Fausto Salinas Lovón
Desde Cusco
Para Lampadia
La pandemia ha desempleado a 400 millones de personas a nivel mundial y ha disparado a 41 millones el número de desempleados en América Latina, según cifras conservadoras de la OIT de esta semana. En el Perú, se calcula que sólo en Lima se han perdido 2.3 millones de empleos a raíz de esta crisis. A nivel nacional, considerando la informalidad de nuestra economía y a los 800,000 venezolanos invisibles en las estadísticas oficiales, la cifra de personas desempleadas es sin duda mucho mayor. Basta ver nuestras calles…
Los que hemos sido críticos de las medidas del gobierno frente a la pandemia advertimos que estas iban a originar una grave crisis económica en el país, desempleo y quiebras, el incremento de la pobreza y que la cura sería peor que la enfermedad. Lamentablemente, no fuimos oídos.
Ahora que la OIT, que no puede ser acusada de “neoliberal” o “aprofujimorista”, señala que la “ola de desempleo” y “la cifra más alta de desocupación” ha sido causada por “las restricciones al comercio, a la vida laboral y el turismo para frenar el Covid 19” espero que se entienda la necesidad de cambiar el rumbo de las medidas económicas que han restringido la actividad productiva, incrementado los controles y regulaciones, castigado a las empresas de todo tamaño y a causa de ello, generado estos millones de desempleados y condenado a la pobreza a millones de peruanos.
¿Qué hacer ante la crisis? ¿caridad o empleo?
Para unos, dentro de los cuales está el gobierno, el aparato estatal nacional, la burocracia mundial y por supuesto el pensamiento intervencionista de izquierda que los alienta, la solución son bonos, subsidios, canastas familiares, todo lo cual no es otra cosa que caridad. Le pueden poner otro nombre políticamente correcto, pero es eso. Sin embargo, cuando la caridad no es filantropía privada basada en la libertad y la solidaridad que deriva de ella (tan necesaria en esta época) es simplemente asistencialismo, clientelismo que no saca a las personas de la pobreza. Esta es la receta de la izquierda, ya se probó en épocas de normalidad y fracasó. En épocas de crisis no será la excepción. Esta receta descuida lo elemental, “sin vacas que ordeñar, no hay leche que repartir”.
Para otros, entre los que me cuento, la filantropía es una expresión de la libertad y es imprescindible en tiempos de crisis como estos, pero es una medida temporal y no puede ser el eje de la política pública. Por esta misma razón, los bonos, subsidios y canastas deben ser temporales y debemos ir a la solución real del problema: tener inversión privada y generar empleo.
En la primera receta, el gobierno te da, tú le debes y le tienes que agradecer, normalmente con votos. Te da leche porque hay vacas. Pero cuando no exista qué darte, se lo quitará a otros para darte. Cuando eso tampoco exista, habrás llegado a la meta: el paraíso socialista donde no hay pan, ni hay libertad. “Sin vacas que ordeñar, no hay leche que repartir”
En la segunda receta no le debes nada al gobierno. Te lo debes a ti mismo, a tu esfuerzo, a tu talento y a tu trabajo. El papel del gobierno no consiste en matar a las vacas para repartir su carne, sino dejar que haya muchas vacas y que haya mucha leche para repartir. No tienes a quien agradecer, serás tú el dueño de tu futuro, por el cual no tienes que pagar ni con votos, ni con aplausos, ni con tweets ni con posts.
El Perú, debido a que la cura ha sido peor que la enfermedad, está en una hora crucial, en el momento en el cual tiene que optar entre la caridad pública o el empleo.
La hoja de ruta del gobierno, del Congreso y del establishment que nos gobierna ya está clara. Irán por la caridad y por los votos. Seguirán matando las vacas para repartir la carne, aunque ya no haya leche en el futuro. Lo harán cada día, con normas, reglamentos y leyes, en una competencia infame que la historia nacional nunca vio. Pedirles a ellos que creen una Vía Rápida, una iniciativa nacional para la inversión y el empleo es como pedirle peras al manzano. Ellos van por los votos y en el corto plazo se consiguen con bonos, subsidios, controles y show contra las empresas, sobre todo contra las más visibles y las más grandes.
El Perú tiene otra ruta en mente. La ruta del peruano que salió a trabajar en medio de la cuarentena arriesgándose para llevar el pan a sus hijos no es la del gobierno y sus aliados. Ese peruano quiere oportunidad y empleo. La ruta del emprendedor que quería reconvertir su pollería en delivery y que no pudo hacerlo porque los municipales se lo impidieron, no es la del gobierno. La ruta del transportista que tenía que llevar sus productos desde la sierra hasta los mercados y tuvo que pagar cupos a policías y burócratas corruptos en la cuarentena, no es la del gobierno. La ruta que está en la mente del emprendedor que antes atendía turistas y que hoy desea vender productos orgánicos, pero no puede hacerlo porque tiene que cumplir con costosos protocolos, manuales y licencias, no es la del gobierno. La ruta del desempleado tampoco es la del gobierno, el no busca caridad, busca oportunidad y empleo, que sólo existe si hay inversión.
Una Iniciativa Nacional por la Inversión Privada y el Empleo es lo que requiere el Perú devastado por la pandemia y el experimento socialista de Vizcarra y sus aliados para controlarla.
- Una Iniciativa donde invertir, arriesgar tu capital, tomar riesgo, crear empleo y generar oportunidades sea visto como un acto de patriotismo y no con desconfianza.
- Una Iniciativa donde el pequeño capital del emprendedor no se diluya en licencias, protocolos, trámites, coimas y sobre costos laborales, sino en puestos de trabajo.
- Una Iniciativa donde el mediano capital no sea devorado por tasas, tributos, contribuciones y aranceles antes de generar oportunidades.
- Una Iniciativa donde el gran capital pueda ser atraído para generar divisas, puestos de trabajo, transferencia tecnológica y tributos y no para atender las exigencias del chantaje social y ambiental patrocinado desde el Estado.
- Una Iniciativa donde nuestros empresarios y emprendedores, desde los más pequeños hasta los más grandes, no sean convertidos por la agenda política de los gobernantes en los enemigos del Perú.
Nada indica que una Iniciativa como esta sea atendida por los actuales gobernantes. Habrá que esperar al 2021 para ver quien levanta esta bandera y nos ofrece luz, al final de este túnel. Lampadia