de nuestros tiempos, es para instalar estructuras mafiosas y corruptas, fundamentalmente asociadas al narcotráfico y a otras actividades económicas ilícitas y traicioneras del bienestar ciudadano que usan de fachada.
No nos olvidemos que el otrora rico Venezuela, tiene hoy al 95% de su población en situación de pobreza, y al 75% en pobreza extrema. Cifras muy parecidas a las de Cuba, el oscuro poder de la más oprobiosa inspiración política de nuestras izquierdas.
Los peruanos no podemos acercarnos a esos predicamentos. Los peruanos no somos limosneros, somos creativos, trabajadores y resilientes. Nuestro futuro depende de conectar y asumir la relación positiva entre el crecimiento de la economía y la reducción de la pobreza.
Así como no esperamos del Estado nuestro sustento económico, no esperemos las líneas de gobierno de los politicastros. Lampadia