Entrevista a Richard Webb
Por Juan José Garrido
(Perú 21, 21 de Septiembre del 2014)
Lampadia: Los conceptos vertidos por Richard Webb en esta entrevista plantean una agenda de reflexión sobre el Perú. ¡Extraordinarios!
Richard Webb es claro sobre lo que el país necesita en términos de manejo económico, y nos da un lúcido panorama sobre las acciones que el actual gobierno debería aplicar para que la situación mejore.* El ex presidente del Banco Central de Reserva considera que la informalidad ha disminuido con respecto a los ochenta y que se ha confundido adónde se quiere llegar con el camino que se transita para alcanzar el objetivo.
¿Cuál es tu balance de estos últimos 24 años?
Me parece que el único balance posible es que ha sido un periodo extraordinario. La salida de la crisis tan larga de los años 70 y 80, con una combinación de terrorismo, un Niño muy fuerte, crisis de la deuda e hiperinflación. Había muchos que creían que el Perú ya estaba condenado, no veían la posibilidad de salir, al menos de una forma significativa de esa situación. Creo que pocos se imaginaban lo que vino a partir de los años 90, esta extraordinaria recuperación. Mucha de la economía empresarial quebró o cambió de manos, llegaron capitales nuevos, de afuera y de nuestro país, donde han surgido nuevos empresarios. Esto también ha ocurrido a nivel de la pequeña empresa, y todo gracias a un marco institucional, normativo, muchísimo más favorable.
Este crecimiento tan vertiginoso y dinámico fue bastante desordenado; ocurrió en medio de una informalidad muy grande, de un Estado que no supo o no pudo administrar ese crecimiento…
No había Estado antes; yo diría que se reforzó al Estado. Y hubo Estado en el sentido de reglas de juego y varias instituciones, algunas nuevas, otras que existían, pero que eran poco efectivas, muy mal manejadas.
¿Para ti la informalidad ha aumentado o disminuido respecto a los 80?
Yo creo que ha disminuido. Además, a mí el término informalidad me parece desafortunado, ya que incluye desde el contrabando a la señora viejita que está sentada con una canasta de plátanos. Yo hablaría de una economía tradicional, donde incluiría al minifundista y a muchos de la pequeña actividad no agrícola que se da en el campo y pueblitos, el comercio del menudeo.
¿Y la contraparte sería el comercio ilegal?
Otro extremo sería lo ilegal. La viejita en la vereda también es ilegal, pero no pensemos en los extremos. Casi no hay empresas totalmente fuera de ley: las pequeñas empresas en cualquier pueblo y en cualquier distrito de Lima están registradas en los municipios y cumplen algunas normas; muchas veces tienen a uno o alguno de los trabajadores en planilla, pero a otros no. Hay un proceso de formalización que se viene dando y no es entendido. No creo que debamos verlo en blanco y negro. Me parece mala leche insistir en categorizar entre formal e informal. Si bien la oficina de estadística ha hecho un trabajo útil, hace más difícil que la gente entienda que, más que formal o informal, hay un mundo gris, donde casi no hay nada que sea 100% formal.
Perú aparece en el puesto 106 sobre 144 en protección de los derechos de propiedad. ¿Cómo hemos podido sostener tasas de crecimiento tan altas y por tanto tiempo si la propiedad está en permanente disputa? El caso Orellana, por ejemplo, es un problema de derechos de propiedad…
Todo está en registros públicos. El que esté allí y pienses que ya se acabó el problema está lejos de ser la realidad…
Lo que significa que podríamos haber crecido mucho más…
Mientras más claro y sólido y eficiente es el sistema de registro de propiedad, hay menos margen para robo, menos inseguridad, y por ende más eficacia.
¿Cómo mantendremos el crecimiento con instituciones tan precarias?
