Hace un tiempo en Lampadia destacábamos que la tercera gran reforma que realizó Polonia para convertirse en la nueva estrella de Europa, fue su revolución institucional. Esta transformación consistió en traer del exterior 80,000 páginas de normas europeas para incorporarlas en su integridad a su legislación. (Ver en Lampadia (L): Polonia la nueva estrella europea).
Como mencionamos en dicha oportunidad, la humildad de los polacos en aceptar que no era necesario reinventar la pólvora sino que simplemente seguir el buen ejemplo de sus vecinos es admirable. “Ojalá los peruanos tuviéramos la misma capacidad”.
Afortunadamente, hoy podemos felicitar al alcalde de Miraflores, Jorge Muñoz por traer a su distrito una experiencia que ha tenido gran éxito en Nueva York.
Como reseña la editorial de El Comercio, el distrito ofrece entregar a los propietarios de los inmuebles que selecciona un certificado que represente el número de metros que se podrían construir en sus lotes si se destruyesen los inmuebles. Luego, los dueños de las casas pueden vender estos certificados a las inmobiliarias que ya estén construyendo o vayan a construir – legalmente- en otros lugares del distritito, para que puedan agregar más pisos que los autorizados normalmente. De esta forma, el dueño del inmueble recibe el valor de todos esos metros que se hubieran podido construir en su lote y al mismo tiempo se queda con su inmueble. Con ello, también se benefician las inmobiliarias, un excelente modelo ganar-ganar.
De esta forma se le devuelve valor económico a inmuebles que hoy no lo tienen y que por tanto el mantenimiento de los mismos se hace oneroso ya que no aporta ningún beneficioso financiero a sus propietarios.
De generalizarse esta medida podríamos salvar a nuestros centros históricos cuyas casonas se caen, más que por el paso del tiempo, por el exceso de legislación que paradójicamente busca preservarlas. Los excesos de regulación suelen tener este pernicioso fin, afectan a los bienes o personas que buscan proteger.
Como se ve, no es necesario inventar la pólvora para encontrar salidas a los problemas. El Perú debiera comenzar a ver experiencias modernizadoras en países del Asia y otros como Nueva Zelanda. En dónde a fines de los 80, la izquierda moderna de esta país introdujo entre otras reformas la flexibilización del mercado laboral, reducción del gasto público y disciplina monetaria, y logró sobre todo, una profunda metamorfosis en la orientación del sector público, principalmente, en el Poder Ejecutivo. (Ver en (L): Reformas de Nueva Zelanda 25 años después).
Entre 1988 y 1989 se promulgan dos leyes claves (la State Sector Act y la Public Finance Act – ley del sector estatal y de las finanzas públicas), que tuvieron como objetivo lograr mayor transparencia en la gestión, otorgarle a los gerentes públicos mayor libertad para cumplir sus metas -incluyendo mayor flexibilidad en el manejo de sus recursos humanos y financieros-, y una orientación hacia el logro de resultados. El Gobierno logró además introducir un sistema de incentivos basado en bonos de desempeño o la posibilidad del despido ante los malos resultados. Las regulaciones laborales en el aparato estatal se empezaron a regir por las mismas normas que en el sector privado, descartando para siempre la estabilidad absoluta. El nombramiento de los gerentes se empezó a realizar por un periodo fijo, que no coincidía con el ciclo electoral, para separarlo del proceso político.
Todas las evaluaciones de la experiencia neozelandesa indican que se registraron importantes ganancias en productividad y eficiencia, y que la reforma del Estado fue un gran éxito. Como señaló el ex embajador neozelandés Darryl Dunn, en una entrevista para El País de Montevideo: Nueva Zelanda cambió en las actitudes hacia las instituciones del Estado, en el sentido de darse cuenta de la necesidad de reformas.
Como hemos señalado, sin ir tan lejos debiéramos seguir lo que viene haciendo México, Colombia e incluso la India: desregular y promover la inversión privada (ver en (L): Visión de país y las reformas que el Perú necesita). De esta forma evitaríamos andar buscando nuevos motores y podríamos poner en marcha al que nos ha llevado al desarrollo con integración que nos ha permitido reducir la pobreza, hacer crecer la clase media y mejorar en todos nuestros indicadores sociales. Lampadia