Fernando Cillóniz B.
CILLONIZ.PE
Ica, 4 de marzo de 2024
Para Lampadia
Los tiempos cambian y ciertos personajes – sobre todo, ciertos políticos – pasan de moda. Hoy – para muchos cajamarquinos – “Gregorio Santos” es una mala palabra. Y “Marco Arana” también. Así están las cosas en Cajamarca. Los líderes más emblemáticos de la anti-minería cajamarquina están muy venidos a menos.
Acabo de estar por Cajamarca y me ha impresionado el sentimiento de repudio ciudadano hacia ambos personajes. Y pensar que ambos llegaron a ser recontra populares… en su momento.
¿Qué pasó? ¿Por qué las palabras “Goyo” y “El Cura” producen arcadas a los “cajachos”?
Pues muy sencillo, pero – a la vez – muy dramático. La economía regional está mal. No hay trabajo en Cajamarca. El comercio está parado. Los jóvenes migran en gran número a la Costa. El otrora cuantioso Canon Minero se ha reducido significativamente. Gobiernos Locales que recibían S/. 100 millones en los buenos tiempos de Yanacocha, recibirán este año S/. 3 millones. El Gobierno Regional y los Gobiernos Municipales no tienen plata. Hay mucho desánimo – hoy – en Cajamarca.
Para los que conocimos Cajamarca antes y durante la bonanza minera, la explicación es muy sencilla.
Allá por el 2012, Yanacocha – la gran mina de oro de Cajamarca – produjo 3´000,000 de onzas. Para que tengan una idea, el precio del oro bordea actualmente los US$ 2,000 / onza. Eso quiere decir que, de haberse mantenido la producción minera en Cajamarca, el valor de la producción de oro de Yanacocha, valdría actualmente unos US$ 6,000 millones por año.
Hoy por hoy, la producción de oro de Yanacocha está bordeando las 250,000 / 280,000 onzas anuales. Es decir ¡más de 10 veces menos! Y tal como van las cosas, en poco tiempo, la producción de oro prácticamente desaparecerá en Cajamarca.
En el 2012 – y años siguientes – Cajamarca vivió la gran bonanza minera. El Canon Minero alcanzó su máxima expresión. Es decir, hubo plata para inversión en infraestructura para el Gobierno Regional, Gobiernos Locales, y Universidades. Pero más importante aún… hubo mucho trabajo para los cajamarquinos. Se crearon muchas empresas proveedoras de bienes y servicios. Los hoteles y restaurantes andaban abarrotados y boyantes. Se construyeron centros comerciales, urbanizaciones, recintos deportivos, escuelas, hospitales, carreteras, reservorios, plantas de tratamiento de agua, etc. En esos años Cajamarca vivió un auténtico boom inmobiliario.
Pero ahí no quedó todo. Se plantaron muchos bosques de pinos. La ganadería e industria lechera prosperaron mucho en aquel entonces. La agricultura y la piscicultura, igual. Se construyó el Centro de Innovación Tecnológico en Joyería de Oro y Plata. De unos pocos vuelos semanales, Cajamarca pasó a tener 8 vuelos diarios. Realmente, Cajamarca progresó mucho de la mano de su minería aurífera.
Ahora – en cambio – se habla del “Legado de Yanacocha”. Lo cual me suena a “testamento”. Es decir, como si la minería cajamarquina estuviera agonizando. ¡Una lástima!
Ahora bien… no todo está perdido. El oro de Cajamarca sigue allí. El problema fue que Santos y Arana engañaron a la población para impedir su explotación. Es cuestión de cambiar de actitud. Ahí siguen – bajo tierra – todo el oro, cobre, zinc y demás minerales que los anti-mineros se afanaron en no tocar. En vez de chillar “agua sí, oro no”, habría que corear todos “agua sí, oro también”.
¡Qué daño tan grande causan los anti-mineros! Y no me refiero a los que se oponen a la contaminación ambiental, con quienes me identifico plenamente. Me refiero a los anti-mineros como Santos y Arana que se oponen a la minería… simplemente porque sí. Pareciera que su objetivo es perpetuar la pobreza de los peruanos. Porque ¡vaya que lo han logrado! … sobre todo, en Cajamarca.
Cajamarca ganadera, forestal, agrícola, piscícola, turística, industrial, artesanal, comercial… y minera. He ahí la imagen del futuro económico deseado para Cajamarca.
¡No a la anti-minería chantajista y politiquera!
¡Agua sí, oro también!
Ese es el grito que deben corear los cajamarquinos. Todo lo demás vendrá por añadidura. Cajamarca merece recuperar su progreso y bienestar. Lampadia