Para el experto, se requiere una política sectorial que se oriente más a mejorar la infraestructura rural y los servicios agropecuarios modernos. La siguiente entrevista es realizada por Rocío Barja.
Cuando el presidente Ollanta Humala llegó al Gobierno, una de sus consignas era lograr una agricultura inclusiva. ¿Cree Ud. que lo ha logrado?
Es difícil. Uno de los retos pendientes que tiene América Latina, y el Perú no escapa a ello, es lograr una agricultura más competitiva, más inclusiva y más sostenible ambientalmente. En ese sentido, uno de los temas centrales es lograr que los recursos de gasto público que se orientan al sector agropecuario lleguen a la mayor cantidad de agricultores y que sean utilizados de la forma más rentable posible.
¿Cómo hacerlo?
La experiencia empírica demuestra que el gasto en este sector debe estar orientado a bienes públicos, es decir, a infraestructura rural, investigación, servicios de sanidad agropecuaria, titulación de tierras y riego. Esos son los temas claves donde todos los agricultores se benefician en conjunto, de forma homogénea y se logra altísima rentabilidad.
¿Y eso sucede en el Perú?
Ni en Perú ni en la región. Es allí donde está uno de los mayores problemas del sector agropecuario en general, ya que gran parte del gasto público destinado a este sector, en lugar de estar orientado a los bienes públicos, lo está hacia bienes privados. Esto es, en otras palabras, hacia subsidios o apoyos fiscales directos. En el Perú creo que es el 50%.
¿Qué tan peligroso puede ser esto?
A ver, cuando pasa esto la agricultura simplemente no crece, porque los riesgos pasan a ser asumidos por el Estado y no por el agricultor. Es por ello que pensamos que se requiere un viraje de una política de subsidios a una que se oriente a más infraestructura rural y servicios agropecuarios modernos.
¿Entonces se debe dejar de lado la política de subsidios en el agro peruano?
No necesariamente, ya que no todos los subsidios son malos per se. Como todo en la vida, hay de los dos tipos. Un caso negativo, por ejemplo, es cuando el Estado subsidia directamente a un rubro por razones de que los precios internacionales se cayeron. Eso podría terminar distorsionando el mercado y no permitir que los agricultores migren hacia cultivos más rentables.
¿Y cuándo un subsidio es positivo?
Uno de los casos más emblemáticos son los subsidios para la adopción de tecnología, que podría ser para riego, siembra directa, abonos verdes, andenería, plantaciones de cortaviento, etc. Estos son los que parecen tener el mejor uso.
¿Entonces lo que se requiere es cambiar el chip en el Minag?
Podría ser. Aunque lo cierto es que el actual ministro de Agricultura, Milton von Hesse, ya está tratando de cambiar la mentalidad en la orientación del gasto en el sector.
BID: Es muy difícil limitar la propiedad de tierras agrícolas
Para el director del Área de Agricultura del BID, Héctor Malarín, los cambios tecnológicos y los precios de mercado de los productos agrícolas, hacen muy difícil determinar cuál es el límite óptimo de un predio en el sector agropecuario, ya que eso es dinámico.
“Hoy es un tamaño y mañana es otro. Entonces, eso haría muy complicado para el país definir cuál es el tamaño ideal. Creo que es un desafío tremendo”, dijo.
Explicó que hay ciertos cultivos que requieren más extensiones de tierras, entre los que están la caña de azúcar, los cereales y las oleaginosas. Sin embargo, los cultivos frutícolas y de hortalizas, donde se concentra la oferta exportable peruana, tienden a utilizar parcelas más pequeñas.
“Esto nos hace pensar que si poner límites a la propiedad de tierras tiene sentido”, manifestó a Gestión.
Comentó que algunos países de América Latina (Brasil y Bolivia) donde se ha intentado implementar este instrumento, los resultados no han sido claros. “No sabemos si hay beneficios o no”, concluyó.
DIXIT
“El agricultor peruano actual está cambiando. Ahora tiene una esencia empresarial y busca continuamente engancharse con los mercados”.
“Para que la agricultura peruana sea más competitiva en el mercado internacional requiere, además de una política de apertura comercial y estabilidad macroeconómica, un sistema sanitario y de innovación fuerte, conectividad y telecomunicaciones”.
Héctor Malarín
Director del Área de Agricultura del BID
Tomado de Gestión, 7 de mayo, 2013