Se habla mucho de instituciones, pero las instituciones son muy adaptables y hay instituciones que no se ven, que son normas. El derecho de propiedad residencial en las ciudades aquí casi no está a nivel de registros públicos, a pesar de Cofopri. Mucho de lo que hizo Cofopri se ha deshecho después. La situación es de alta informalidad en el sentido legal. Sin embargo, uno no ve que eso haya impedido un tremendo dinamismo de inversión en vivienda, en negocios, en traspasos, alquiler, compra-venta. Toda la propiedad inmobiliaria que no está en registros públicos es la gran parte de Lima y en otros lugares, y funciona. Podría funcionar mejor si todo estuviera registrado, pero no ha sido un gran impedimento. Aquí se subestima la fuerza de las instituciones informales.
¿Crees que la clase política y empresarial (las élites) entienden las razones estructurales por las cuales el Perú ha crecido?
Es una cuestión de puntos de vista. Yo, porque he vivido épocas muy anteriores, lo veo como un gran entendimiento porque lo comparo con, por ejemplo, cuando empecé a trabajar. Me parece extraordinaria la comprensión que veo en la forma en que hablan los políticos, en los proyectos de ley. Uno quisiera que fuera mucho mejor, pero lo que veo, comparado a lo que teníamos antes, supone un cambio cultural enorme. Los grupos que empujan cosas como Repsol son pocas voces en el Congreso. No tienen verdadero eco a nivel gobierno.
¿Por qué crees que ha ocurrido este cambio cultural? ¿Por los desastres de los 80 o por un proceso de culturización paralelo?
Los dos factores grandes han sido el desastre propio, que ha sido extremo, y hay un cambio global… Este es otro mundo…
Pero en la región hay países que han ido a contracorriente, y las malas ideas transitan las fronteras muy fácilmente…
No creo, nosotros tenemos mucha más influencia que viene de Estados Unidos y Europa, además de China y los países asiáticos. Esos son referentes mucho más poderosos que Bolivia o Venezuela para el país y los peruanos.
Tú, que has estudiado mucho al Perú rural, ¿dirías que esto también se ve en esas zonas?
Sí. Lo que se ve son indicios de una cultura empresarial difícil de distinguir a la de las ciudades. Se dice que una foto vale mil palabras, y yo tomé una foto en Chumbivilcas, en Cusco, que para mí dice casi todo. Estábamos cruzando la puna y no había nada, y de repente un grupo de gente al lado de la pista y paramos (era una feria de la comunidad). Caminando, vi a una señora que estaba en el grass y me di cuenta de que tenía tres libros, y uno era de David Fischman, un gurú de la psicología empresarial. En medio de esta pampa, en una de las provincias más pobres, con mayor analfabetismo, esta mujer estaba leyendo cómo ser mejor empresario. A mi regreso, en Lima, encontré otro de los libros y lo compré. Decía lo mismo que David. En la puna, en el distrito más pobre, leen lo mismo que se lee en los distritos más ricos de Lima.
¿Eso sucede a partir de la conectividad?
Sí, ha sido desencadenante, ha abierto oportunidades. Cuando primero vi lo de los caminos, pensé que ahí se abría la posibilidad de traslado. En efecto, todo eso ha cambiado porque hay una mayor red capilar. Digamos, pequeñitos caminos donde entran carros. Esto claramente ha ayudado mucho más el movimiento de productos. Acobamba también estaba en el índice de los más pobres, pero está lleno de vehículos, que venían directo a Lima, a Huancayo, a Huanta y a la capital de la región Huancavelica. La gente está en movimiento, hay una explosión de movimiento de la gente, que ha tenido un impacto enorme en el mercado laboral. Las telecomunicaciones han dinamizado el mercado de servicios y de mano de obra. Y ahora hay celulares por todos lados.
En África están usando celulares para educación financiera y para modelar comportamientos en salud, educación, tips para lavarse las manos, cosas así… ¿Por qué crees que no ha sido parte de la oferta de servicios? ¿Por qué los programas sociales solo se basan en cosas materiales y no en articular soluciones de comportamiento, de cultura?
