Jaime de Althaus
Para Lampadia
Como en todo, el manejo del gobierno en el tema de la crisis alimentaria y la supuesta escasez de fertilizantes es un desastre.
Para comenzar, como bien ha explicado Fernando Cillóniz, no hay escasez de fertilizantes, sino fertilizantes más caros. Es cierto que en el primer trimestre la importación de urea fue de solo 15 mil toneladas, un 84% menos que el primer trimestre del año pasado, pero según Alejandro Daly de la SNI, a estas alturas ya se ha importado 91 mil toneladas y a precios que están bajando (la demanda anual es de 400 mil toneladas). Además, la urea ha sido sustituida por el sulfato de amonio, que también contiene nitrógeno, cuya importación ha subido en 175%. De modo que sí hay fertilizantes en el mercado, aunque a precios elevados.
En lugar de conversar o coordinar con las empresas privadas importadoras de fertilizantes para analizar la realidad del mercado y ver en todo caso la manera de subsidiar la compra de los agricultores a través de los canales normales, el gobierno, como sabemos, anunció que importaría urea para distribuirla gratuitamente o con subsidio. Algo innecesario, con el efecto de que muchos agricultores dejan de poner fertilizantes a la espera de la urea que creen van a recibir del Estado. Pero el problema es, además, que el ministerio de agricultura no sabe importar y, de hecho, ya anuló la licitación que convocó al efecto. El resultado es que no habrá urea importada por el Estado sino hasta agosto o setiembre -si es que llega a haberla-, cuando ya podría ser muy tarde para quienes se esperanzaron en esa promesa.
De otro lado, ¿cómo y dónde va Agrorural a almacenar el fertilizante importado? ¿Cómo lo va a distribuir? No solo no sabe importar, sino que carece de almacenes y de sistemas de distribución. Quien sí tiene almacenes y líneas de distribución, es el sector privado. Nuevamente, lo que debió hacer el ministerio de Agricultura es consultar con las empresas del sector privado para evaluar la situación, y si se decidía subsidiar la compra de fertilizantes por parte de pequeños agricultores, lo lógico era hacerlo a través del sistema de distribución del mercado, dándole un cupón o bono al agricultor que lo haga valer en la tienda.
Como bien ha demostrado Fernando Cillóniz, no debería haber un problema de producción porque aun cuando haya agricultores que no abonen esperando los fertilizantes del gobierno que nunca llegan, lo que sí hay, y en abundancia, es agua, que es mucho más importante que los fertilizantes para asegurar una buena producción. Todos los reservorios del país, del norte al sur, están llenos como nunca. Habrá agua y por lo tanto, habrá producción.
Claro, los alimentos importados y los nacionales serán más caros. Entonces el problema no va a estar en el agro o en el sector rural. Va a estar en las ciudades. Y esto debido a que, como consecuencia del desgobierno y la incertidumbre política, la inversión privada se ha retraído y por lo tanto no se han recuperado ni el empleo ni los ingresos urbanos, que todavía están por debajo de lo que eran antes de la pandemia. Los sectores populares y medios van a tener menos ingresos para comprar alimentos más caros. Podemos tener en efecto una hambruna. Ese es el problema. Y el gran responsable de no haber fomentado la recuperación económica y no haber sido capaz de montar un esquema bien focalizando de subsidios, es el gobierno. Lampadia