Las terribles secuelas económicas y sociales que está dejando la pandemia son especialmente acuciantes para América Latina por los agudos retrocesos que se encuentra infringiendo en su vasta clase media – cimentada gracias al vigoroso crecimiento económico que había experimentado en la década de los 2000 (ver Lampadia: ¿Una década perdida en América Latina?). Si bien no hay proyecciones para la región, en el caso peruano la caída de la clase media sería de hasta 7 puntos porcentuales – pasando del 47 a 40% – que implican 2.2 millones de peruanos menos en este segmento socioeconómico, según estimados por Macroconsult (ver Lampadia: Se empobrece la clase media en el Perú).
Ello porque, si bien el virus ha empezado a ceder en buena parte de la región – salvo algunos países como Argentina – y los gobiernos continúan con la liberalización de las actividades, varios emprendimientos que eran el sostén de estas familias han quebrado o han visto reducir dramáticamente sus ventas ante la caída de los niveles de gasto de los consumidores en buena parte de los sectores que operan como comercio y servicios, producto del incremento del desempleo y la caída de los ingresos. Por citar sólo una cifra dramática, la CEPAL estima que el 19% de firmas (2.7 millones) de la región podría cerrar antes de finales de 2020, siendo la caída de las microempresas del orden del 21% y de las medianas del 7.3%. En términos de pérdida de empleo esta quiebra de empresas implicaría una pérdida de más 8.5 millones de empleos.
Fuente: Mypimes y el COVID-19 – CEPAL (2020)
La caída de la clase media también guarda consonancia con las proyecciones del BID que hablan de un incremento de por lo menos 7 puntos porcentuales de pobres latinos (45 millones nuevos pobres), efecto que se exacerba en el Perú con un incremento de casi 10 p.p. (3 millones de nuevos pobres), como han comentado algunos analistas económicos locales. De cumplirse este pronóstico, estaríamos hablando de un retroceso de una década en materia social, período en el que gracias a la apertura de nuestra economía y el impulso de la inversión privada, pudimos reducir sostenidamente este índice, aunque con menor reciedumbre desde el 2014 (ver gráfico líneas abajo).
Fuente: Covid-19, pobreza monetaria y desigualdad – Pablo Lavado & César Liendo (2020)
Como comenta The Economist en un breve artículo que compartimos líneas abajo, estos incrementos de la pobreza se están observando en toda la región y se explican mayoritariamente por el segmento más vulnerable de la clase media. Asimismo, ilustra cómo algunos países de la región vienen paliando este problema, con aciertos y desaciertos. Dado por supuesto que el golpe de la pandemia está afectando en mayor proporción a este estrato medio de la población, The Economist concluye que la desigualdad también se incrementaría, lo cual conllevaría mayores riesgos políticos en países que están cercanos a procesos electores como el nuestro. Este escenario, como hemos comentado antes (ver Lampadia: Un peligroso populismo se cierne en el Perú), suscita suficiente caldo de cultivo para que candidatos populistas vendan gato por liebre, prometiendo bienestar a la población con medidas trasnochadas y cortoplacistas que a la larga perjudicarían a los más pobres.
Pero así como hay riesgos también hemos comentado que hay oportunidades pues prevalece la posibilidad de contrarrestar este populismo, con uno de las libertades económicas (ver Lampadia: Un populismo de las libertades económicas). Este discurso, cuya principal base se sostendría en proponer medidas audaces que permitan eximir a los pequeños y medianos emprendimientos de la asfixiante carga laboral y tributaria que les impone el Estado para reactivarse en el plazo inmediato, podría calar en el electorado peruano cuya mayoría labora en la economía informal y cuyo sustento de vida ha sido claramente deteriorado en esta pandemia. Si bien hay candidatos que ya estarían alineados ideológicamente a estas propuestas (ver Lampadia: Las posiciones neutrales o de centro (en lo económico) , tendrán menos votos), consideramos que deben hacerse alianzas entre ellos para alinear la multiplicidad de sus planes, de manera que la población pueda deliberar con mayor facilidad sus ideas, acaparando más votos. Si es que esta suerte coalición liberal llega a tener buen puerto podría contribuir a que el Perú retome aquel camino que le permitió hacer las cosas bien – el que lo volvió una estrella internacional en la región en el siglo XXI desde los escombros en los que se encontraba en los años 80. Ello es fundamental para que el Perú siga consolidando esa clase media emergente que ha sido uno de sus principales sostenes de su economía. Lampadia
Los nuevos pobres de América Latina
La pandemia está revirtiendo años de progreso en pobreza y desigualdad
The Economist
10 de octubre, 2020
Traducida y comentada por Lampadia
Cuando la pandemia golpeó a Piura, una ciudad en el norte de Perú, Daniel Zapata tenía un trabajo a tiempo parcial en una empresa de investigación de mercado. Los 250 soles (70 dólares) que ganaba cada mes pagaban sus cuotas por un curso de tres años en administración de empresas. La recesión del covid-19 puso fin a todo eso. La firma cerró y Zapata, que tiene 20 años y vive con sus padres y una hermana, abandonó sus estudios. La familia recibió 760 soles en ayuda de emergencia del gobierno de Perú. Con el cierre terminado, ahora deben depender de los ingresos de su hermana como maestra y de la pensión de su padre por los años que trabajó en una fábrica textil. Habiendo vivido en el nivel más bajo de la clase media, Zapata está mirando hacia el abismo de la pobreza. Espera poco de las elecciones generales del próximo abril. Los políticos “simplemente se pelean en lugar de trabajar”, dice.