Creo que el Estado se ha dormido en eso. Es una frustración de muchos países y es curioso. Desde que esto tomó vuelo en Kenia y en Sudáfrica, muchos países han intentando replicarlo. Ha habido muchos intentos. Aquí se tiene que crear una plataforma tecnológica, institucional y empresarial, porque se necesita mucha interconexión entre bancos y entidades que manejan dinero. Tiene que haber compañías telefónicas y tiene que existir entidades del Estado. Además, aquí todo el mundo quiere ser el que maneja, el que dirige. Creo que eso es lo que ha hecho demorar. Y las entidades reguladoras quieren hacerlo bien y se demoran. Aunque, claro, esta es apenas solo una interpretación.
Una de las grandes restricciones para el desarrollo en el Perú es la ineficiencia del Estado. Hemos visto una migración de la educación pública a la privada y comenzamos a ver lo mismo en salud… ¿Cuál es el rol del Estado? ¿Debería hacer menos tareas y de mejor calidad?
No tengo ninguna duda de que hay que aceptar el aporte de la empresa privada, las concesiones, las obras conjuntas, el trabajo con las ONG, el estímulo de la responsabilidad social empresarial. Todo esto definitivamente nos lleva a un accionar más de equipo.
Existe cierta reticencia en nuestro país porque se cree que el lucro está reñido con el interés social. Tenemos, por ejemplo, el rechazo de un tercio de la población a la privatización del agua…
Yo creo que está evolucionando en buena dirección. Hay una enorme aceptación ya de la actividad privada y de la lógica del trabajo conjunto.
¿Qué deberíamos mejorar en nuestro proceso de desarrollo?
Me parece que el confundir adónde uno quiere llegar con el camino. Cuando uno trata de definir un camino, mira a un país y mira a los países ricos, y dice: así es como tiene que ser. Pero uno puede llegar por distintos caminos. Para mí, cuando yo escucho este tipo de planteamiento, pienso en las mamás que están preocupadas porque su hijo parece chico y quiere impulso, que crezca, que dé un salto, cuando el crecimiento es algo orgánico. No podemos adivinar, es demasiado complejo. Lo mejor que podemos hacer es evitar que se dañe y dejar que el crecimiento siga su lógica. Hay que confiar más en la lógica de los organismos, y creo que esa es la lógica básica de una economía más liberal, que deja más espacio para que la gente vaya descubriendo y tomando sus decisiones. El Estado tiene que poner la plataforma básica para innovar e ir descubriendo lo que rinde. Eso incluye caminos, la red digital, seguridad, justicia, etc.
¿Cuál es tu visión del Perú en 10 o 15 años?
Es optimista. Mi idea básica es que se requiere un esfuerzo extraordinario para no crecer.
¿Esta disminución de la tasa de crecimiento en estos últimos dos años es inducida por los errores del gobierno o tenía que ocurrir?
Creo que se debe a factores más allá del gobierno. Me parece que el gobierno, en efecto, ha podido ser más proactivo por la demanda del gasto público y también debería hacer algunas reformas, como lo referente a la tramitología e ineficiencia del Estado, pero no creo que el que no se haya hecho explique que bajemos de un 7% a un 1%.
Las expectativas de la población dicen que vamos a estar igual o peor. ¿Crees que este gobierno tiene aún espacio para hacer reformas?
Yo creo que sí hay un espacio y hay un deber, una responsabilidad. Hay mucho que se puede hacer a nivel micro, atacar impedimentos específicos, pero también se necesita trabajar a un nivel conceptual más general. Ir pensando en un esquema de gobierno que permita más agilidad.
Estamos a año y medio de elecciones generales. ¿En qué se tiene que enfocar el próximo gobierno?
