Fausto Salinas Lovón
Para Lampadia
Un kilogramo de plátano peruano en un supermercado de Viena se vende a 2.49 Euros (11 soles).
Un paquete de 500 gr de uvas red globe producidas en Perú por la colombiana Manuelita se encuentra en un Carrefour de París a 6.99 Euros.
Los arándanos, las paltas, los espárragos y los mangos peruanos, también se hallan en supermercados y ferias de otras ciudades de Europa y cotizan a precios sustancialmente más altos que en el mercado de frutas de Santa Anita en Lima o el Avelino en Arequipa.
Un tour “Lo más destacados de Perú” (Perú Glanzlichter) de 23 días, se cotiza en Alemania a 4,299 Euros.
Un tour más corto de 15 días se ofrece en Bilbao por 2,730 Euros.
La búsqueda de más y mejores mercados para nuestros productos ha sido un desafío para los peruanos de todos los tiempos. Desde aquellos que extraían el guano y el salitre para llevarlo a los mercados europeos, pasando por los industriales arequipeños y cusqueños y los acopiadores puneños de fibras de oveja y alpaca hasta llegar a los artesanos, ceramistas y tejedores que ponían sus productos en ferias en Buenos Aires, Holanda o Madrid.
Hoy, 20 años después de cambiar nuestra visión y ver al mundo como nuestro mercado y después de haber cambiado nuestra política de comercio exterior con acuerdos de libre comercio que impulso el presidente Toledo, nuestras exportaciones no tradicionales se han multiplicado por 5, de 4,277 millones de dólares a 20,483 millones de dólares el año 2024. Detrás de ellas han millones de peruanos que trabajan, invierten, ganan y gastan con el dinero que el consumidor de Viena o la ama de casa en País pagan por llevarse un pedazo del Perú a su mesa.
En el mismo período, los ingresos de divisas por el turismo, han pasado de US$ 1439 millones de dólares el año 2005 a 4,719 millones de dólares el año 2024, un incremento de más de 3 veces.
Agregar valor a nuestros productos agrícolas y al turismo gracias a la apertura al mundo ha sido (salvo para los contra fácticos de la izquierda bruta y achorada que no creen en los datos y las cifras sino en sus relatos), uno de los mejores ejemplos de lo que el país puede lograr en base a decisiones políticas apropiadas que fomentaron la inversión, la innovación y el crecimiento.
Si esa no hubiera sido la apuesta, vale hacerse algunas preguntas
- ¿A cuánto se hubieran vendido los 20,483 millones de exportaciones no tradicionales del año 2024, si en lugar de venderse en el mundo sólo se hubieran vendido en las paraditas locales, en los mercados de frutas o en las carreteras donde se vende la fruta en nuestro país? ¿Cuánto hubieran tributado estos productos? ¿Cuánto empleo formal habrían generado?
- ¿A cuánto hubiera llegado la cifra de 4,719 millones de dólares, si en lugar de venderlos en el mundo hubiéramos seguido la estrategia de los pobladores y las autoridades de Aguas Calientes en MachuPicchu y no se vendieran las entradas a MachuPicchu on line sino solamente a los turistas que hacen colas y deben dormir obligados en el pueblo para tener acceso a la ciudadela? ¿Cuánto hubieran tributado esos ingresos? ¿Cuánto empleo formal se habría generado?
Entender que la búsqueda del mejor valor para nuestros productos y ponerlos en los ojos del mundo es la ruta correcta, toma tiempo, para todos. Sin embargo, después de 20 años de evidencias concretas del beneficio de ese camino, porfiar en la ruta incorrecta que busca vendernos a nosotros mismos, cerrar nuestros mercados o limitarnos al turismo social o al turismo interno de bajo presupuesto, no es solo un grave error para toda la población, sino un acto políticamente inmoral, mucho más si el único afán es obtener réditos electorales o beneficios económicos subalternos. Lampadia