Mas inflación y menores ingresos forman una tenaza mortal
Jaime de Althaus
Para Lampadia
La constatación sorprendente de que la pobreza ha aumentado mucho más en el area urbana y particularmente en Lima, ha despertado la imaginación creativa de los diseñadores de programas sociales para reorientarlos a atacar la pobreza urbana. Pero aquí lo que necesitamos es principalmente más crecimiento y mejores servicios públicos urbanos.
En el siguiente cuadro vemos claramente que, en relación con el 2019, la pobreza urbana aumentó 10 puntos y en Lima se agravó ¡en 13 puntos! Al mismo tiempo, la pobreza rural prácticamente se mantuvo igual y en la sierra rural incluso disminuyó.
Una de las explicaciones de este fenómeno es obviamente la inflación, que, como podemos ver en el siguiente cuadro, ha sido mucho mas fuerte en alimentos y también en transporte, rubros que golpean en mayor medida a los urbanos de menores ingresos, cuya canasta de consumo está mas cargada a esos productos precisamente.
Pero el alto precio que paga el consumidor urbano por un alimento puede ser la contrapartida del mayor precio que obtiene el agricultor por su venta. Eso podría explicar por qué en la sierra rural la pobreza no se agravó entre esos años.
Ahora bien. La pobreza se incrementó en las ciudades no solo por el mayor costo de los alimentos y otros bienes, sino porque el empleo se precarizó y los ingresos bajaron en relación al 2019 y 2020. Mas inflación y menores ingresos forman una tenaza mortal. En el siguiene cuadro vemos como el número de informales laborales se incrementa considerablemente el 2021 y sigue creciendo el 2022.
Y ya sabemos que los informales ganan bastante menos que los formales. De hecho, el siguiente gráfico muestra claramenente como la recuperación del ingreso luego de la pandemia ha sido muy lento y aun está un 9.2% por debajo del 2019. Esto ha sido consecuencia de la elección de Castillo y de trabas estructurales que anulan la libertad económica y frenan severamente el crecimiento y la inversión.
Y confirmando el mismo patrón anterior, en los siguientes cuadros vemos como esa caida de los ingresos ha sido mas fuerte en la zona urbana (-11.8%) y abismal en Lima Marropolitana (-17.7%). En cambio, en la costa rural, acaso por las agroexportaciones, los ingresos han aumentado en 6.8%. También en la sierra y selva rural, en una medida algo menor.
Esa caída en los ingresos urbanos es claramente consecuencia de falta de inversión. En efecto, la inversión bruta fija privada cayó en -0.4% el 2022.[1] La producción industrial, por ejemplo, apenas creció 1%.[2] Como es obvio, para que la inversión privada retorne con fuerza, tiene que haber confianza, y el problema es que la confianza en el futuro del Perú ha quedado seriamente herida luego de la elección de Castillo y de las movilizaciones insurreccionales de los meses pasados. La señal de que partidos de centro y derecha estuvieran trabajando las bases de un programa común para el 2026 ayudaría, pero mientras eso no se dé la única forma de reconstruir confianza es aprobar reformas para devolver libertad económica, reducir fuertemente el peso regulatorio sobre las empresas, simplificar los regímenes tributario y laboral, eliminar temporalmente de licencias para comenzar a operar, etc.
Una ciudad tan grande como Lima debería facilitar el crecimiento como efecto de la agregación urbana: la ciudad es un inmenso clúster. Pero si el transporte es muy lento, ese efecto se anula. Es indispensable retomar la reforma del transporte. Y planificar el crecimiento urbano para proscribir las invasiones.
Por supuesto, mejorar la seguridad y la salud. Y para incrementar la productividad en el mediano y largo plazo es indispensable mejorar sustancialmente la calidad de la educación en todos sus niveles. Todo esto requiere restablecer o implantar la meritocracia en el Estado.
Es el momento de abordar todas estas reformas, antes de que sea demasiado tarde. Lampadia
[1] BCRP, Nota Semanal Nº 16-2023, Cuadro 94
[2] Idem, Cuadro 92