En dos artículos previos hemos criticado las premisas, supuestos y el diagnóstico del cual parte el ambicioso Plan de Diversificación Productiva (PDP) para el diseño de las políticas que “crearían nuevos motores de crecimiento”. En el primero de ellos, analizamos los argumentos relacionada a la “necesidad de diversificar nuestra economía” y en el segundo nos concentramos en el diagnóstico sobre el empleo, los ingresos y la productividad. Es importante seguir analizando este tema por los errores metodológicos del diagnóstico realizado y sus eventuales consecuencias en el diseño de políticas públicas.
Según el Plan de Diversificación Productiva (PDP), “el crecimiento de la economía ha tenido avances en equidad que pueden ser considerado menores”. Más aún, el ambicioso plan menciona (en la página 35) que en la última década, la desigualdad ha crecido entre las regiones, por lo cual el crecimiento de la economía no ha mejorado la estructura distributiva de las mismas. Para esta última afirmación, presentan un gráfico desde 1970 con el coeficiente de variación del ingreso per cápita en las regiones, el cual es un indicador de cuan dispersa se encuentra esta variable.
Sin embargo, en Lampadia, utilizando las estimaciones del PBI real departamental de Cuanto y la información del INEI sobre la población económicamente activa (PEA) -ocupada y total-, lo que encontramos es que el coeficiente de variación entre los distintos departamentos ha venido disminuyendo, lo que da cuenta de una menor dispersión en el producto por trabajador. Esto demuestra que el crecimiento económico experimentado en la última década está logrando mejorar la estructura distributiva de las regiones a través del mercado del trabajo, un resultado contrario a lo sugerido por el PDP.
Igualmente, nos parece poco generoso, decir que el crecimiento ha tenido avances menores en cuanto a equidad. Como señalamos en Libre mercado reduce la desigualdad en el Perú, las cifras oficiales muestran que el coeficiente de Gini de los ingresos se redujo 10% entre el 2006 y 2012, mientras que el del gasto se redujo en 14% en el mismo periodo. De la misma forma, los estudios independientes estiman una reducción de la desigualdad que estaría entre el 8 y 11% para este periodo, lo cual es notable dado que fue un periodo de alto crecimiento (ver: El Peru vs. Kuznets, de Richard Webb). Incluso el recálculo de Waldo Mendoza, que presenta una foto de mayor desigualdad, no pudo ocultar que la pendiente de la reducción de la desigualdad, para el período que analizó, era aún mayor que la del Banco mundial, Cepal e INEI.
En relación a la productividad de la economía, el PDP afirma de que hay una “amplia heterogeneidad existente entre sectores”, y que “los sectores menos productivos son los que emplean relativamente a más trabajadores”. Como señaló Iván Alonso en una reciente columna, el plan carece de un análisis de cómo ha evolucionado esta productividad en el tiempo. Además, el análisis estático del valor agregado bruto por trabajador (la “foto”) como indicador para contrastar la “productividad” intersectorial es deficiente, ya que en los distintos sectores se utilizan combinaciones diferentes de capital y trabajo: la minería es más intensiva en capital y la agricultura lo es con la mano de obra directa (pero según estudios del IPE, por cada puesto directo del sector agrícola se crea un sexto [1/6] de empleos indirectos e inducidos en otros sectores, mientras que, en el caso de la minería, por cada puesto directo, se crean nueve [9] indirectos e inducidos). Entonces, es natural que el sector menos intensivo en trabajo –directo-muestre un ratio más alto por trabajador. Pero la realidad es que tanto la productividad del trabajo como la eficiencia del uso del capital en la economía han mejorado.
Además, debemos señalar que el PDP ha utilizado la antigua matriz insumo-producto de 1994 como base de análisis, cuando el INEI ya había publicado, dos meses antes, la nueva Matriz Insumo-Producto, con un año base del 2007 (pre-publicado, dos años antes). Haber usado una estructura productiva de hace 20 años le resta realismo al diagnóstico del PDP.
Sobre el diagnóstico comentado, se propone crear nueva burocracia: la Dirección de Cadenas de Valor y un Consejo Nacional de Diversificación Productiva – que hará sombra al Consejo Nacional de la Competitividad, entre otros. La evaluación de las metas que se plantean para cada línea de acción se asocian a productos intermedios elaborados desde un bureau: informes, estudios, número de sesiones o reuniones, número de concursos, etc.
El PDP tampoco identifica la necesidad de fortalecer las políticas de capacitación. Y nos deja la sensación de que se está pensado en fomentar una diversificación horizontal, descuidando el potencial productivo de la diversificación vertical, asociada a los encadenamientos con otros sectores, (tal como ya se dio entre la minería y la manufactura de maquinaria minera, que hoy exportamos a los países más sofisticados).
En síntesis, el PDP no está bien enfocado, ha sido muy apurado y, tal vez, no se ha basado en un buen análisis estratégico de las opciones de desarrollo integral del Perú, que permitan: multiplicar nuestra producción, acelerar la reducción de la pobreza y generar una mayor prosperidad y bienestar para todos los peruanos. Lampadia