Las reservas económicas que hoy nos permiten ayudar a los más necesitados en esta tragedia del Covid-19, han sido producto de una política macro fiscal eficiente, basada en la filosofía de nuestra Constitución, que permitió el crecimiento de las empresas pequeñas, medianas y grandes. Sus impuestos y aportes han generado ese colchón de recursos que hoy le permite al Estado subsidiar y ayudar a ciudadanos y empresas.
Esa clase empresarial, hoy tan vapuleada por algunos, es la que, con sus inversiones y los impuestos, nos permite afrontar la crisis en mejores condiciones que muchos otros países de la región o el mundo.
Nos hubiera ido mucho mejor aún si hubiéramos apoyado el desarrollo de grandes proyectos como Conga, Tía María, y las irrigaciones. O se hubiera promovido la actividad pesquera en la zona sur del país, o por lo menos se hubieran respetado las recomendaciones del Imarpe para explotar recursos pesqueros en forma sostenible, en lugar de escuchar a países que se quejan por lo que pescamos en nuestro mar territorial, o se hubiera aprobado la ley de promoción agraria por 30 años incluyendo en ese plazo las inversiones forestales y acuícolas. Nada de eso hicimos. Nos bombardeamos desde adentro, los resultados no han sido malos, pero pudieron haber sido mucho mejores y hasta espectaculares.
Hoy tenemos la oportunidad, frente a la crisis, de realizar reformas, pero además tenemos la oportunidad de desarrollar actividades económicas con absoluta seguridad sanitaria a gran escala. La minería, la pesca y la agroindustria, pueden seguir siendo los motores de desarrollo, necesitamos que operen, que se les aprueben los más altos estándares de seguridad sanitaria y que, aporten con sus impuestos y regalías, que generen trabajo, que exporten, necesitamos que jalen otras cadenas productivas asociadas y repliquen su experiencia.
Lamentablemente habrá trabajadores que se contagien pese a las medidas de seguridad que se adopten, pero de hecho serán atendidos y podrán superar la enfermedad si es que son detectados y tratados a tiempo, siempre que no sean parte del grupo de mayor riesgo. Pero este riesgo, no puede ser pretexto de ciertas autoridades, acostumbradas a regalar dinero ajeno, para no encender nuestros motores de desarrollo.
Los peruanos y las empresas peruanas y hemos sacado adelante al país, pese a un Estado ineficiente e ineficaz. ¡Estamos seguros que podremos volver a hacerlo!
Lampadia