Como se ha planteado en Lampadia anteriormente, una de las estructuras estatales que necesita ser reformada con urgencia es la educativa. Es imperioso para salir de los pauperrimos niveles en los que nos encontramos (últimos en el Pisa) y establecer la meritocracia como principio rector de la gestión pedagógica, contra viento y marea. (Ver en Lampadia (L): Una impostergable revolución educativa).
Días atrás, en Lampadia, señalábamos que de acuerdo al libro que acaban de publicar John Micklewait y Adrian Wooldridge (“The Fourth Revolution – The Global Race to Reinvent the State” (La cuarta revolución – La Carrera Global para Reinventar el Estado) en el Asia se viene produciendo una enorme transformación del aparato estatal y que se está formado lo que hemos llamado: El Estado Meritocrático. Es decir un Estado que cuenta con funcionarios públicos de primer nivel, bien educados, empoderados, respetados y muy bien remunerados. (Ver en L: Instalemos un Estado Meritocrático en el Perú.
En Singapur seleccionan a sus futuros funcionarios públicos desde el colegio. Identifican a los mejores alumnos, les dan todas las becas posibles y gastan una fortuna entrenándolos. La capacitación y la formación permiten a esta élite estatal estar al tanto de las últimas y mejores prácticasdel mundo en aspectos de gerenciay del sector privado, las cuales no dudan en implantar en sus organismos públicos.
Este tipo de mentalidad es la que debiera regir en la educación nacional. Los maestros peruanos tendrían que estar entre los más altos estratos sociales y económicos de la sociedad, respetados y bien compensados. Por su parte el Estado peruano ha efectuado importantes esfuerzos para mejorar la situación de los maestros. Se han duplicado las remuneraciones, pero la educación sigue igual. Se mejoró la infraestructura, pero nada cambió. Se pretendió establecer la meritocracia, pero el sindicato de maestros se resistió y los ministros cedieron ante el Sutep, que volvió a empoderarse. Especialmente durante la gestión de Patricia Salas, que al peor estilo de gestión estatal, hizo borrón y cuenta nueva de todo lo avanzado, en vez de mejorar los procesos. Años perdidos y más niños condenados a un futuro sin capacidades.
Esta situación no es aceptable. Si queremos avanzar no nos queda otra alternativa que la de enfrentar al Sutep, un sindicato clasista y comprometido con la “lucha de clases”, antes que con un verdadero espíritu magisterial. Para ello hay que empoderar a los padres de familia, no a los actuales APAFAS, ya politizadas y coactadas por el Sutep. Padres individuales, que puedan controlar la educación de sus hijos. Tan importante como esto es fortalecerel rol de los directores (cosa que acaba de anunciar el ministro Saavedra y que esperamos, no se quede solo en palabras).
Además debemos ser conscientes que si hoy estamos atrasados, en el mundo del futuro, que está a la vuelta de la esquina por el avance tecnológico que se está produciendo, mañana será mucho peor. La adopción de las nuevas tecnologías educativas, productivas y de vida creará tal salto de estándares, que los que no podamos ser parte de ello, estaremos condenados a brechas en calidad de vida que es difícil imaginar, pero serán casi insalvables.
México es el ejemplo que debiera seguir el Perú. Ha enfrentado al poder sindical corrupto que, durante décadas, gobernó de facto la educación pública en ese país, y lo ha arrancado de raíz, como primer paso ineludible para llevar adelante una reforma educativa basada en el mérito, la alta calificación profesional y la adopción de las últimas tecnologías. (Ver en L: Educación: El ejemplo mexicano).
El presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, le quebró el espinazo al sindicato magisterial más poderoso del mundo, el cual decidía quienes debían ocupar las plazas de directores, maestros y funcionarios, heredaban los puestos e incluso decidían cuánto debían ganar.
Es posible, pues apartar a un sindicato retardatario y politizado de las decisiones en educación. Está bien que opine y defienda las condiciones remunerativas y de trabajo de los maestros, pero de ninguna manera puede obstruir las legítimas decisiones del Estado en un tema crucial para el futuro del país y el desarrollo de sus ciudadanos. Solo alejando al Sutep se podrá establecer un auténtico régimen meritocrático y únicamente de esta forma se podrá mejorar la calidad de nuestros maestros para consecuentemente elevar los niveles educativos del país.
Pilvi Torsti, secretaria de Estado (Viceministra) de Educación de Finlandia, señalaba en una entrevista publicada en Lampadia (ver: Finlandia alcanzó la prosperidad con educación) que la explicación de los primeros lugares que alcanza su país en las pruebas Pisa se debe a una profunda reforma educativa que empezaron luego de la Segunda Guerra Mundial. Aclara que una de las claves de la reforma finlandesa reside en el papel de los maestros, todos cuentan con maestrías y representan una de las élites más respetadas con permanente actualización y capacitación.
Efectivamente, en un reciente artículo publicado en TED, se señalaba que los finlandeses y los surcoreanos (dos sistemas educativos exitosos, pero completamente diferentes), tienen en común el profundo respeto por los maestros y sus logros académicos.“En Finlandia, sólo uno de cada diez aspirantes a los programas de enseñanza es admitido”.
Es pues imprescindible que se realice un exhaustivo proceso de selección para determinar que personas deben ingresar al magisterio público. Solo los más capaces y compromentidos debieran pertenecer a este grupo que tendrá el delicado encargo de formar a las generaciones futuras. Al igual que en el Asia y en Filandia, los maestros deben ser alta y permanentemente capacitados.
Deben conocer los avances globales y ser capaces de determinar hacia dónde se dirige el mundo. En el Perú existen experiencias educativas sumamente exitosas. Por ejemplo, hemos dado cuenta de Innova Schools (Ver en L: La Capacitación produce milagros). Una cadena de 23 colegios privados creada por el Grupo Interbank de Carlos Rodríguez Pastor, la cual ofrece educación de alta calidad en las zonas emergentes.
Quienes imparten esta enseñanza de alta calida son maestros formados en las mismas “normales” públicas en las que se grandúan los profesores de nuestras escuelas fiscales. La diferencia está en la capacitación y motivación que reciben, así como la promesa de una carrera profesional en la que van asecendiendo por sus méritos y esfuerzos. Allí esta la clave en la meritocracia. Además, es de resaltar el uso de tecnología de punta en las aulas.
Nos comprometemos en hacer llegar al Ministro de Educación los comentarios que hagan a este artículo los jóvenes y padres de familia que siguen a nuestro portal. (Ver en L: Sobre educación, capacitación y capacidades – Perfilemos una Gesta por la Educación). La ciudadanía tiene que empezar a exigir metas más ambiciosas, mayor celeridad y valentía en la “Gesta Educativa”que debemos emprender para salvar a nuestros hijos de su inhabilitación. Lampadia