Carlos E. Gálvez Pinillos
Expresidente de la SNMPE
Para Lampadia
Cuando China puso sus ojos en el proyecto del puerto de Chancay, no pensó invertir US$3,500 millones para atender sólo al Perú. Ciertamente, pensó en su necesidad de alimentar a una población china de más de 1,400 millones de habitantes, atender también a los países asiáticos que lo rodean y comunicarse con la despensa Sudamericana, que les ha de proporcionar los alimentos requeridos. Del mismo modo, pensaron en la forma más económica de penetrar, directamente y con sus productos, a todos los países sudamericanos.
En la otra dirección, por el lado sudamericano, solo Brasil y Argentina, tienen en China, un país que les compra, en conjunto, 60 millones de toneladas (TM) de soja por año, a lo que debemos agregar cerca de 15 millones de TM de harina y aceite de soja, carne bovina, carne de pollo, trigo, maíz, leche en polvo y queso.
A ese respecto, es interesante observar la travesía de los productos brasileños desde los estados productores de esos bienes, hasta los puertos de Santos y Paranaguá, para luego dar una inmensa vuelta rodeando el sur de África, navegar la costa este de ese continente, expuestos a la piratería en las costas cercanas a Somalia, lo que resulta una amenaza para los barcos.
Esto mismo ocurre con la carga Argentina, embarcando desde los puertos de Rosario y Buenos Aires, para llegar a China y los países asiáticos. Ni qué decir de las exportaciones chinas a nuestro continente, con productos de alto valor. ¿No tendrían grandes ahorros en seguros y combustible evadiendo rutas peligrosas?
Según una investigación del Centro de Estudios sobre China y Asia-Pacífico de la Universidad del Pacífico, un barco que, saliendo de puerto brasileño, cruza el Cabo de Buena Esperanza, hace escala en Singapur y Hong Kong, tardará 40 días para arribar a Shanghái y, si evita esas escalas, le tomará 32 días hasta el mismo destino.
En cambio, la travesía de Chancay a Shanghái, sería de sólo 25 días. Consecuentemente, si sumamos el efecto de la mayor cercanía de los estados occidentales de Brasil a Chancay, que a los puertos brasileños, la menor distancia y tiempo de navegación, los menores riesgos de la carga y la mayor fluidez en los despachos, no cabe duda que, los ahorros de tiempo y dinero para todo ese comercio, nos conducirán a promover el comercio internacional de Sudamérica, vía Chancay.
Teniendo esto en consideración, promover la construcción de un ferrocarril que conecte los estados occidentales de Brasil con Chancay, sería un proyecto del máximo interés chino y brasileño.
No sugiero de ninguna forma, que el Perú construya, invierta o financie el proyecto, pero sí, que nuestro país proponga el concepto, convoque a los gobiernos de ambos países y promueva su desarrollo, dando las facilidades de servidumbre para las rutas y, genere las condiciones, para que, capitales chinos y brasileños desarrollen el proyecto, acompañados de capitales internacionales dispuestos a invertir, vía la bolsa de valores en capital (acciones) y en papeles de deuda.
Por supuesto, esto requiere de liderazgo, convocatoria de la mejor tecnología e ingeniería, para lograr un salto cualitativo en el desarrollo de este proyecto.
Hasta ahora, sólo el capital privado está comprometido con Chancay y su desarrollo. Es importante señalar que, ya el sector privado está desarrollando un proyecto hospitalario para la zona (clínica San Pablo) y un interesante proyecto escolar, con aspiraciones de ser un colegio emblemático (Innova Schools) y más de un proyecto hotelero. Se están proyectando inversiones inmobiliarias y de centros comerciales en el distrito.
La pregunta es ¿y el sector público, para cuándo? Vivienda y Saneamiento, no hace desarrollo urbano, agua, saneamiento, electricidad, con proyección de satisfacer la gran demanda que Chancay tiene ad-portas. Transportes y Comunicaciones, no está avanzando con la firmeza que requiere la vialidad requerida para llegar y salir del distrito e integrarlo a los destinos cercanos.
Nadie se está ocupando de desarrollar zonas industriales cercanas a Chancay, tales como Sayán, Río Seco y El Ahorcado, que cuentan con carreteras asfaltadas, conectividad eléctrica y son una vía alterna a la carretera Central, con potencial conexión al Brasil. Obviamente, no se trata sólo de tenerlas como puntos de paso. La cercanía al puerto y sus importantes extensiones, permitirían tener allí un interesante desarrollo industrial.
Ciertamente, debemos tener una clara visión, convocar a empresas potencialmente interesadas y, hacer el desarrollo de la ingeniería conceptual, que dé pie a un proyecto de largo plazo.
Para trabajar esto, me permito insistir en que Brasil y Argentina deberían estar presentes en APEC, como invitados. Estos dos países deben tener en el futuro una gran conexión con Asia, vía Chancay, y la vía del Perú les resultará de gran importancia.
No podemos esperar a ver “qué piensan”, ¡tenemos que hacer que las cosas sucedan! Lampadia