Fernando Cillóniz B.
CILLONIZ.PE
Lima, 2 de abril de 2021
Para Lampadia
El entrecomillado se debe a que la expresión proviene de algunos funcionarios estatales, muchos en realidad – sobre todo del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) – respecto al uso de fondos del presupuesto público de nuestro país. Es decir, de los – aproximadamente – S/. 180,000 millones que el Sector Público gastó el año pasado. Presupuesto que – dicho sea de paso – ha venido creciendo alrededor de 5% por año, durante los últimos varios años. Y que representa más o menos el 20% del Producto Bruto Interno (PBI). O sea, estamos hablando de plata grande.
A lo que quiero llegar es que una cosa es el gasto público en sí, y otra cosa la calidad del gasto. Para entendernos mejor… una cosa es gastar en consultorías tipo Richard Swing, y otra cosa es gastar en mejorar las remuneraciones de los buenos maestros, jueces y médicos del Estado. Por sólo citar un ejemplo.
Bueno pues, el problema es que nuestro Estado es más de gastar en lo que sea, en vez de gastar bien. – “Gasten… gasten en lo que sea” – así opera el Estado. De allí vienen las consultorías – tipo Richard Swing – que incrementan enormemente el gasto público, pero que no sirven para nada.
Es más, dada la coyuntura de inestabilidad política y cercanía a las elecciones presidenciales y congresales, y a consecuencia de la perniciosa costumbre de cambiar ministros y funcionarios a cada rato, el Estado ha paralizado muchos programas de educación, salud, agua y saneamiento, apoyo alimentario, pistas y veredas, formalización de pequeños empresarios, etc. – tanto a nivel central, como a nivel regional y local – excepto las consultorías. Peor aún, éstas han venido creciendo – en vez de decrecer – durante los últimos varios años. Incluso, durante este fugaz gobierno. De allí mi sugerencia de denominar a este Gobierno como “Gobierno de Flotación e Inoperancia” en vez de “Gobierno de Transición y Emergencia”.
A este respecto, la prensa – casi toda la prensa – ha jugado en pared con los propulsores del “gastar en lo que sea”. Efectivamente, muchos periodistas sólo se fijan en los gastos de las diversas dependencias del Estado, más no en la calidad del gasto. Las famosas expresiones “no han gastado lo presupuestado”, o peor aún “han devuelto parte del presupuesto” los pintan de cuerpo entero.
Gastar menos de lo presupuestado debería ser – en algunos casos – un mérito, en vez de un demérito. Todo depende de la calidad del servicio prestado. Si un funcionario público brinda un mejor servicio con menos gasto, debería merecer un reconocimiento, no una crítica. En este caso, el ahorro es una buena palabra… una palabra que denota eficiencia, austeridad, responsabilidad y capacidad de gestión.
Pero en el Estado – y en casi toda la prensa – la cosa es al revés. El que gasta más – aunque sea en consultorías – está bien. Y el que gasta menos – aunque brinde buenos servicios, y haya sido capaz de ahorrar – está mal. ¡Absurdo!
Tan absurdo que hacia el final de cada año, las dependencias estatales entran a una vorágine de gasto – sin sentido y a la loca – precisamente para salir bien en la foto del gasto público.
Es hora valorar la calidad del gasto y el ahorro. Es hora de parar las consultorías inútiles en el Estado. Es hora de parar el pernicioso “Gasten… gasten en lo que sea”. Lampadia