Muchas veces se entiende al concepto de bien público como un ofrecimiento de algún bien, valga la redundancia, o servicio que se ha obtenido gracias a las arcas del Estado, que a su vez viene de los impuestos de la población. En este artículo se discutirá si el mercado, tal y como lo conocemos hoy en día, se podría tomar no solo como un bien público más, sino como uno que brinda no solo un alto grado de satisfacción a las necesidades humanas y sirve a la vez como un soporte vital de la sociedad en la que vivimos. Nuestro análisis es un resumen del ensayo de la Fundación para el Progreso de Chile: El Mercado como bien público, de julio pasado.
El primer punto es comprender cómo la ausencia de intercambios se relaciona con la desolación humana. Es importante, en este sentido, un principio moral que el mercado promueve, cual es la cooperación entre personas de toda índole y de diferentes contextos. Estas interacciones, más que por un accionar del Estado o algún ente privado, se da por el incentivo personal a intercambiar, por la búsqueda común de un escenario más beneficioso para todos los actores. Adicionalmente, la historia nos reafirma que la cooperación humana es una de las claves del progreso de la humanidad, desde sus comienzos hasta ahora. Esto nos daría a entender que la ausencia hipotética de un mercado en el cual la gente coopera y se conoce nos habría limitado sustancialmente, al punto de restringirnos conocimientos sumamente importantes como el lenguaje y las tradiciones.
El segundo punto tiene que ver con el relevante papel del mercado en la cooperación social a lo largo de la historia. Esto se ve reflejado en la historia de la supervivencia en la antigüedad, desde que comenzamos a cazar para cubrir una necesidad, hasta que este proceso se fue refinando, al punto de realizar esta clase de intercambios no solo porque lo necesitábamos, sino por los beneficios que dicho intercambio traería a los participantes del mismo. Con este creciente deseo de intercambiar bienes y servicios con un valor determinado, vinieron otros avances de la sociedad que desencadenaron lo que es hoy en día la civilización como la conocemos. Entre estos están la división del trabajo, la estabilidad de la posesión de ciertos bienes y la noción del derecho de propiedad; todas estas constituyen principios básicos de la cooperación dentro de una sociedad y, desde esta perspectiva, tuvieron la oportunidad de ser exploradas gracias a rol que cumple el mercado como facilitador de las mismas.
En tercer lugar, se puede hacer una interesante analogía entre la historia del lenguaje y la de los intercambios económicos. En palabras de Hayek, “el lenguaje no sería de ninguna utilidad para su único poseedor” esto dado que su único valor se encuentra cuando se interactúa con otra persona. De la misma forma, las experiencias mutuas dentro del mercado hacen que los bienes hacen que el valor de los bienes, transados en este sistema, tengan un componente subjetivo sumamente importante. En base a esto, la humanidad ha encontrado las maneras de desarrollar nuevos y mejores modelos para crear sus propios bienes simbólicos, los cuales están basados, a su vez, en simbolismos ideales para nuestra sociedad. Para cerrar el argumento, se puede argüir que la confianza dentro de un mercado aumenta en cuanto sus derechos de propiedad estén garantizados dentro de su contrato social, lo cual solo se refuerza mediante el intercambio dentro de un espacio orgánico, como el de un mercado.
En cuarto lugar, se puede ver que en varios episodios de la historia, distintos Gobiernos y otras figuras de poder han entrado al ecosistema del mercado y a otros ámbitos de la vida social. Estas intrusiones han tenido sus lados positivos y negativos. Entre lo positivo, se tiene a la garantía de los derechos de propiedad privada, la solución de las irregularidades del mercado y la protección del consumidor o de algunos de los productores dentro del mercado. Entre lo negativo, tenemos a las irregularidades que genera la misma intervención en el mercado, como las preferencias de un sector sobre otro o la sobre-regulación que le resta dinamismo a las interacciones. Resulta, últimamente, irónico que la mayor intervención dentro de un mercado con el fin de hacer que este opere de manera más justa y resuelta, devengue en un escenario, muchas veces, poco justo para los involucrados en el mismo, al proponer un exceso de regulaciones y restringir la cooperación espontánea entre los actores del mercado.
En quinto lugar, se presenta la idea del Mercado como uno de los bienes públicos más importantes de cualquier sociedad. Es decir, se puede apreciar que el mercado funciona como un ecosistema cooperativo en el cual todos somos bienvenidos siempre y cuando podamos aportar al mismo; de esta forma, todo el que se lo proponga podría mejorar sus condiciones. Sin embargo, existen otros fundamentos cuasi-simbólicos que sirven como base para llevar a cabo cualquier cooperación; un ejemplo de ello es la legalidad de los contratos que dentro del mercado se engendren y esto solo se puede conseguir siempre y cuando no haya un afán intervencionista consistente que juegue en contra del dinamismo dentro del mercado. Siendo ello así, el Mercado entra a la palestra como un bien público que asegura las libertades que dan paso a estas interacciones y, por ende, a los beneficios y avances que brindan dichas interacciones para la sociedad.
En conclusión, el Mercado, tomado como un ecosistema de intercambios que provoca cambios beneficiosos en la sociedad puede ser tomado como uno de los bienes públicos más provechosos para la sociedad como un todo. También se puede alegar que la ausencia de un Mercado dentro de una sociedad limitaría mucho el progreso de esta y el bienestar de los que podrían participar en el intercambio. Además, se puede tomar a este ecosistema como el lugar en el cual creamos la idea de valor aplicada a los bienes que podamos apreciar, puesto que dicha idea solo puede ser concebida tras una serie de interacciones entre los agentes del mismo ecosistema (en este caso, el mercado). Sin embargo, distintos fenómenos han mermado su utilidad en los últimos años; de entre ellos, resalta un alto grado de intervencionismo por parte de los bloques que ostentan el poder y otras intromisiones en el dinamismo de la cooperación proveniente del intercambio. Es decir, toman una serie de relaciones orgánicas, creadas entre uno o más agentes con el fin de obtener un beneficio y las hacen dificultosas. Todo esto culmina en cuanto apreciamos la capacidad del Mercado como punto de interacción para agentes de toda índole dentro de un mercado, que crea bienestar conforme funciona correctamente y sienta las interacciones que generan el concepto del valor como lo conocemos. Siendo, de esta forma, un bien público que vale la pena analizar y proteger. Lampadia