Pablo Bustamante Pardo
Expresidente de IPAE
Director de Lampadia
No deja de asombrarme la profundidad alcanzada por el progresismo en todos los círculos de nuestra sociedad. Tanto en la política como en la academia, en los medios de comunicación y hasta en muchos espacios empresariales. Con la ‘pandemia woke’ incluso el análisis de artículos y opiniones se quedan muchas veces en la epidermis, en sus títulos y en los nombres de sus autores, pues la opción identitaria es cancelatoria.
Comento esto porque la semana pasada publiqué, a invitación de El Comercio: Una institución malograda, para referirme a la suerte de USAID en el gobierno de Trump, y he tenido que enfrentar una serie de comentarios sorprendentes por parte de gente muy cercana que más allá del contenido de mi nota argumental, hacían una defensa cerrada de una institución a todas luces devaluada y perniciosa.
En el artículo reconozco los grandes aportes de USAID en el pasado como con el espárrago, el café y el cacao en el Perú, y expreso mi seguridad de que en el futuro, EEUU seguirá apoyando causas nobles como el desarrollo de la sustitución de cultivos para el combate al narcotráfico.
Indico también, que una institución que reniega de sus propias obras y que está al servicio de una agenda política e ideológica anti-desarrollo, no podría ser reorganizada y sería mejor crear otro vehículo ad-hoc.
Pero el punto crucial de mi comentario no es el del futuro de USAID, sino cómo esa ola socialista exacerbada por los demócratas en EEUU con Obama y Biden, esa ‘pandemia woke’, que también se percoló en todo el establishment norteamericano, puede haber ocupado espacios de privilegio en el Perú, donde tenemos un estadio de desarrollo muy distinto.
En EEUU se pueden dar el lujo entretenerse y de destacar la importancia de la distribución de la riqueza, pero en el Perú, un país con 30% de pobreza y grandes brechas sociales, tenemos que privilegiar el crecimiento de la economía.
Como se dijo en el último CADE, el Perú debe retomar la “obsesión” por el crecimiento, apunta el Banco Mundial:
“Para superar la “trampa del ingreso medio”, el Perú requiere de un crecimiento anual promedio del 5% del ingreso per cápita.
El Perú se encuentra estancado en la denominada “trampa del ingreso medio”. El especialista sostuvo que para salir de esa trampa “es vital que Perú retome la obsesión por el crecimiento económico”.
“Asia tiene una obsesión por el crecimiento económico. Cuando uno le pregunta al empresario y formulador de políticas públicas, cuál es la prioridad para el país, no dudan en responder que es el crecimiento económicos; no divagan, no se van por las 15 prioridades que el país debe tener”, remarcó.
En contraste “en Latinoamérica no encuentro esa obsesión, esa ambición por el crecimiento; nos conformamos con la mediocridad del 2% a 3%, después de haber crecido por algún tiempo de manera buena y lo añoramos como si fuera el tiempo pasado, el tiempo glorioso”, criticó”.
CADE 2024, Arequipa
Norman Loayza
Director del Grupo de Indicadores Globales del Banco Mundial
Un esfuerzo mínimo de pensamiento crítico debiera llevarnos a consensuar nuestras prioridades, o por lo menos a generar una convergencia mayoritaria por la lucha contra la pobreza.
Ad-portas de un proceso electoral tenemos que revaluar la necesidad de promover más inversiones privadas y el crecimiento de la economía. No son momentos para exquisiteses intelectuales.
Ese 20% de la población, hoy día innecesariamente pobre, que hace años debió salir de la pobreza, de no haber interrumpido nuestro crecimiento económico desde el gobierno de Humala el 2011, no deben esperar más. Debemos llevar la pobreza, desde el actual 30% a no más de 10% en 10 años.
Para ello, pongamos encima de la mesa todo lo que nos ayude a invertir y disminuir la pobreza. Lampadia