En promedio, la pobreza multidimensional y la monetaria muestran un nivel y una evolución muy parecidas. Sin embargo, para Lima, la pobreza multidimensional señala una mucho menor pobreza y mayor pobreza para el sector rural.
La pobreza comenzaría a medirse de forma multidimensional, considerando carencias en salud, educación y condiciones de vida. Este cambio no varía la tendencia hacia la reducción en el país.
Este resultado implica que el 21,7% de la población del país subsiste gastando menos de S/338 mensuales,
monto que, según la metodología del INEI, permite cubrir las necesidades básicas alimenticias y no alimenticias. (Foto: Rolly Reyna)
Informe IPE – El Comercio
17 de febrero de 2020
La semana pasada el Ejecutivo anunció que, a partir del próximo año, se cambiaría la forma en que se mide la pobreza en el Perú. Actualmente, en el país se emplea el enfoque conocido como pobreza monetaria; que sería reemplazado por uno denominado pobreza multidimensional.
Con la medición actual, al cierre del 2018 el 20,5% de peruanos vivía en situación de pobreza. Según el enfoque monetario, una persona es considerada pobre si reside en un hogar cuyo gasto mensual per cápita está por debajo del costo de una canasta básica de consumo, que incluye necesidades mínimas alimentarias y no alimenticias.
Este umbral de gasto mensual por persona, conocido como línea de pobreza, es de S/344. Entonces, una persona pobre es aquella que, en un mes, tiene un gasto inferior a S/344. Hay alrededor de 6,4 millones de personas en esta situación.
Aunque útil, esta metodología ha sido foco de diversas críticas. Quizás la más importante es que la línea de pobreza hace que la definición sea muy cerrada: un hogar con gasto per cápita de S/343 al mes sería pobre y uno con gasto de S/345 no lo sería. Es decir, si un hogar gasta S/345 al mes por persona, pero al mismo tiempo carece de condiciones de vida adecuadas, resulta difícil considerarlo como no pobre.
MIRADA HOLÍSTICA
La cuestión de fondo más relevante es que la mirada del lado monetario no permite identificar qué carencias tienen las personas pobres, de modo que las políticas públicas se orienten a cerrar las brechas que les impiden mejorar su calidad de vida. Es a partir de esto que surge el enfoque multidimensional.
En el 2008, los investigadores Sabina Alkire y James Foster, de Oxford Poverty & Human Development Initiative, desarrollaron una metodología para medir cuántas privaciones sufren las personas en situación de pobreza. Así, crearon el Índice de Pobreza Multidimensional (IPM), que refleja las múltiples carencias de los hogares y las personas en tres dimensiones: salud, educación y condiciones de vida.
La ministra de Desarrollo e Inclusión Social, Ariela Luna, ya ha señalado que este enfoque permitirá optimizar la ejecución de las políticas sociales orientadas a favorecer a las personas pobres o vulnerables.
CIFRAS BAJO LA LUPA
A partir de la información de la Encuesta Nacional de Hogares (Enaho), el Instituto Peruano de Economía (IPE) ha hecho una medición aproximada de la pobreza bajo el enfoque multidimensional, considerando diversas privaciones.
En la dimensión de salud, se tiene en cuenta la asistencia a algún centro de salud y el consumo mínimo de una canasta básica de alimentos. En educación se incluye el nivel de educación familiar y la matrícula escolar. Finalmente, en cuanto a condiciones de vida, se consideran el acceso a servicios básicos, la calidad de los pisos y el combustible de la vivienda, además de la posesión de activos como electrodomésticos, vehículos o títulos de propiedad.
Los hogares suman ‘puntos’ en función al número de carencias que tienen (cada una tiene un puntaje; así, si les falta escolaridad, suman 0,167 puntos). De acuerdo a la metodología de Alkire y Foster, una persona es considerada pobre si obtiene un IPM mayor a 0,33.
Estos cálculos mostrarían una incidencia de pobreza muy similar entre la monetaria y la multidimensional.
Así, el 21,5% de la población en el país sería pobre desde el punto de vista multidimensional.
El resultado es un punto porcentual mayor que la pobreza monetaria; esto implica que existirían cerca de 327 mil personas que no estarían siendo consideradas como pobres, pese a serlo en el otro enfoque.
Vale la pena resaltar que, en ambas metodologías, la pobreza se ha ido reduciendo consistentemente desde el 2011 e, incluso, la brecha entre ambas mediciones se habría acortado en los últimos dos años.
Por ámbito geográfico, la pobreza multidimensional alcanzaría al 9,3% de la población en el área urbana y al 62,8% en el área rural, frente al 14,4% y 42,1%, respectivamente bajo la perspectiva monetaria.
En las regiones, Ica se mantendría como aquella con menor pobreza del país bajo ambas mediciones, mientras que Cajamarca –la región más pobre según la medición monetaria– sería desplazada del último lugar por Huancavelica bajo el enfoque multidimensional.
En 21 de las 25 regiones la pobreza multidimensional es mayor a la monetaria. El caso que más resalta es el de Huánuco, donde la pobreza pasaría del 29,9% de acuerdo al enfoque monetario al 47% según el multidimensional.
Con ello, no sería la novena región más pobre, sino la tercera, solo detrás de Huancavelica y Cajamarca.
LA ADOPCIÓN DEL ENFOQUE MULTIDIMENSIONAL EN OTROS PAÍSES
El primer país de la Alianza del Pacífico en implementar el enfoque multidimensional fue México, en el 2009. Dos años más tarde, Colombia comenzó a reportar sus estadísticas de pobreza bajo esta metodología y Chile empezó a hacerlo en el 2015. El Perú es el único del bloque que tiene pendiente este cambio.
Otros países de la región también han migrado hacia la metodología multidimensional, como Ecuador, El Salvador, Panamá, Costa Rica y Honduras. Lampadia