En el segundo trimestre del año la inversión total representó el 28.4% del PBI, un record si analizamos cómo ha evolucionado este ratio en los segundos trimestres de cada año. Sin embargo, a diferencia de años anteriores, esta cifra se alcanza mediante un crecimiento sostenido de la inversión privada, que aumentó 9.3% acelerando su ritmo con respecto al primer trimestre del año (8.1%).
El ratio de la inversión total como proporción del PBI es un indicador importante porque aproxima cuánto del producto se está utilizando para expandir la frontera de posibilidades de producción futura, y con ello aumentar el crecimiento potencial de la economía. Es relevante para analizar a una economía porque la inversión no solo aumenta la oferta en el largo plazo, ampliando la capacidad productiva y generando más empleo; también dinamiza la demanda en el corto plazo.
Entre 1989 y el 2005 Chile presentó tasas de inversión total superiores a las de Perú. En la década del 90’ su tasa de inversión como proporción del PBI superó en promedio el 24%, mientras que en Perú apenas se alcanzó el 20%, mostrando también mayor volatilidad. Como consecuencia, el crecimiento promedio de Chile en ese periodo fue de 6.3%, mientras Perú alcanzó un crecimiento promedio anual bastante menor (3.4%). En China, la inversión llegó a alcanzar el 33% del producto a partir de los 90, y durante la primera década de este milenio se aceleró llegando a niveles mayores a 45%. Debido a ello, este país crece a tasas promedio anuales de 10% desde hace 20 años.
Una tasa alta puede deberse también a un impulso descontrolado de la inversión pública ante la desaceleración del PBI o a un sano crecimiento de la inversión privada. En el caso peruano, en al año 2012 el componente privado de la inversión bruta fija alcanzó los S/. 122,458 millones de soles representando el 21.4% del PBI, mientras que la inversión pública alcanzó los S/. 27,288 millones (5.2% del PBI). La inversión extranjera directa, que en el 2012 alcanzó la cifra record de US$ 12,240 millones, solo representó el 6% del producto, por lo que es claro que el grueso de la inversión fue ejecutada por los propios peruanos (S/. 88,168 millones aproximadamente). Es aún más destacable que se haya alcanzado este resultado en un periodo en el que no se ejecutaron inversiones emblemáticas de magnitud nacional, principalmente por el retraso y las trabas para sacar adelante importantes proyectos mineros, que sin duda, hubieran generado un impacto mucho mayor en el crecimiento y en la expansión de otros sectores.
En este sentido, la desidia del gobierno para impulsar proyectos importantes que tengan impactos agregados y que consoliden la confianza de los inversionistas en las proyecciones de largo plazo de nuestra economía, así como la ausencia del imperio de la ley, se ha visto, por ahora, compensada por el esfuerzo de una pujante clase emergente que realiza inversiones pequeñas y medianas, en sectores como construcción, manufactura y servicios, dinamizando la economía y apostando por el futuro del país. No podemos dejar que nuestras debilidades políticas socaven este tremendo entusiasmo de los peruanos por construir un mejor país.