Pablo Bustamante Pardo
Director de Lampadia
Candidato Pedro Castillo, a pesar de todas las explicaciones y advertencias que se le han hecho sobre los daños que puede causar un cambio de Constitución, usted insiste en esa amenaza, que es rechazada por el 70% al 80% de la población.
Con todo respeto, le he respondido que:
El cambio de Constitución, solo es apoyado por el 20% al 30% de la población. Ver los estudios de opinión pública:
Urgidos como estamos por superar la pandemia, recuperar la economía y el empleo, y de reorganizar los servicios públicos de salud y educación, la idea de organizar una asamblea constituyente para diseñar una nueva Carta Magna, es una de las peores ideas que se pueden plantear.
Su capricho es tan absurdo y contraproducente, que llega a parecer un sabotaje.
En lugar de seguir llenando el vaso de nuestro desarrollo, corrigiendo lo necesario, se estaría rompiendo el vaso, tirando por la borda, todo lo avanzado. Una irresponsabilidad garrafal.
Las incuestionables prioridades del próximo gobierno son atender la pandemia, impulsar la economía, y mejorar la salud y la educación. Veamos, por ejemplo, lo que dice el último estudio de Datum:
Señor Castillo, su eventual gobierno está obligado a dedicar todos sus esfuerzos para superar la pandemia, recuperar la economía y mejorar importantemente los servicios públicos de salud y educación. Para ello, les guste o no a las izquierdas que lo acompañan, se debe recuperar necesariamente un buen nivel de inversión privada, que responde por el 80% del total y genera empleo sostenible y formal.
No comprometerse con esta tarea, no solo sería una tremenda irresponsabilidad, sería una traición al gran objetivo nacional de reducir la pobreza.
Más allá de las preferencias políticas de los partidarios de agendas radicales, ir a un proceso constituyente, impediría recuperar la economía por dos o tres años, lapso durante el cual, sin reglas de juego conocidas, se paralizarían las inversiones de todos los peruanos, desde el agente económico más pequeño hasta el más grande.
Además, por supuesto, todo el país se des focalizaría de las tareas urgentes que hemos enumerado, se privilegiarían los temas políticos y se agudizarían las diferencias políticas, malogrando la agenda de gobierno y las agendas de la sociedad civil.
Después de diez años malos en crecimiento y reducción de la pobreza, con ese grave error de gobierno, perderíamos cinco años claves para recuperarnos de los impactos de la pandemia y enrumbar al Perú hacia el desarrollo integral, económico, social e institucional.
Ninguna agenda política debe distraernos del gran objetivo nacional de disminuir la pobreza. Y señor Castillo, si su eventual gobierno toma ese camino, los que creemos en la libertad, la democracia y la economía social de mercado, como el mejor camino para crear prosperidad para todos los peruanos, deberemos aprestarnos a resistirlo con valentía y tenacidad.
Lampadia