En su libro “Capitalismo, Socialismo y Democracia”, el economista Joseph Schumpeter introdujo la noción de una ‘economía de la innovación’. Sostuvo que la evolución de las instituciones, los empresarios y los cambios tecnológicos estaban en el centro del crecimiento económico. Pero es sólo en los últimos años que la ‘economía de la innovación’ se ha convertido en una realidad.
La innovación y el espíritu empresarial son cruciales para el desarrollo económico a largo plazo. Los investigadores han encontrado una relación entre la innovación tecnológica y la prosperidad económica de los países. Por ejemplo, un estudio de 120 países entre 1980 y 2006 realizado por Christine Qiang («Telecomunicaciones y Crecimiento Económico») estima que cada aumento de 10 % en la penetración de banda ancha (ya sea en teléfonos fijos o celulares de la época) añade un 1.4 % al producto bruto interno de un país. Ver en Lampadia: La revolución de los smartphones.
Por lo tanto, muchos países en todo el mundo ya están invirtiendo en infraestructura digital como una forma de poner en marcha las economías debilitadas por la coyuntura global. En condiciones de escasez económica, los países ya no pueden darse el lujo de ser pasivos y reactivos. En su lugar, deben ser proactivos y con visión de futuro, y pensar con claridad acerca de cómo crear la base para una recuperación económica sostenible.
No es sorprendente, dado su potencial a largo plazo, que una serie de países hayan identificado la tecnología como una necesidad de infraestructura fundamental para el desarrollo. La banda ancha es vista en muchos lugares como una forma de estimular el desarrollo económico. Los líderes mundiales entienden que la tecnología acelera la innovación en áreas como la salud, la educación, las comunicaciones y las redes sociales, y puede generar poderosas nuevas eficiencias y economías de escala.
La banda ancha de alta velocidad les permite a los médicos compartir imágenes digitales con colegas de otros países. En el área de la educación, una mejor infraestructura tecnológica permite educación a distancia, un aprendizaje personalizado y evaluaciones en tiempo real. Los sistemas de distribución de energía eléctrica ‘inteligentes’ son más eficientes en el consumo de energía y contribuyen a las políticas más favorables al medio ambiente. (Ver en Lampadia las siguientes publicaciones: La ansiada energía renovable del futuro está en la puerta, Absorción del CO2 de la atmósfera produce útiles nanofibras de carbono y La agricultura peruana tiene un gran futuro.)
Estos son sólo algunos de los ejemplos en los que la innovación está revolucionando distintos sectores. La tecnología fomenta la innovación, crea puestos de trabajo, e impulsa la prosperidad económica a largo plazo. Al mejorar la comunicación y la creación de oportunidades para el intercambio de datos y la colaboración, la tecnología se convierte en un tipo de infraestructura tan importante como puentes, carreteras, presas y edificios.
Para seguir avanzando con esta revolución, necesitamos aprovechar los actuales ´hubs tecnológicos’ que ya existen y fomentar la creación de otros adicionales en todo el mundo. En la última década, Silicon Valley y el área de Boston han sido los más prominentes. Han logrado reunir a una comunidad grande de tecnólogos, empresarios y capitalistas de riesgo que comparten ideas a medida que avanzan de empresa a empresa como fundadores, empleados, gerentes, miembros de la junta o inversores. En cada una de éstos hay una combinación de talento creativo asociado con conocimientos, acceso a capital y leyes que promuevan la innovación a través de la política fiscal y/o desarrollo de infraestructura. Ver en el siguiente cuadro los mayores centros de innovación y las empresas más representativas:
Estos hubs de innovación generan resultados económicos positivos. Recordemos las palabras del historiado israelí, Yuval Noah Harari : “Países que, como China, perdieron el tren de la Revolución Industrial, 150 años más tarde han conseguido recuperar el terreno perdido, en gran medida, en términos económicos, gracias a la mano de obra barata. Esta vez, quienes pierdan el tren no tendrán una segunda oportunidad. Hoy en día, si un país, un grupo de personas, se queda descolgado, no tendrá una segunda oportunidad, en particular porque la mano de obra barata no tendrá ninguna relevancia”.
China, el gigante asiático no ha cometido el mismo error dos veces. Actualmente tiene como objetivo convertirse en el líder mundial de la ciencia y la tecnología. Ha lanzado un programa en 2015 para fomentar »la iniciativa empresarial y la innovación en masa ». Está aumentando el gasto en I + D anualmente: alcanzando los US$ 193 mil millones en 2013, un aumento del 15% con respecto al año anterior, y se prevé que superará a la Unión Europea y los Estados Unidos a finales de esta década. Esta visión está alineada con el objetivo económico del país de pasar de la fabricación y el aprovechamiento de la mano de obra como base de su crecimiento a ser impulsado por la innovación.
Entonces, ¿qué espera Sudamérica para tener su propio hub tecnológico? En el Perú ya tenemos a grandes innovadores (ver en Lampadia: Arequipa incuba desarrollo de industria tecnológica, Blogs desde Singularity University) y personas capacitadas para poder empezar esta hazaña. No dejemos que se nos pase el tren, los pobres no nos lo perdonarán. Lampadia