Reformas del Estado y calidad institucional. Para mí eso tiene que ser prioridad número uno, y la seguridad personal, seguridad ciudadana. Está claro que hay una pésima educación, pero aquí yo tengo ideas heterodoxas. Toda mi vida he sido profesor. Aunque no soy especialista en educación, creo que me ha convencido la crítica que está saliendo dentro de la especialidad educativa con relación a qué debe ser la educación. Me he quedado espantado con la mala calidad de los profesores y de lo poco que se entiende este problema a nivel de las élites.
Es, además, políticamente incorrecto decirlo. La gente no quiere culpar a los maestros…
El problema es de sistema más que de los maestros como profesionales. La esencia del problema es la mala gestión pública del maestro. Las reformas apuntan a mejorar la calidad del maestro con evaluaciones y a gastar más en infraestructura e incentivar mejorando el sueldo, pero el problema es que no se fiscaliza el trabajo. Los maestros son el ejército más grande del país, hay un problema de manejo de recursos humanos gigantesco. La mejor medida y comprobación de lo que estoy diciendo es que dos de cada tres o quizás tres de cada cuatro maestros, según el estudio que hice, tienen una chamba paralela que es más exigente, importante, prioritaria de la que hacen en la escuela pública, porque en la escuela pública no les pasa nada si no hacen bien su trabajo.
Es muy fácil criticar al Estado, pero criticamos poco a la actividad empresarial. ¿Cuál es tu percepción de la actividad privada?
Evaluar eso significa mirar los resultados y hemos tenido un dinamismo empresarial extraordinario en estos años. Ese es el trabajo del empresario y lo ha estado haciendo, el grande y el chico. Tendría que decir que es excelente la performance del empresariado.
Para algunos, el empresariado peruano ha cooptado al Estado y la agenda política nace en Confiep. ¿Cuál es tu lectura?
No soy analista político, pero uno ha escuchado esa crítica desde siempre. Siempre se dice eso, se podría comprobar con el país en otros tiempos. Yo he vivido otras décadas donde había grupos empresariales muy poderosos con mucha llegada a la agenda pública y me cuesta creer que ahora es peor que en otros momentos. Al contrario, mi impresión es que ahora es mejor, en parte porque el sector empresarial se ha vuelto más diverso, entre compañías extranjeras y nacionales, y se han desarrollado distintas actividades con distintos intereses. El mercantilismo es culpa del Estado más que de las empresas. Uno tiene que partir de que las empresas siempre van a estar buscando mejorar su situación y, si se puede lograr una ley más favorable, van a tratar de lograrlo.
¿Dirías que el empresariado peruano es ahora mucho menos mercantilista que antes?
No sé si mucho, pero menos sí. Una vez más, no es el empresario el mercantilista. Los empresarios siempre son mercantilistas, o quisieran serlo. La cosa es si se le deja ser o no. Ahora, hay pocos sectores donde se puede decir que esto es claramente mercantilista, pero no creo que se pueda generalizar. Para mí la industria que es claramente mercantilista son las AFP, porque el Estado ha creado el marco y les da el retorno, y ellos mismos lo manejan y lo protegen.
Si pensamos en el Perú del 2030 o 2040, ¿hacia dónde lo ves encaminado?
Creo que el país va a seguir desarrollándose, va a mejorar el nivel de vida, la calidad de vida, pero también la producción. Hay una marea tecnológica y económica en el mundo que nos levanta y parece que va a haber cambios extraordinarios que van a seguir viniendo de la tecnología que recién empezamos a imaginar, cambios en la producción, pero también en el manejo institucional, salud, seguridad y educación. Todos estos ámbitos tienen tremendas posibles mejoras gracias a las nuevas tecnologías. Y esto es mirando lo que es incipiente. A la vez, también me parece que hay peligros grandes que da miedo pensar que están ahí. El mundo sigue siendo muy peligroso. El control de las plagas, estamos viendo ahorita mismo, el efecto del cambio ecológico y el terrorismo. Todas esas son cosas gigantes, tremendas olas que habrá que ir pasando.