Hace pocos días, el Banco Mundial publicó un gráfico que muestra a todos los países del mundo en función del crecimiento de su riqueza per cápita, durante 20 años, entre 1995 y 2014. El promedio mundial de crecimiento fue de 31% pocos países superaron el 100%, notoriamente: China, India, Chile y el Perú.
Un tremendo éxito de nuestro país, que no se produjo por obra y gracia del Espíritu Santo. Solo el año 1990, éramos un ’Estado Fallido’, sin esperanza de ser viables económica y socialmente. 20 años después, fuimos una ‘Estrella Internacional’. ¿Hay algo que puede explicar este gran salto adelante?
Casi sin dudas, podemos decir que esto se basó en:
- El marco regulatorio de la Constitución de 1993
- La apertura de la economía
- El regreso de la inversión privada
- Las privatizaciones y el régimen laboral agrario
- La desregulación y simplificación regulatoria
- El impulso multiplicador de la inversión minera
- El trabajo de millones de peruanos
- Y la gran riqueza de un país lleno de oportunidades
Qué lejos estamos hoy día de ese Perú brioso, que, en poco tiempo, superó treinta años de parálisis y empobrecimiento.
Qué fácil parecía aprender la lección, solo comparando un antes y un después. Solo apreciando que la orientación estatista e izquierdizante de la economía entre los años 60 y los 80s, sin inversión privada, con millones de regulaciones, etc., produjo pobreza, deuda y estancamiento. Pero, desde los años 90, explicados líneas arriba, crecimos, redujimos la pobreza, disminuimos la desigualdad, mejoramos nuestros indicadores sociales, y más.
Qué fácil parecía para los peruanos saber lo que teníamos que seguir haciendo. Pero desde el albor del nuevo milenio, empezamos a prestar oídos a los negacionistas, que, ya sea porque no habíamos resuelto todas nuestras necesidades económicas y sociales, o porque manteníamos grandes problemas institucionales sin resolver, despreciaron las mejoras y debilitaron las líneas de acción. También sufrimos los embates de los que, en un país que invertía y crecía, veían diluirse sus espacios políticos de convivencia con su ambiente ideal: la pobreza y falta de esperanza.
Peor aún, todos los gobiernos, desde el de Valentín Paniagua, por un juego político de corto plazo, y otros por resentimientos u odios, empezaron a hacer ascos a las políticas públicas que nos estaban sacando de pobres.
Además, nuestra clase dirigente, no política, se abstuvo de marcar las lecciones de la prosperidad, de explicar las relaciones causa-efecto que permitieron las mejoras, de participar en el debate nacional, que poco a poco nos quedamos solo en manos de los políticos busca-votos y de los periodistas busca-rating.
Así fue que empezamos a desandar las buenas políticas públicas que, sin ser suficientes, aumentaron el bienestar. Nos volvimos a llenar de regulaciones absurdas, le hicimos ascos a la inversión minera, origen del gran impulso de crecimiento, y en uno de los períodos de mayor inclusión social y económica, elegimos a Ollanta Humala, que ofrecía ‘crecimiento con inclusión’, y no nos dio ni crecimiento, ni inclusión.
Luego recalamos en el gobierno de PPK, que tenía que ser el mejor gobierno de nuestra historia, pues podía hacer la síntesis de nuestros errores y aciertos, y marcar una línea sólida hacia la prosperidad. Y podía haber desatado un shock de inversiones, de desregulación y de reformas.
Lamentablemente, el gobierno ‘de lujo’, optó por la mediocridad y por las peores juntas, manteniendo en el gobierno a los funcionarios de Humala-Heredia, haciendo cariño a los izquierdistas anti-inversión y anti-desarrollo, llenándose de asesores que podemos llamar, con propiedad, caviares y social-confusos, y dejando de explicar a los ciudadanos de donde veníamos, porqué tropezamos, y que teníamos que corregir.
Y así PPK perdió la oportunidad de presidir el mejor gobierno de nuestra historia, para, tristemente, presidir uno de los peores gobiernos de nuestra historia.
¿Y ahora qué?
Pues, todos los peruanos, ya perdimos años y oportunidades maravillosas. Lo perdido, perdido está. Como se dice en finanzas: ‘realize your loss’ (reconoce tu pérdida). PPK también perdió. Perdió la oportunidad de seguir gobernando con el mismo estilo y la misma gente.
Lo primero que tiene que hacer, es convocar, de urgencia, a un Primer Ministro independiente, que ojalá pueda convocar un gabinete de peruanistas capaces, que nos conduzcan hasta el 2021.
No podemos hacer caso a los cantos de sirena de las izquierdas que piden la vacancia presidencial, para ir a nuevas elecciones generales y cambiar la Constitución. Eso es todo lo contrario de lo que necesitamos, y debemos repudiarlo con todas nuestras fuerzas y estado de ánimo.
Si eventualmente, se produjera la vacancia del Presidente, o su tan mencionada renuncia, de igual manera, el Vicepresidente Martín Vizcarra tendría que conducir el país hasta el 2021, con un Primer Ministro independiente, tanto porque así lo establece la Constitución y el calendario electoral, como porque, durante estos días de profunda crisis política, a diferencia de otros personajes del gobierno, está mostrando seriedad y sentido de responsabilidad.
El Perú es muy grande en sus posibilidades de encaminarse a la prosperidad. Los peruanos sabemos lo que tenemos que hacer. No nos amilanemos con la crisis de estos días. Respetemos nuestra Carta Magna y pongamos el hombro para retomar la gesta del desarrollo. ¡El Perú es Infinito! Lampadia
Nota: El cuadro que mostramos líneas arriba, es parte de la siguiente publicación del Banco Mundial, que analizaremos próximamente.
Lampadia