La recesión del covid-19 está acabando con años de progreso en América Latina en la reducción de la pobreza y la desigualdad. Los economistas están empezando a trazar un mapa de cuán grande es el impacto social de la pandemia. Muchos gobiernos impusieron bloqueos prolongados. Estos afectan especialmente a la mitad de los latinoamericanos que trabajan en la economía informal. Muchos países, como Perú, compensan parte de la pérdida de ingresos ampliando los programas de ayuda para los pobres. Eso ha ayudado, pero no lo suficiente, y es posible que el esfuerzo no sea sostenible.
Se prevé que la economía de la región se contraiga un 9,1% este año, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe de las Naciones Unidas. [Con el Perú liderando la caída]. Dice que esto significa que 45 millones de personas volverán a caer en la pobreza (llevando el total al 37% de la población). La tasa de desempleo ha aumentado 2.2 puntos porcentuales hasta el 11% en nueve países para los que se dispone de datos, informa la Organización Internacional del Trabajo. Los ingresos por salarios en América Latina han caído un 19.3%, en comparación con un promedio mundial del 10.7%.
Estas estimaciones asumen que todos pierden un porcentaje similar de sus ingresos. Nora Lustig, economista argentina, y su equipo de la Universidad de Tulane en Nueva Orleans han utilizado encuestas de hogares para determinar qué grupos perdieron más ingresos y recibieron más del gobierno en Brasil, México, Colombia y áreas urbanas de Argentina, que en conjunto representan dos tercios de la población total de América Latina. Piensan que los mayores perdedores serán las clases medias bajas de la región, porque los programas de asistencia social proporcionan un piso de ingresos para muchos de los pobres. Aunque las mujeres, los afrodescendientes y los pueblos indígenas tienen más probabilidades de perder ingresos, reciben más ayuda del gobierno.
Lustig cree que el año puede terminar con hasta 21 millones de nuevos pobres en esos cuatro países. El impacto es mucho mayor en México que en Brasil, debido a las políticas gubernamentales contrastantes. El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, dice ser de izquierda y su lema de campaña fue “Primero, los pobres”. Sin embargo, ha hecho poco para ayudar a los más pobres. El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, es de extrema derecha. Pero su gobierno ha realizado un pago de emergencia de 107 dólares al mes durante cinco meses, del que se han beneficiado 53 millones de personas. El pago se ha extendido, aunque por un monto menor. La pobreza podría incluso disminuir levemente en Brasil, mientras que en México habrá al menos 10 millones de nuevos pobres.
El daño durará. A pesar de que la pandemia finalmente está comenzando a menguar en la región, al menos por ahora, y muchas economías se han abierto nuevamente, la demanda seguirá deprimida porque las empresas y los trabajadores son más pobres. Investigadores del Banco Interamericano de Desarrollo han descubierto que, en recesiones pasadas, cuando el PBI se contraía un 5% o más, el desempleo tardaba un promedio de nueve años en volver a su nivel anterior.
Si la recesión inducida por la pandemia es como las anteriores, revertirá gran parte del progreso reciente de América Latina en la reducción de la desigualdad. Las causas de ese progreso incluyeron la expansión de la educación y una mayor demanda de trabajadores no calificados en las empresas de servicios. Es mucho menos probable que las personas en dificultades puedan trabajar de forma remota. Los muchos trabajadores poco calificados cuyos trabajos requieren contacto personal (camareros, peluqueros, etc.) pueden ver caer sus salarios.
Incluso antes de la pandemia, América Latina era muy desigual. La frustración por el lento crecimiento económico, la falta de oportunidades y una clase política desacreditada se manifestó en la elección de presidentes populistas y en las protestas callejeras en varios países. Las decenas de millones de nuevos pobres tienen motivos de resentimiento. Puede que no acepten su destino en silencio. Es probable que eso dé forma a la política de la región en los próximos años. Lampadia