A pesar de su decepcionante performance, reflejada en su baja aprobación (apenas 13% según Ipsos), el Congreso de la República está lleno de representantes que se presentan a la ciudadanía con soberbia. Lo que es peor, es uno de los Poderes Legislativos más caros de la región. Su dispendio no se debe a los sueldos de los congresistas, que podrían ser calificados como relativamente bajos, sino a la cantidad de prebendas innecesarias, como oficinas particulares y asesores personales para cada uno de los “padres de la Patria”.
Para el 2015, su presupuesto llega a S/. 510 millones, de los cuales el 72 % se destinará al pago de remuneraciones y solo S/. 25 millones a la retribución de los propios congresistas (5% del costo total).
Cabe mencionar que el alto costo de cada congresista, incluye sus costos directos y además, los de sus asesores, oficinas individuales, transporte, vestuarios, telefonía, viáticos y otros. Si el presupuesto institucional se divide entre los 130 parlamentarios, cada uno representa un costo de S/.3´924,392, casi 4 millones de soles (US $ 1´344,000).
Mucho más importante que los costos son los resultados de la gestión parlamentaria que, lamentablemente, a la luz de los ojos de todos los ciudadanos y de las mediciones de opinión pública dejan mucho que desear.
Comparado con otros países (como se puede observar en el cuadro superior), el costo de un congresista en el Perú es demasiado alto en relación a los indicadores del país. En Chile representa 70 veces el ingreso per cápita, en Colombia 38 veces y 58 en México, mientras en el Perú es de 195 veces. Además, el gasto por parlamentario de US$ 1.3 millones, equivale a 365 sueldos mínimos vitales anuales.
Si desagregamos el presupuesto, S/. 25 millones es destinado al pago de remuneraciones de los propios parlamentarios, S/. 54 millones a sueldos de asesores, personal administrativo, etc., un exorbitante monto de S/. 89 millones para viáticos y otros gastos.
En la última década, la calidad de nuestros políticos ha descendido a niveles impensados. El sistema facilita que personajes lumpen ocupen cargos públicos. Basta citar algunos casos de escándalos de congresistas como: Jose Anaya, el “come pollo”, quien engañó deliberadamente entregando facturas falsificadas de compra de pollo a la brasa para obtener un rembolso por concepto de gastos operativos; Celia Anicama, la “roba cable”, quien comercializaba el servicio de televisión por cable robado de otras empresas retransmisoras; Eulogio Amado Romero, el “come oro”, quien mantenía vínculos con la minería ilegal y Nancy Obregón, quien fue acusada de formar parte de una organización del narcotráfico que apoya a Sendero Luminoso, entre otros casos.
Para colmo de males, la población sigue esperando que el Congreso se ocupe de las grandes reformas necesarias para facilitar un desarrollo integral y duradero, como todo lo referido a los aspectos institucionales. Ver en L: El Congreso no ha producido una sola reforma política.
En nuestra opinión, debiéramos reformar el Congreso en las siguientes líneas:
1. Reducir el costo total en armonía con el tamaño de nuestra economía.
2. Triplicar la remuneración de los parlamentarios (actualmente es solo el 5% del total).
3. Tener una Cámara de Diputados con 100 representantes.
4. Establecer una Cámara de Senadores con 30 representantes.
5. Eliminar las oficinas particulares y los cargos de asesores individuales.
6. Establecer una oficina central de servicios de informacióncalificada.
7. Crear oficinas y puestos de asesores por cada bancada.
El Perú necesita un excelente Poder Legislativo, que pueda medirse de igual a igual, con el de Singapur, epítome de calidad de la administración pública en el mundo. Los peruanos más calificados deben ser atraídos al Congreso. Lampadia