Jaime de Althaus
Para Lampadia
Argentina sigue innovando y sorprendiendo. Lo último ha sido este acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) que consiste en un préstamo de 20,000 millones de dólares que no es, como siempre han sido los préstamos de FMI, para ayudar a financiar el ajuste, por la sencilla razón de que Argentina ya hizo el ajuste, tanto el ajuste fiscal -al punto que hay superávit fiscal- como el ajuste cuasi fiscal vinculado precisamente al Banco Central.
Este préstamo, sin precedentes, tiene dos objetivos.
El primero, adelantar el pago de la deuda que el Ejecutivo tiene con el Banco Central, consecuencia de préstamos que Banco Central le hizo al Ejecutivo en el pasado (maquinita), y que generaron la cuasi hiperinflación conocida. De esta manera el préstamo que el Estado toma con el FMI no incrementa la deuda neta porque se compensa con la reducción de la deuda del Ejecutivo con el Banco Central.
Pero lo más interesante es que de esta manera el Banco Central suma activos – dólares-, para respaldar a los pesos circulantes a fin de que sea posible liberar el tipo de cambio (soltar el cepo, como le dicen allá) sin que se genere devaluación e inflación. Con el préstamo del FMI el Banco Central de Argentina tendrá alrededor de 50,000 millones de dólares en reservas, el doble o más del doble de la masa monetaria en pesos valorizada en dólares, de modo tal que es imposible que se produzca una corrida o una devaluación. Por el contrario, quizás se produzca una apreciación del tipo de cambio.
Hay aquí incluso un exceso de prudencia. Todo este proceso de la política monetaria y cambiaría ha sido muy original. En lugar de soltar el tipo de cambio desde el comienzo como todo el mundo pedía, programaron una devaluación mensual de dos puntos (crawling peg), que ahora es de un solo punto, sanearon las finanzas del Banco Central y del Tesoro y sencillamente dejaron de emitir pesos. Al mismo tiempo que compraban en dólares. Como consecuencia, la brecha cambiaria entre el dólar oficial y el dólar libre, que al comienzo que era de alrededor del 300% -el dólar Libre valía tres veces más que el dólar oficial-, se redujo al punto de que la distancia hoy día es apenas mayor al 10%. En realidad, ya podría soltar el tipo de cambio, pero quieren hacerlo cuando tengan 50,000 millones de dólares en reservas.
El camino es muy claro: soltar el tipo de cambio con lo cual bajaría riesgo país, lo que a su vez bajaría las tasas de interés y reduciría la inflación. Con ello, aumentaría la producción y al aumentar la producción se incrementará la recaudación con lo cual se consolidará el superávit fiscal, lo que permitirá reducir los impuestos y fomentar aún más el crecimiento económico. Un círculo virtuoso.
Pero dado que este año es electoral -se eligen autoridades locales y provinciales ahora en mayo y autoridades legislativas en octubre-, ya comenzaron los ataques fuertes.
Hace tres semanas la oposición peronista organizó una movilización supuestamente de los jubilados en la que participaron barras bravas y grupos de choque de origen aparentemente delincuencial que sostuvieron enfrentamientos con la policía durante más de nueve horas destruyendo propiedad pública y privada. Se buscó desestabilizar al gobierno. El ataque al final fue controlado y cuando se intentó repetir una semana más tarde ya fue mucho más débil. Milei ha logrado revertir con argumentaciones políticas leyes que rompían el equilibrio fiscal como los aumentos a los jubilados y a las universidades.
A diferencia de Estados Unidos, donde la política arancelaria, proteccionista, es contradictoria con la política desregulatoria del DOGE, y va a llevar a Estados Unidos a perder competitividad, en Argentina el rumbo económico es muy claro y coherente. Lo increíble es que mientras Argentina sale de una situación desastrosa que las políticas de Milei están revirtiendo para empezar a crecer aceleradamente, la situación de EEUU era positiva en términos de empleo y crecimiento (aunque con una deuda y déficit fiscal complicados), y más bien las políticas de Trump llevan a deteriorar el consumo y el crecimiento. El problema es que también reducirán el comercio y el crecimiento global, afectando el potencial de crecimiento del programa argentino, que es enorme.
Lampadia